Definición de extranjero
El concepto de extranjero hace referencia a aquél o a aquello que nació, es originario o que procede de un país de soberanía distinta. El término también se refiere a quien es propio de una nación en relación a los nativos de cualquier otro lugar y a todo país donde uno no ha nacido (un uso que se le otorga en frases como “Voy a viajar al extranjero”).
En este sentido, se puede señalar a modo de ejemplo que un argentino será considerado como extranjero en España (o en cualquier otro país que no sea Argentina), mientras que un español será un extranjero en Argentina (y en toda nación que no sea España).
La noción de extranjero, según se desprende de la teoría, está relacionada con la soberanía política, por lo que no está directamente vinculada con lo social o lo cultural. Un argentino que nació en la ciudad de Buenos Aires puede sentirse más identificado con un uruguayo que nació en Montevideo que con otro argentino que nació en Jujuy, por ejemplo, ya que las costumbres y los hábitos de una metrópoli pueden ser similares aunque los países sean diferentes.
Por otra parte, hay personas que cuentan con doble nacionalidad, lo que da lugar a que se sientan (y sean considerados) como ciudadanos de dos países a la vez. Un hombre que nació en Perú pero que vivió los últimos cincuenta años en Colombia y que se ha nacionalizado colombiano puede ser considerado extranjero tanto en su tierra natal como en su tierra adoptiva.
Cabe destacar que los extranjeros suelen ser discriminados por las diferencias culturales, sociales, religiosas o raciales con los nacionales del país de acogida, pese a que dicha actitud, además de ser condenable desde el punto de vista moral, esté penada por ley.
Racismo y xenofobia, delitos contra los extranjeros
El racismo hace referencia a la discriminación de un grupo étnico tomando como referencia sus características raciales; la xenofobia, por su parte, es el odio y la intolerancia que los dueños de una nación expresan contra aquellos que han nacido en otra (extranjeros).
En todos los países existen reglas para defender los derechos de los ciudadanos extranjeros; pese a ello, la mayoría de las personas que emigran a otros países sufren algún tipo de discriminación por parte de los locales. En algunos casos los responsables son los propios extranjeros que no se abren a la nueva cultura; en otros, la responsabilidad corre por parte de los lugareños que manifiestan su descontento con la llegada de personas que provienen de afuera.
El racismo y la xenofobia los padecen principalmente aquellas personas que provienen de una cultura absolutamente opuesta a la de un determinado lugar; por ejemplo los que poseen tes oscura y van a vivir a un sitio donde las personas de piel clara son mayoría, o el caso de chinos, japoneses o coreanos en países de Occidente, donde son objeto de burlas por sus rasgos físicos y se los critica por trabajar intensamente, entre tantas otras cosas.
Una de las actitudes que los forasteros tienen y que resulta más molesta para los nativos es que los extranjeros arriben a su tierra, consigan un trabajo e inviertan el dinero que ganan en su país de origen; de este modo, la economía de la tierra que hospitalariamente los está recibiendo se mueve hacia afuera pero no regresa, lo cual trae consecuencias considerables. No existen leyes contra esto y, posiblemente, si se modificaran las existentes a fin de colaborar con el normal funcionamiento de la economía de la tierra acogedora, la situación de los extranjeros podría mejorar, porque sólo viajarían aquéllos con ansias de un futuro mejor pero con deseos de construirlo en este nuevo territorio.