Definición de estudio

El vocablo latino studium llegó al castellano como estudio. El término tiene varios usos dependiendo del contexto.

Se denomina estudio al esfuerzo que una persona dedica a entender o aprender algo. Para estudiar, es necesario leer, memorizar y realizar otras acciones que permiten la asimilación de los contenidos. Por ejemplo: “He dedicado mi vida al estudio de los mamíferos marinos”, “Creo que, con dos horas diarias de estudio, podré aprender a hablar este idioma en unos cuatro meses”, “Me entusiasmé con el estudio de la historia de nuestro país: ahora quiero saber más”.

También se denomina estudio a una obra que está centrada en el análisis de un tema: “El antropólogo alemán presentó un estudio sobre las tribus que habitan en la selva amazónica”, “De acuerdo al estudio que realizó el economista, en la última década se crearon 20 000 puestos de empleo en la industria agropecuaria”, “Hay muchos estudios interesantes sobre el trabajo esclavo en el continente americano”.

Otra acepción de estudio está vinculada al espacio de trabajo de un profesional autónomo o de un artista: “Necesito una nueva computadora para mi estudio”, “El pintor holandés solía pasar gran parte del día encerrado en su estudio”, “Mañana tendré una reunión con el arquitecto en su estudio”.

En la industria del cine, la música y los medios de comunicación, por último, se llama estudio al lugar donde se graban o se emiten programas u otro tipo de materiales: “La banda inglesa acaba de lanzar su tercer disco de estudio”, “En el programa de hoy, con un gran futbolista que estará en el estudio, analizaremos la actualidad del seleccionado nacional”, “Mi sueño es trabajar en un estudio de Hollywood”.

A lo largo de la vida del ser humano, el estudio ocupa diferentes lugares, tanto en referencia a su importancia como a su carácter. Por ejemplo, a los dos o tres años podemos comenzar a cursar el denominado jardín de infantes, donde nos enseñan los rudimentos de la lengua, las matemáticas y el arte, entre otras materias y disciplinas, y nos ayudan a relacionarnos con otras personas de nuestra edad.

El estudio comienza siendo una actividad obligatoria, impuesta por nuestros padres para cumplir con los requisitos de la sociedad y abrirnos las puertas a futuras oportunidades laborales. En un primer momento nos cuesta entender su utilidad, ya que solemos preferir el juego. Sin embargo, con el correr de los años, muchos comprenden que aprender es enriquecerse, volverse más fuertes y más poderosos, y entonces se vuelcan en el estudio por decisión propia.

A grandes rasgos, podemos distinguir dos modalidades de estudio: la autodidacta (el estudiante escoge el material y organiza las lecciones sin ayuda de un maestro) y la académica (que se lleva a cabo en un instituto, como ser un colegio o una facultad, bajo la supervisión de profesionales de la enseñanza). Cada una tiene sus ventajas y desventajas, además de ajustarse a las necesidades de diferentes estudiantes.

En la actualidad es muy común el estudio autodidacta, especialmente de idiomas extranjeros, ya que es muy fácil conseguir los materiales en formato digital: desde libros hasta vídeos, pasando por grabaciones de audio y conversaciones con otros estudiantes para practicar sin moverse de casa, Internet cubre todas las necesidades de quienes prefieren prescindir de las aulas. Claro que organizar el propio tiempo y obligarse a cumplir con los objetivos semanales puede convertirse en todo un desafío, uno que no cualquier persona puede superar.

El estudio académico tiene la desventaja de agrupar a personas dispares en un mismo nivel, pero también las beneficia librándolas de la presión que supone autocorregirse y dándoles la posibilidad de practicar con sus compañeros.

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