Definición de deflagración
Deflagración es el proceso y el resultado de deflagrar. Este verbo, que deriva del vocablo latino deflagrāre, refiere a lo que hace una sustancia cuando arde de manera súbita, sin explosión pero con llama.
Una deflagración produce reacciones que resultan iguales a las generadas por una combustión: se desarrolla rápidamente un proceso de oxidación que provoca la aparición de una llama. Esta llama, debido a la difusión térmica, puede avanzar.
Cuando se produce una explosión, en cambio, la combustión se vincula a una onda de choque se propaga. De todos modos, es habitual que deflagración se utilice como sinónimo de explosión, aunque se trata de conceptos diferentes.
Una explosión libera bruscamente energía que estaba encerrada en un volumen pequeño, provocando un aumento violento de la presión que genera un estruendo y desprendimiento de gases, luz y calor. La deflagración, por su parte, implica la aparición súbita de una llama.
El desarrollo de una deflagración requiere de una serie de factores, que deben darse cumpliendo ciertas condiciones, como se explica a continuación:
* en primer lugar, es necesario un producto inflamable el cual se debe mezclar con el aire, y debe estar en su punto de inflamación;
* por otro lado, un foco de ignición debe realizar un aporte de energía;
* ante el estímulo calórico, las partículas volátiles del producto experimentan una reacción espontánea. Dicho estímulo funciona como iniciador primario o catalizador de reacción.
Veamos algunos de los conceptos relacionados con deflagración que se mencionan en las líneas anteriores. Comenzamos por punto de inflamación, el cual también se conoce con los siguientes nombres: punto de ignición o punto de incendio. Se trata del grupo de condiciones físicas de una materia combustible (tales como su temperatura o su presión) que resultan fundamentales para que la misma comience a arder cuando se le acerca una fuente de calor (la cual se denomina fuente de ignición) y que la llama no se apague cuando ésta se retire.
Cuando se aplica una fuente de calor externa a una sustancia combustible y ésta se calienta, comienza a atravesar un proceso de oxidación. Esta reacción es de tipo exotérmico, o sea que tiene lugar con desprendimiento de calor. A medida que la temperatura se incrementa, la oxidación ocurre a mayor velocidad, y esto continúa hasta el momento en el cual el calor que desprende es suficiente para que la ignición continúe sin necesidad de la fuente externa.
Por otro lado tenemos el concepto de catalizador, un componente fundamental de la deflagración. Para definirlo, necesitamos en principio hablar del proceso denominado catálisis, el cual se utiliza para incrementar la velocidad de una reacción química. En la catálisis actúa una sustancia que se conoce con el nombre de catalizador, la cual activa el proceso, y unas llamadas inhibidores, que lo desactivan.
Las armas de fuego, por ejemplo, provocan una deflagración cuando su carga de pólvora entra en combustión. La pólvora es el propelente que permite disparar el proyectil a una gran velocidad.
Un fósforo o cerilla también causa una deflagración. Cuando la cabeza se frota sobre la superficie correspondiente, alcanza su temperatura de ignición y se enciende. La reacción redox vinculada a la deflagración permite inflamar el combustible presente en al cabeza del utensilio.
Otros ejemplos muy comunes del fenómeno de la deflagración se pueden apreciar en los siguientes casos: la combustión que tiene lugar en un horno o una estufa a gas, por ejemplo, cuando se mezclan el aire y el gas; en un motor de combustión interna, que utiliza una mezcla de aire y combustible; las mezclas presentes en los dispositivos de fragmentación de roca y en los fuegos artificiales.