Definición de ícono
Un término griego derivó en el vocablo ruso ikona, que se transformó en el francés icône y, finalmente, se convirtió en icono o ícono en nuestro idioma (la Real Academia Española acepta ambas versiones).
Se trata del signo que, a través de una relación de semejanza, puede representar un cierto objeto. Por ejemplo: el dibujo de una curva en un cartel señala que el conductor de un vehículo se encontrará, a una cierta cantidad de metros, con un curva en la carretera.
En concreto podemos establecer además que, de manera coloquial y en nuestro día a día, hacemos uso del término icono como sinónimo de símbolo.
El semiólogo Charles Peirce afirma que un ícono es un signo que puede representar algo mediante alguna semejanza con cualquier aspecto del objeto representado.
Dicho filósofo norteamericano hay que establecer que previamente a hablar del icono lo que hizo fue establecer tres grupos de signos: los símbolos, los índices y los iconos.
En el ámbito de la informática, un ícono es una representación gráfica esquemática que se utiliza para identificar programas (software) o diversas funciones que pueden desarrollarse con una computadora u otro dispositivo. Estos pictogramas digitales facilitan el uso de los equipamientos tecnológicos: “Tienes que hacer doble click en el ícono de la W para abrir el Microsoft Word”.
Un ícono religioso es una representación de pincel o relieve que suele utilizarse en distintas iglesias y templos. El hinduismo es una de las religiones con iconografía más rica, mientras que, en el otro extremo, el Islam no promueve las representaciones visuales. La pintura de íconos comenzó a desarrollarse en el Imperio Bizantino, en la zona de Constantinopla, y luego la tradición se expandió por Rusia y Creta.
En el caso del hinduismo podemos subrayar que los iconos también son conocidos por el nombre de murti y en su caso la manera de mostrarles veneración y respeto es mediante el ofrecimiento de todo tipo de elementos tales como alimentos o agua.
Cabe destacar que los íconos religiosos pueden ser objeto de veneración y elevados a la categoría de objetos sagrados, o simplemente tratarse de imágenes ornamentales o decorativas.
Todo ello nos lleva a tener que plantear la existencia de dos términos que precisamente parten de la palabra que ahora nos encontramos analizando. Así, por un lado, estaría lo que se ha dado en llamar iconicidad, que se emplea para dejar patente la semejanza que existe entre un objeto en concreto y la propia imagen.
La citada iconicidad se ha convertido en un área muy estudiada lo que ha llevado incluso a que se establezcan determinadas escalas, o mejor dicho grados, para poder analizarla más a fondo. Así, entre ellos se encuentran el fotográfico, el de dibujos animados, el de escritura…
Por otro lado, estaríamos hablando de iconoclasta. Entre las variadas acepciones que tiene este término destacaríamos una que viene a dejar que el iconoclasta es aquel hereje que no sólo niega el culto que se le realiza a las imágenes sagradas sino que además las destruye e incluso puede llegar a perseguir a las personas que sí llevan a cabo ese citado culto.