Definición de danza contemporánea
Antes de entrar de lleno en la definición del término danza contemporánea se hace necesario proceder a descubrir el origen etimológico de las dos palabras que le dan forma:
-Danza, en primer lugar, procede del francés. En concreto, emana de “danser”, que puede traducirse como “bailar”.
-Contemporánea, en segundo lugar, deriva del latín, más exactamente de “contemporaneus”, que es fruto de la suma de tres componentes bien delimitados: el prefijo “con-”, que es sinónimo de “junto”; el sustantivo “tempus”, que significa “tiempo”, y el sufijo “-aneo”, que se usa para indicar relación o pertenencia.
Se llama danza al acto de bailar, que puede desarrollarse de múltiples maneras. Lo contemporáneo, por otra parte, es aquello que forma parte del tiempo en que se vive.
La idea de danza contemporánea, en este marco, se refiere a un estilo del ballet clásico que otorga una mayor libertad al bailarín. Esta modalidad de danza surgió a fines del siglo XIX como una reacción ante las características más rígidas propias del clasicismo.
En la danza contemporánea, el bailarín se expresa a través de las técnicas del ballet clásico pero incorporando otros movimientos corporales más modernos. Por eso a este estilo se lo conoce como danza contemporánea o danza moderna.
La mezcla de múltiples influencias es una de las principales características de la danza contemporánea, que puede incluir formas de narración que no resultan lineales y hasta puede apostar por las herramientas multimedia para complementar las coreografías.
Mientras que la danza clásica se basa en pasos estructurados y ya codificados, la danza contemporánea deja lugar a la innovación y permite que el bailarín y el coreógrafo exploten su creatividad. La trasgresión, en este sentido, es considerada como un valor positivo, a diferencia de lo que ocurre en el ballet clásico.
Los especialistas distinguen entre la escuela americana y la escuela europea de la danza contemporánea. A su vez marcan la existencia de diferentes generaciones que fueron modificando los preceptos.
La coreógrafa y bailarina estadounidense Isadora Duncan, nacida en 1877 y fallecida en 1927, suele ser señalada como la fundadora de la danza contemporánea. Autodidacta, se alejó del ballet clásico al incorporar movimientos vinculados al expresionismo.
No obstante, no podemos pasar por alto que, además de Duncan, hay otras figuras a nivel internacional que también dejaron su impronta en la danza contemporánea y que contribuyeron a dotarla de las características que posee.
Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a figuras de la talla de la coreógrafa y bailarina Doris Humphrey (1895 – 1958) o de Martha Graham (1894 – 1991). Esta última, que fue también bailarina y coreógrafa, se considera que dejó una huella tan importante en la danza contemporánea como Stravinsky lo hizo en la música o el malagueño Pablo Picasso en las artes plásticas.
Sin embargo, a esas mujeres podrían añadirse otros nombres como los del maestro y bailarín José Limón, la productora y bailarina Marie Louise Fuller, el coreógrafo y bailarín Paul Taylor, el bailarín y coreógrafo Kurt Jooss o Vera Skonel, entre otros muchos.