Definición de fructosa
Para poder descubrir el significado del término fructosa se hace necesario, en primer lugar, conocer el origen etimológico del mismo. En este caso, podemos exponer que es fruto de la suma de dos componentes léxicos:
-La palabra latina “fructus”, que puede traducirse como “lo consumido después de un esfuerzo”.
-El sufijo “-osa”, que fue utilizado a partir del siglo XIX para poder hacer mención a los azúcares.
Además de lo indicado tenemos que subrayar que ese término fue creado por un químico británico llamado William Allen Miller (1817 – 1870). En concreto, la primera vez que lo utilizó de manera pública fue en una guía de química elemental de 1857.
La noción de fructosa se emplea en el terreno de la bioquímica para aludir al azúcar que tiene una fruta. Se trata de un monosacárido que, junto a la glucosa, forma la sacarosa.
Para comprender esta definición de manera precisa, es importante tener en claro a qué aluden varios conceptos. Una fruta es un fruto comestible: se trata del producto de ciertos árboles y plantas, que se genera a partir del desarrollo del ovario de una flor.
Las frutas contienen diversas sustancias, entre ellas azúcar, que forma parte del conjunto de los carbohidratos (también llamados glúcidos, hidratos de carbono o sacáridos). En el caso de la fructosa, es un azúcar que integra el grupo de los monosacáridos ya que no puede descomponerse en otro más simple a través de la hidrólisis.
La unión de la fructosa y la glucosa (otra clase de monosacárido), por otra parte, permite la constitución de la sacarosa: el azúcar de mesa o azúcar común. Se considera que la fructosa es un isómero de la glucosa ya que, pese a contar con la misma composición química, presenta otras propiedades físicas.
La fructosa aporta beneficios al cerebro, los músculos y el sistema nervioso central. Se trata de un endulzante cuyo poder calórico es de unas cuatro kilocalorías por cada gramo.
El hígado es uno de los órganos encargados de la metabolización de la fructosa, que la almacena como glucógeno. Este trabajo de metabolización del hígado podría vincularse a ciertos efectos negativos que se le atribuyen al consumo de fructosa, como su incidencia en la obesidad y la diabetes.
Además de todo lo expuesto, no podemos pasar por alto el mencionar lo que se conoce como intolerancia hereditaria a la fructosa. Con las siglas IHF es como también se da en llamar a este error de tipo genético y metabólico que es poco habitual, pues solo lo sufren 1 de cada 20.000 personas, y que trae consigo que esas cuando consumen fructosa tengan que hacerle frente a una larga lista de consecuencias.
En concreto, pueden sentir náuseas, vómitos, ictericia, una notable deshidratación e incluso hipoglucemia o problemas relacionadas con la función hepática.
Dados los síntomas que sufren es importante que a esas personas se les diagnostique cuanto antes la intolerancia hereditaria a la fructosa para que, de esta manera, tengan claro qué no pueden tomar y así se evitarán sufrir aquellos.