Definición de deflación

Deflación es un término que deriva del francés déflation, aunque su antecedente más lejano se encuentra en la lengua inglesa: deflation. No obstante, parece ser que el origen etimológico más antiguo de esa palabra se encuentra en el latín. Y es que se encuentra conformada por tres partes de dicha lengua:
• El prefijo “de-“, que se usa para indicar una separación o un descenso.
• El verbo “flare”, que es sinónimo de “hinchar”.
• El sufijo “-cion”, que es indicativo de “acción”.

Este concepto se utiliza en el ámbito de la economía para nombrar a la caída de los precios que, por lo general, se ocasiona a partir de una situación de recesión económica.

Puede considerarse, por lo tanto, que la deflación es lo opuesto a la inflación, una palabra que se utiliza para nombrar a la subida de los precios que se produce en una determinada economía.

Para que exista la deflación, el descenso de los precios debe ser generalizado y tiene que extenderse por, al menos, doce meses (de acuerdo a lo que postulan diversos organismos financieros). Lo habitual es que la deflación se produzca por un retroceso de la demanda de bienes y servicios: la poca demanda hace que los productores se vean forzados a bajar el precio para tratar de seducir a los compradores y aumentar las ventas.

Una vez que se inicia el proceso de deflación, puede resultar muy difícil revertirlo. La caída de los precios hace que los empresarios obtengan menos ganancias, algo que suele acarrear despidos y un retroceso en la inversión. Al incrementarse el número de desocupados, la demanda sigue cayendo, lo que favorece descensos aún más bruscos en los precios.

En estos momentos de crisis económica que se está viviendo en muchos países, España es un claro ejemplo de una situación de deflación. En concreto, esta ha provocado en la nación una caída estrepitosa de los precios en multitud de áreas así como otras consecuencias muy duras como el crecimiento de lo que se ha dado en llamar empleos “basura” o el aumento de los jóvenes del país que han tenido que marcharse fuera para poder encontrar un empleo y una estabilidad económica.

El gobierno, ante una situación de deflación, puede promover el crédito y aumentar el gasto público con la intención de aportar dinamismo a la economía y lograr que los ciudadanos vuelvan a consumir.

Otras de las medidas que se pueden tomar para hacerle frente a un proceso de deflación son la bajada del precio del dinero, una reducción de los impuestos e incluso un aumento de las transferencias.

Este año, por ejemplo, el BCE (Banco Central Europeo) se ha visto en la necesidad de acometer diversas acciones para poder hacerle frente a la deflación que se registra en diversos rincones del continente. Por eso, no ha dudado en acometer la bajada de los tipos de interés en la zona euro, la puesta en marcha de medidas para impulsar el crédito a las empresas o subastas semanales para que los bancos puedan obtener liquidez.

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