Definición de desdicha
La idea de desdicha refiere al infortunio, la infelicidad o la desventura. Quien sufre una desdicha, por lo tanto, atraviesa un momento complicado o triste. Por ejemplo: “Todo marchaba bien hasta que la desdicha se hizo presente”, “El jugador tuvo la desdicha de golpearse contra un cartel publicitario, un accidente que le provocó un corte profundo en la pierna izquierda”, “El escritor narra la desdicha de un joven que se queda sin trabajo y debe abandonar su pueblo”.
Muchas veces se vincula la desdicha a la mala suerte. Por eso puede decirse que un hecho desdichado es algo desafortunado. Supongamos que una pareja ahorra dinero durante años para disfrutar unas vacaciones románticas en una playa caribeña. Al llegar al destino, se desata una fuerte tormenta que causa destrozos y que les impide estar al aire libre. El mal tiempo se extiende durante toda su estadía. Ante este marco, se puede indicar que la pareja tuvo la desdicha de padecer las inclemencias climáticas durante su viaje.
La desdicha también puede vincularse a un suceso trágico o a sus consecuencias. Puede afirmarse que la desdicha se instala en la vida de un hombre que sufre el asesinato de su hijo a manos de delincuentes. Esta tragedia, por supuesto, deja una profunda huella en la existencia de este sujeto que, aunque consiga reponerse y seguir adelante, nunca más encontrará la felicidad que sentía cuando estaba junto a su descendiente.
Dependiendo del punto de vista, es posible decir que la desdicha no llega a la vida de una persona por azar, sino que la atraen sus acciones y sus decisiones, día a día, paso a paso. Claro que esto no es fácil de aceptar, especialmente ante situaciones terribles como la pérdida de un ser querido; ¿quién querría aceptar que su hijo murió por su culpa, a causa de su negligencia? Sin embargo, no debemos entender este enfoque como una interpretación que nos condena inevitablemente por nuestras propias desgracias, sino como una visión equilibrada de la vida.
Después de todo, el equilibrio no es más que un estado inevitable en el cual cada fuerza se ve compensada por una opuesta, más allá de cualquier apreciación cualitativa. Cuando una persona consigue un puesto de trabajo luego de superar un arduo proceso de selección puede decir que se siente afortunada, pero del otro lado de la balanza están todos aquellos individuos que no lo han conseguido, no por mala voluntad del primero sino por una cuestión natural.
No podemos decir que ganarse la lotería sea generarle desdicha a todos los perdedores, aunque muchos de ellos probablemente no puedan superar sus problemas a causa de no contar con el dinero del premio. Esto explica que el equilibrio no siempre viene a buscarnos para cobrarnos por los sucesos negativos que se relacionan con nuestras decisiones y acciones, sino parte del orden natural del universo.
Enfocarse en la propia desdicha y quejarse de la mala suerte en lugar de mirar hacia el futuro y buscar la manera de salir del pozo es una de las peores actitudes que podemos adoptar. Nadie nos puede quitar el sufrimiento ni borrar nuestros malos recuerdos, pero el victimismo tampoco nos ayuda y por eso la receta para superar los obstáculos es liberar la mente de los malos pensamientos y buscar soluciones prácticas.
“Una serie de catastróficas desdichas”, por último, es el nombre con el cual se conoció en España a la saga literaria “Series of Unfortunate Events”, bautizada como “Una serie de eventos desafortunados” en América Latina. Se trata de un conjunto de libros que escribió Daniel Hendler con el pseudónimo de Lemony Snicket.