Definición de Edad Antigua
Con origen etimológico en el vocablo latino aetas, edad puede aludir a diferentes cuestiones. En este caso, vamos a tomar su acepción como cada uno de los periodos en los que puede dividirse la historia humana. Lo antiguo, por su parte, es algo que se desarrolló mucho tiempo atrás o que tiene existencia desde hace una gran cantidad de tiempo.
En este contexto, se denomina Edad Antigua al periodo que se inicia con la irrupción de las primeras civilizaciones y se extiende hasta la caída del Imperio romano en el mundo occidental (año 476). Se trata, por lo tanto, de la primera edad histórica, surgida tras el final de la prehistoria.
Aunque existen diferentes posturas, es habitual que se vincule el comienzo de la Edad Antigua a la irrupción de la vida urbana, las religiones organizadas y el poder político. En la Edad Antigua también surgieron los impuestos y se intensificó el comercio. La invención de la escritura, por otro lado, fue otro aspecto clave en la finalización de la prehistoria y el comienzo de la historia.
La escritura no sólo es importante porque nos permite expresarnos artísticamente y compartir ideas o noticias con el resto del mundo, sino que también nos ayuda a dejar constancia de nuestras vivencias como especie, para que las generaciones futuras puedan acercarse a nosotros y aprender, tanto de nuestros errores como de nuestros logros. Es por esto que la Edad Antigua fue la primera sobre la cual el ser humano pudo llevar a cabo una historiografía bastante precisa, basándose en los numerosos documentos que describen diversos hechos históricos, creencias y costumbres.
En la Edad Antigua existió una civilización llamada Mesopotamia, la cual se asentó entre los ríos Éufrates y Trigris, en el continente asiático. Su organización política variaba entre las dos regiones que la comprendían, la Alta y la Baja Mesopotamia: mientras que en la primera se priorizaba la unificación, en la segunda reinaba la división. Este pueblo fue pionero en el desarrollo de la escritura, junto con Egipto. Los historiadores la consideran la cuna de la civilización, porque en ella se sentaron las bases de las formas políticas y sociales organizadas.
Los antiguos egipcios no sólo realizaron importantes aportes al nacimiento de la escritura sino también al desarrollo de la arquitectura. Se trata de una civilización basada a orillas del río Nilo que escogió para su organización política la monarquía y le dio una gran relevancia a la clase sacerdotal.
Si hablamos de la Edad Antigua tampoco podemos dejar de lado la Antigua Grecia, considerada la cuna de la cultura occidental gracias a su legado en materias como el arte, la organización política y la filosofía, que incluso en la actualidad sigue resultando de gran relevancia para el desarrollo de nuestra especie.
El Imperio Romano, por su parte, comenzó a surgir alrededor del siglo VIII a. C. y alcanzó su apogeo en el siglo I, durante la dinastía Julio-Claudio. Su expansión no tenía precedentes, aunque fue precisamente este crecimiento desmedido una de las causas de su posterior caída.
Muchos expertos reconocen, en la Edad Antigua, un periodo específico llamado Antigüedad clásica, relacionado con el esplendor de la civilización grecorromana (desde el siglo V antes de Cristo hasta el siglo II d. C.). En dichos siglos se forjó la idea de ciudadanía, se fortaleció un poder centralizado (el imperio) y se extendió el pago obligatorio de tributos.
A la Edad Antigua le siguió la Edad Media, también conocida como Medioevo. Este periodo se puso en marcha con la mencionada caída del Imperio romano occidental y se prolongó hasta mediados (caída del Imperio bizantino) o finales (llegada de Cristóbal Colón a América) del siglo XV.