Definición de grandilocuente
El primer paso que vamos a dar antes de entrar de lleno en el significado del término grandilocuente es conocer su origen etimológico. En este caso, hay que exponer que procede del latín y es fruto de la suma de dos componentes léxicos de dicha lengua:
-El adjetivo “grandis”, que puede traducirse como “enorme”.
-El verbo “loqui”, que es sinónimo de “hablar”.
-El sufijo “-encia”, que se usa para indicar “cualidad de un agente”.
El adjetivo grandilocuente se emplea para calificar a quien se expresa con grandilocuencia: es decir, con pomposidad e ínfulas.
El concepto también puede usarse con referencia a aquello que resulta ostentoso, pedante, exagerado o afectado. Por ejemplo: “El alcalde, siempre grandilocuente, ofreció un discurso de tres horas de duración donde criticó a la oposición y a su antecesor”, “Mi abuelo me enseñaba con su ejemplo, sin palabras grandilocuentes”, “El actor celebró su cumpleaños con una fiesta grandilocuente”.
Además de los ya expuestos, no podemos pasar por alto otra serie de sinónimos de la palabra grandilocuente tales como altilocuente, rimbombante, retórico, sentencioso o incluso altisonante. Por el contrario, entre sus antónimos nos topamos con términos tales como llano, sencillo o simple, por ejemplo.
Las expresiones grandilocuentes pretenden dar mayor importancia a las cosas que comunican. Dicha relevancia no se sustenta en la realidad o en hechos concretos, sino en las palabras elegidas para agrandar la magnitud.
Muchas veces los menús de los restaurantes son grandilocuentes. De este modo, presentan platos simples y conocidos como elaboraciones sofisticadas y novedosas, cobrando un precio elevado por ellas. Si a un “churrasco a la parrilla con ensalada de lechuga y tomate” se lo nombra como “pieza de ternera a las brasas en colchón de hojas verdes y tomates de la huerta”, puede afirmarse que la denominación del plato es grandilocuente.
Los políticos también suelen ser grandilocuentes. Supongamos que la economía de un país registra un crecimiento anual del 0,8%. Si el presidente, ante este indicador, afirma que “este logro demuestra que la nación avanza a toda velocidad con paso firme e indetenible hacia un futuro de prosperidad para cada uno de sus habitantes”, se puede sostener que el mandatario está siendo grandilocuente.
Dentro del ámbito de la literatura, por ejemplo, podemos indicar que se considera que la llevada a cabo durante el llamado Siglo de Oro Español se caracteriza precisamente por ser grandilocuente. Y es que en las obras se usaban muchos recursos como las metáforas, se apostaba por la “ornamentación” de los textos, se recurría mucho al empleo de adjetivos…
Desde entonces muchos autores han apostado por ser grandilocuentes en sus trabajos, mientras que otros se han decantado por la sencillez y el minimalismo. Este sería el caso, por ejemplo, del afamado escritor argentino Jorge Luis Borges (1899 – 1986).
Y precisamente esa grandilocuencia también se puede encontrar en obras artísticas, tales como ejemplos de arquitectura o escultura, del periodo conocido como Barroco.