Definición de estacionalidad
Se denomina estacionalidad al vínculo de dependencia que existe en relación a alguna de las estaciones del año (verano, otoño, primavera o invierno). Cabe recordar que las estaciones son temporadas o periodos en los cuales se divide el año.
La estacionalidad es una situación o un fenómeno que suele producirse en la misma época del año, siempre con características similares. Por eso es posible predecirla, ya que su naturaleza está vinculada a la estación: sucede en todos los veranos o en todos los inviernos, por ejemplo.
Estas variaciones se dan en un periodo igual o inferior a un año. Si se producen en un periodo más extenso, no se habla de variación estacional, sino de variación cíclica (ciclos). Por otra parte, los comportamientos que se mantienen en el largo plazo se conocen como tendencias.
En algunas regiones, suele hablarse de la estacionalidad del turismo. Tomemos el caso de una ciudad costera que, en los meses de verano, recibe a miles de visitantes, una cifra que desciende muchísimo en el resto del año. Esto quiere decir que, en el periodo estival, los pobladores locales tienen el acceso al empleo casi garantizado ya que existe una gran industria turística destinada a satisfacer las necesidades y los requerimientos de los viajeros. Sin embargo, en primavera, otoño e invierno, muchos comercios cierran, ya que solo funcionan cuando hay turistas (en verano). Para garantizar el empleo local durante todo el año, las autoridades buscan romper la estacionalidad y lograr que su ciudad resulte atractiva más allá de la época.
Romper la estacionalidad no es un proceso fácil ni rápido, y de hecho varía en cada país y región. Son muchos los factores que influyen en la efectividad de cada método; por ejemplo, el presupuesto con el que cuente el gobierno local es absolutamente determinante ya que establece una serie de límites al alcance de cada plan de acción. Abrir nuevas tiendas y centros comerciales, así como crear plataformas innovadoras de empleo para las zonas más turísticas acarrea grandes inversiones de dinero que no siempre están disponibles.
Este fenómeno de estacionalidad en ciudades turísticas es a menudo la razón del profundo descontento que viven sus habitantes, ya que sienten un ahogo ante la inevitable sequía laboral que tiene lugar una vez que se termina el flujo de viajeros y vienen las tres estaciones de quietud. Sin embargo, muchas veces está en la gente la falta de creatividad y actitud que alimenta las consecuencias de la estacionalidad: el miedo al cambio es el peor enemigo en una situación de esta naturaleza.
Si bien el gobierno tiene una gran responsabilidad frente a la estacionalidad, los ciudadanos también son parte del sistema y deberían aportar nuevas ideas para extender el periodo de actividad comercial a lo largo del año. Claro que no siempre se trata de una falta de voluntad por parte de los pequeños empresarios sino del escaso capital para realizar sus proyectos.
En cualquier caso, la clave se encuentra en «perderle el miedo» a la estacionalidad, en desdramatizar sus efectos para tratarla como un fenómeno real, que no dejará de existir, y elaborar una serie de planes de acción a su alrededor con el objetivo de evitar sus consecuencias negativas. Así como en un principio muy poca gente confiaba en Internet como fuente de trabajo y en menos de dos décadas se convirtió en la solución para millones de personas que no pueden o quieren desplazarse para desempeñar su profesión, siempre existen alternativas a lo conocido que pueden derribar cualquier barrera.
Las actividades agrícolas, dependientes de los periodos de siembra y de cosecha, también están atadas a la estacionalidad, en este caso marcada por el clima.