Definición de evanescente
El primer paso que vamos a dar es conocer el origen etimológico del término evanescente que ahora nos ocupa. En este caso, podemos señalar que se trata de una palabra que deriva del latín, exactamente de “evanescentis”, que puede traducirse como “el que se evapora” y que es fruto de la suma de los siguientes componentes léxicos:
-El prefijo “ex-”, que significa “desde” o “hacia fuera”.
-El adjetivo “vanus”, que es sinónimo de “vacío”.
-El sufijo “-ecer”, que utiliza para indicar “proceso”.
-El sufijo “-nte”, que puede traducirse como “agente”.
Se trata de un adjetivo que alude a aquello que, por sus características, tiende a esfumarse, disiparse o evaporarse.
Por ejemplo: “La reacción química generó un campo evanescente sobre las partículas”, “Hay que entender que el éxito suele ser evanescente, es muy difícil que perdure en el tiempo”, “Al descender en el lejano planeta, el astronauta se sorprendió al detectar una sustancia evanescente que brotaba del suelo”.
Sinónimos de evanescente son también aéreo, impalpable, liviano, suave, grácil o etéreo, por ejemplo. Por el contrario, entre sus antónimos están compacto, resistente, estable, pétreo, robusto o resistente, por ejemplo.
En el lenguaje coloquial, se califica como evanescente a aquello que es efímero o transitorio. Una persona, en este marco, puede afirmar que la alegría es evanescente ya que, tarde o temprano, ese sentimiento desaparece. Luego, otro hecho puede hacer que la alegría regrese, siempre alternándose con otras emociones.
En el fútbol, los árbitros disponen de un aerosol evanescente que utilizan para marcar la distancia que debe guardarse entre la pelota (el balón) y los jugadores que forman la barrera en un tiro libre. El juez, en este marco, se ubica junto a la pelota, toma la distancia reglamentaria y traza una línea en el césped con el aerosol evanescente. De este modo puede controlar que ningún futbolista cruce la línea y se acerque más de lo permitido. Un par de minutos después de su aplicación, el aerosol evanescente desaparece sin dejar marcas.
La idea de evanescente también aparece en distintos terrenos de la medicina. En la oftalmología, existe el síndrome de múltiples puntos blancos evanescentes, una enfermedad infrecuente que consiste en la percepción, con un ojo, de destellos luminosos que no existen. El síndrome del gemelo evanescente, por otro lado, aparece cuando, en un embarazo múltiple, uno o más fetos desaparecen luego de haber sido identificados a través de un estudio.
En el ámbito de la literatura se ha utilizado en numerosas ocasiones el término evanescente para poder titular distintas obras. Entre estas se encuentra, por ejemplo, la novela “Evanescentes”, que está escrita por Sonia Montava Marín y que gira en torno a una estudiante de Psicología que se enamora del hermano de su mejor amiga y que descubrirá que tiene un singular don que desconocía.
Asimismo, también está el libro “El hombre evanescente”, escrito por Leffery Deaver. Toma como personaje central a un mago del escapismo que, al mismo tiempo, es asesino. Precisamente gracias a los trucos que sabe realizar logra continuamente dar esquinazo a la policía cuando está a punto de capturarlo o de descubrirlo.