Definición de divertido

Algo divertido es aquello que produce diversión: recreación, entretenimiento. Lo divertido hace que una persona esté de buen humor o sienta alegría. Por ejemplo: “El cumpleaños de Ernesto fue muy divertido: nos quedamos cantando y bailando hasta la madrugada”, “El último libro del escritor chileno es divertido gracias a las situaciones absurdas e hilarantes que presenta a lo largo de sus páginas”, “Voy a buscar algún programa divertido para ver en la tele antes de dormir”.

Los seres humanos, por lo general, intentan divertirse ya que se trata de una emoción o sensación agradable. Cuando alguien está divertido, no suele preocuparse ni pensar en sus problemas, y de hecho es muchas veces esa lejanía de las cuestiones difíciles de resolver lo que nos impulsa a buscar la diversión.

Sobra decir que no somos los únicos seres vivos que saben divertirse. Si observamos el día a día de un individuo de otra especie también notaremos que dedica parte de su tiempo a la distensión y al entretenimiento, aunque su cultura sea diferente a la nuestra. Ya sea que hablemos de un lobo, un caballo o un cuervo, los animales pueden dejar a un lado sus obligaciones durante un rato para divertirse en compañía de sus amigos.

Es importante mencionar que el adjetivo divertido puede aludir a una situación particular o a una característica inherente o propia. Es decir: un sujeto puede “estar” divertido o “ser” divertido. El hecho de estar divertido se vincula a un estímulo externo y pasajero (asistir a una fiesta, ver una película cómica, conversar con amigos), mientras que, cuando una persona tiende habitualmente a divertir a los demás o a divertirse, se la califica como divertida: “Estoy divertido viendo cómo discuten los niños sobre fútbol”, “Mi tío es un hombre divertido que siempre tiene una sonrisa”, “¿Por qué estás tan divertido?”.

Dado que cada persona tiene la posibilidad de desarrollar sus propios gustos, una misma actividad puede parecer divertida para algunos pero aburrida para otros. Lo mismo ocurre con productos tales como libros, películas y videojuegos. En otras palabras, no podemos definir un conjunto cerrado que incluya todos los elementos considerados «divertidos».

A pesar de ello, las convenciones y el sentido común nos sirven para intuir qué cosas no son divertidas, o no deberían serlo. En primer lugar deberíamos ubicar el daño a los demás: nadie en su sano juicio debería disfrutar de herir a otro ser vivo, independientemente de que lo haga de manera arbitraria o en defensa propia. La violencia, por lo tanto, no es una forma de diversión.

Dormir y comer tampoco son acciones que puedan ser consideradas divertidas, aunque esto no quita que podamos tener un sueño divertido o una conversación divertida mientras almorzamos con una persona de nuestro agrado.

Si les preguntamos a cien personas escogidas al azar qué les causa diversión, probablemente alguna de ellas mencione la lectura, los videojuegos, las películas, el deporte competitivo o los juegos de mesa, aunque la diversidad que caracteriza nuestra naturaleza nos impide saberlo con seguridad.

Si bien lo divertido es valorado, hay contextos donde no tiene lugar. En el ámbito laboral, por citar un caso, la diversión no suele ser una prioridad, sino que las acciones persiguen otros efectos (eficiencia, precisión, etc.). Buscar un componente divertido en un funeral o un conflicto bélico, por otro lado, resulta desubicado.

En Argentina y Perú, por otro lado, decir que alguien «está divertido» puede significar que se encuentra en un ligero estado de ebriedad. El diccionario de la Real Academia Española define la expresión estar o andar mal divertido, da como «llevar una vida entregada a los vicios».

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