Definición de galvanómetro
Un galvanómetro es un instrumento que se emplea para la medición de la intensidad de las corrientes eléctricas. Su estructura está basada en las propiedades de los fenómenos magnéticos.
Descripción general
Los galvanómetros disponen de una aguja que, mediante un resorte, está vinculada al eje de rotación de una bobina. Dicha bobina, a su vez, cuenta con un núcleo de hierro dulce y se encuentra ubicada entre los polos opuestos de un imán. Este imán fijo genera un campo magnético uniforme, en el cual se halla bobina.
El galvanómetro sirve para medir la intensidad de pequeñas corrientes eléctricas
De este modo, cuando una corriente eléctrica circula por la bobina del galvanómetro, se producen fuerzas que la hacen rotar y la llevan a mover la aguja que está enlazada a su eje gracias al resorte. El movimiento de la aguja refleja, en una escala, cuál es la intensidad de la corriente en cuestión. Finalmente, cuando la circulación de la corriente se detiene, la aguja regresa a su posición original por acción del resorte, que tiene forma de espiral.
Usos, recomendaciones y más
El galvanómetro se usa para detectar si hay una pequeña corriente eléctrica en un circuito. De existir esa corriente, también puede ser medida. Su utilización se da tanto a nivel doméstico como a escala industrial.
Es importante tener en cuenta que, ante una sobrecarga eléctrica, el galvanómetro puede romperse. Los daños producidos por esta situación resultan irreparables.
Cabe destacar que un amperímetro es una especie de galvanómetro que tiene una resistencia en paralelo. Para medir la intensidad, el amperímetro se conecta en serie con aquello atravesado por la corriente.
Historia del galvanómetro
El físico y químico Hans Christian Ørsted, oriundo de Dinamarca, pasó a la historia por haber conseguido aislar el aluminio y haber descrito la relación que existe a nivel físico entre la electricidad y el magnetismo. Más precisamente en lo que respecta al galvanómetro, fue la primera persona conocida que logró desviar las agujas de una brújula usando corriente que pasaba por un trozo de alambre. Esto tuvo lugar en el año 1820.
De hecho, ese mismo año, un físico y químico llamado Johann Salomo Christoph Schweigger, describió por primera vez un dispositivo que ofrecía la misma funcionalidad de un galvanómetro, en la Universidad de Halle. Otro de los nombre más relevantes en este terreno es André-Marie Ampère, un físico de origen francés que realizó importantes aportes. Las primeras pruebas llevadas a cabo por estos y otros científicos consiguieron un aumento en el efecto del campo magnético usando un alambre doblado muchas veces, característica que inspiró el nombre de «multiplicador».
Los primeros galvanómetros debían orientarse al campo magnético terrestre
Recién en el año 1836 comenzó a hablarse de «galvanómetro», a raíz del trabajo que realizó Luigi Galvani, un investigador de Italia que llevó a cabo varios experimentos para aprovechar mejor la corriente eléctrica. Los primeros galvanómetros se llamaron «tangentes» y se caracterizaron por apoyarse en el campo magnético de la tierra para el restablecimiento de la aguja de la brújula; era necesario orientarlos antes de usarlos. Con el tiempo surgieron los «estáticos», que contaban con un imán ubicado de una cierta manera, y podían usarse sin importar su orientación.
También existió el galvanómetro de espejo, creado por el físico y matemático William Thomson, también conocido como Lord Kelvin. Su diseño era más frágil y no usaba una aguja, sino varios imanes muy pequeños que se unían a un espejo liviano, el cual se mantenía en suspenso con un hilo. A grandes rasgos, este dispositivo desviaba un haz de luz, el cual se magnificaba considerablemente a causa de las corrientes. También era posible usar un microscopio para mirar la deflexión. Pasaron varias décadas más, hasta que en 1888 el fotógrafo estadounidense Edward Weston comenzó a comercializar un galvanómetro con las características de los actuales.