Definición de cuadro teatral
La noción de cuadro teatral se emplea con referencia a las partes breves en las cuales puede dividirse una obra.
El concepto de cuadro teatral suele aludir a aquellas escenas que transcurren sin que cambie el decorado; su final se caracteriza porque el tablado queda vacío por un momento, y porque indica que se interrumpe el curso de la acción, ya sea temporal o espacialmente.
Las modificaciones de escenografía, por lo general, marcan el inicio y el final de un cuadro teatral. El fin de estos cuadros también puede implicar que la acción se interrumpa espacial o temporalmente, quedando el escenario vacío por algunos instantes. Esto quiere decir que, en ocasiones, no es necesario que se produzca un cambio de decorado para que un cuadro teatral concluya.
Puede entenderse el cuadro teatral como una representación de un suceso de escasa duración. En la actualidad, el cuadro es la estructura que más se utiliza, y su característica principal es que se trata de una unidad independiente de las demás; cada uno tiene su propio planteamiento, un desarrollo y un desenlace, de manera que en él puede haber más de una escena.
Dadas las características de la vida actual, que nos lleva de forma frenética de una actividad a otra, sin tiempo o espacio para tomar verdaderas decisiones, ya que todas han sido tomadas por quienes imponen las modas, es fácil entender el atractivo del cuadro teatral en lugar de una composición mucho más extensa y compleja. Estamos en una era que busca la satisfacción y el contenido en pequeñas porciones, que puedan ser consumidas mientras comenzamos a levantarnos y desplazarnos hasta nuestra siguiente estación.
Es importante señalar que es posible relacionar más de un cuadro desde un punto de vista temático sin que exista una progresión lineal. Se consideran estructuras no aristotélicas porque no deben obedecer los patrones de «unidad», sino que es posible presentarlos con variables de orden.
Precisamente, las unidades aritotélicas son reglas pertenecientes al ámbito de la literatura, que se diseñaron específicamente para su uso en la dramaturgia, aunque su alcance va más allá y abarca el arte en general en forma de teoría y criterio estético, con el objetivo de conseguir en las obras un carácter unitario.
Durante el Siglo de Oro español, una etapa en la cual la literatura y el arte en general florecieron considerable, el cuadro teatral se conocía a menudo con el nombre de escena.
Los cuadros, a su vez, constituyen los actos, que son las partes principales de una obra. En los actos juega un papel fundamental la estructura narrativa, según la cual se plantea un problema, se presenta a los personajes y luego se desarrollan las situaciones conflictivas que impiden sus objetivos, para finalmente conducir al desenlace, en el cual no siempre se resuelven.
Las obras de teatro, en definitiva, están formadas por actos, mientras que los actos se componen de cuadros o escenas. Los espectadores perciben la trama como una unidad, como un todo, más allá de estas subdivisiones.
Se conoce como cuadro de costumbres, por otra parte, a un artículo escrito en prosa que ofrece una descripción de valores, hábitos y conductas que resultan comunes a una clase social, una región geográfica o un oficio.
Los españoles Serafín Estébanez Calderón y Mariano José de Larra son algunos de los autores más famosos de cuadros de costumbres. Los artículos de este tipo suelen recopilarse en antologías que aportan numerosos datos de interés para la sociología ya que describen cómo se vivía en un determinado periodo histórico.
Según señala el diccionario de la Real Academia Española (RAE), por último, también se denomina cuadro al conjunto de intérpretes que, en un espectáculo, se quedan estáticos frente a los espectadores durante ciertos momentos.