Definición de igualdad de género
El vocablo latino aequalĭtas llegó al castellano como igualdad. El concepto se emplea para aludir a una correspondencia, un equilibrio o una simetría. También puede referirse a la equidad o a la conformidad.
Género, en tanto, es un término con varios usos. En este caso nos interesa centrarnos en su acepción como el conjunto al que pertenece una persona según su sexo, teniendo en cuenta cuestiones socioculturales más allá de lo estrictamente biológico.
La idea de igualdad de género, en este marco, es un principio que sostiene que las mujeres y los hombres deben tener acceso a las mismas oportunidades y contar con los mismos derechos y beneficios. A su vez, todos los seres humanos tienen que ser tratados con idéntico respeto.
La igualdad de género, en definitiva, apunta a que no exista la discriminación por cuestiones de género. Dicha igualdad está establecida por la ley en lo referente a los derechos fundamentales, pero muchas veces no se concreta en la práctica.
En los últimos años, varios países han logrado avanzar hacia la igualdad de género en múltiples aspectos gracias a la lucha del movimiento feminista. De todos modos es habitual que las mujeres perciban salarios inferiores a los de los hombres pese a realizar el mismo trabajo o que no tengan posibilidades de acceder a determinadas posiciones dentro de una empresa, porque éstas se encuentren destinadas exclusivamente a los hombres.
Por lo general la desigualdad de género en perjuicio de la mujer es una consecuencia de sociedades machistas u organizadas como patriarcados, donde el poder se distribuye en favor de los hombres. Esto lleva a que la mujer se encuentre subordinada o relegada frente al varón.
El camino hacia la igualdad de género es largo y arduo. Como se menciona en el párrafo anterior, en una sociedad donde reina el patriarcado es difícil evitar la desigualdad, porque ya desde el gobierno se le asigna al hombre el poder supremo. Pensemos tan sólo en el típico cuadro de «presidente y primera dama»: si bien el título para el esposo de una presidenta también ha sido determinado, «primer caballero», dado que el acceso al poder Ejecutivo por parte de una mujer es tan raro casi nadie conoce esta expresión.
Si continuamos en este marco podremos advertir otro matiz de desprecio hacia la mujer que demuestra que la primera dama está en un escalón inferior a su esposo: muchas veces se llama de esta manera a un hombre en tono de broma, más o menos pesada, para atacar su masculinidad o poner en duda su relevancia en una relación, entre otros casos. Esto se relaciona con el uso de la palabra homosexual y sus sinónimos para insultar a alguien.
En definitiva, estamos bastante lejos de alcanzar la igualdad de género, pero esto no significa que nadie esté haciendo nada al respecto, sino que el cambio debe ser profundo, debe atacar la raíz de nuestra sociedad. Mientras continuemos usando la figura de la mujer como un símbolo de inferioridad para atacar verbalmente a los hombres, de nada servirá mejorar sus salarios u ofrecerles más oportunidades laborales. Darle más espacio a la mujer en la sociedad simplemente para evitar las repercusiones negativas es tan sólo un parche: la solución consiste en conseguir que nadie considere que la mujer es inferior al hombre.
La igualdad de género no debe detenerse en esta distinción binaria, sino que debe abrir paso a todas las personas, independientemente de su sexo y sexualidad: todos deberíamos tener los mismos derechos y las mismas obligaciones, acceder a las mismas oportunidades. Solamente los conocimientos técnicos, el carisma, la experiencia y la destreza, entre otros rasgos, deberían permitirnos escalar dentro de una jerarquía.