Definición de empleo público

El empleo es la ocupación que le proporciona ingresos económicos a un individuo. El trabajador, en el marco de un empleo, lleva a cabo una cierta actividad, recibiendo un pago por su labor.

De acuerdo a sus características, es posible diferenciar entre distintos tipos de empleo. Se denomina empleo público a aquel generado por el Estado. Dicho de otro modo: en el empleo público, el empleador (el contratante) es algún organismo estatal. El empleo privado, en cambio, tiene como empleador a una empresa (una entidad que no es pública).

Por lo general el Estado es el principal empleador de un país. Por eso el empleo público tiene una gran importancia en la economía. Los funcionarios públicos pueden ser electos (elegidos por la población para ocupar cargos en el gobierno), políticos (designados por los gobernantes) o de carrera (trabajadores que se desempeñan en algún área del Estado, con o sin funciones jerárquicas).

El régimen que regula el empleo público difiere de aquel centrado en el empleo privado. Habitualmente los empleados públicos cuentan con sindicatos propios y están regidos por una normativa específica.

El empleo público es especialmente fuerte en determinados ámbitos, como la seguridad, la educación y la salud. Todos los policías, por ejemplo, son funcionarios públicos. Los maestros, las enfermeras y los médicos, por su parte, pueden desempeñarse en el sector público o en el sector privado, aunque tiene mayor preponderancia el ámbito estatal.

Es importante mencionar que, para algunos gobiernos, contar con muchos empleados públicos supone un problema por la cantidad de dinero que se necesita para pagarles. Por eso, con el objetivo de reducir el déficit, impulsan recortes en el empleo público.

El empleo público tiene algunas ventajas por sobre el privado, y son precisamente estas características que lo vuelven especialmente tentador para mucha gente. En primer lugar se encuentra la estabilidad, ya que los puestos de funcionario suelen asegurarnos una paga estable y un contrato a largo plazo, además de las pagas extras. Salvo excepciones, lo normal es que podamos conservar el puesto hasta jubilarnos, algo que en el sector privado es muy poco frecuente.

Otro de los puntos fuertes del empleo público son las vacaciones, las cuales suelen ser más extensas que en el privado: hay casos en los cuales el gobierno les otorga a sus funcionarios un mes de vacaciones, días de asuntos propios y descanso durante las fiestas, incluyendo Semana Santa, Navidad y Año Nuevo. Cabe señalar que los docentes no pueden escoger la temporada en la cual se toman las vacaciones, por obvias razones, pero luego descansan más que muchos otros profesionales.

El horario de trabajo no suele ser tan estricto en el empleo público, o sea que la hora de llegada y la de salida suelen ser bastante flexibles. Lo mismo ocurre con los minutos asignados para «el café» y el almuerzo, que por lo general no es necesario respetar a rajatabla. Estas características no hablan muy bien de la organización, pero reflejan la realidad de muchos países en los cuales las reglas se crean para que las cumpla tan sólo una porción del pueblo, mientras que otros gozan de excesivos privilegios.

Estas libertades, en apariencia tentadoras, son un arma de doble filo. En parte se deben al hecho de que los supervisores no tienen el mismo grado de poder que en el sector privado, razón por la cual nuestro comportamiento frente a ellos puede ser menos correcto sin que esto repercuta en la finalización de nuestro contrato, pero esto también habla de menos posibilidades de desarrollo y crecimiento dentro de la empresa: dado que nuestros méritos tampoco reciben mucha atención, se produce una falta de incentivo que lleva al estancamiento.

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