Definición de cráter
El origen etimológico de cráter se encuentra en un vocablo griego que luego derivó en el latín crater (traducible como “copa”). En el sentido más amplio, un cráter es un hundimiento o una concavidad que suele tener forma circular.
Por lo general, la noción alude específicamente a la depresión topográfica que se genera por la explosión de un volcán, a través de la cual puede salir lava, cenizas, humo y otras sustancias o partículas.
La actividad volcánica produce este tipo de cráteres que habitualmente se ubican en la cima del volcán y que funcionan como su “boca”. Hay volcanes que disponen de un cráter principal y de otros secundarios.
Los cráteres, por otra parte, se pueden producir por el impacto que causa un meteorito cuando cae sobre la superficie terrestre. De acuerdo a la masa, la velocidad y la energía cinética del meteorito, el cráter resultante será más o menos grande.
Un ejemplo de estos cráteres es el cráter de Vredefort, en Sudáfrica. Se cree que se produjo hace más de 2000 millones de años, lo que lo convierte en el cráter más antiguo de nuestro planeta entre todos aquellos que son visibles.
Los cráteres también se encuentran en otros planetas más allá de la Tierra, e incluso en satélites como la Luna. Se han detectado cráteres en Marte, Venus y Mercurio, por ejemplo.
Los cráteres de explosión, por otro lado, son aquellas depresiones provocadas como consecuencia de un material explosivo. Si alguien detona una bomba en una carretera urbana, por ejemplo, es probable que cause el hundimiento del pavimento, entre otros trastornos en los alrededores.
Se conoce como astroblema o cráter de impacto a la depresión que queda tras el impacto de un meteorito sobre un cuerpo planetario cuya superficie sea sólida, tal como puede ser un planeta, un satélite, un asteroide o un planeta enano.
Es importante señalar que las dimensiones de los meteoritos que llegan a los astros son muy variadas, ya que pueden ser desde pequeños granos de polvo hasta inmensos cuerpos de varias decenas de kilómetros. Su energía cinética es tal que puede provocar en el suelo una fragmentación propia de una explosión, dada su violencia. Se han registrado casos de meteoritos con masas considerables que provocaron, al momento del impacto, la salida de lava, la cual se solidificó y dotó a los cráteres de una base llana.
Cráter deriva de un término griego que significa «vasija», y esto se debe a que su forma es similar a la de un tazón, así como la que deja la explosión de una bomba o un proyectil, algo que ha sido probado en varios experimentos. Los cráteres de impacto nunca llegan solos, sino que provocan un gran número de cambios en el paisaje a causa de la gran violencia con la que el meteorito impacta sobre la tierra; por ejemplo, aparecen las brechas (rocas sedimentarias detríticas que están formadas en un 50% por fragmentos de piedra fusionados por un cemento natural).
Los cráteres aparecen con menos frecuencia en los planetas que poseen una envoltura gaseosa, en parte porque el roce con la capa de gas denominada atmósfera disminuye bruscamente la velocidad de los meteoritos. Esta fricción también los calienta considerablemente, hasta alcanzar los miles de grados centígrados, y esto puede derivar en tres fenómenos, según las características físicas del meteorito:
* se puede volatilizar muy lejos del planeta y caer lentamente en forma de polvillo meteorítico;
* se puede desintegrar cerca de la superficie a causa de la diferencia entre sus temperaturas interior y exterior;
* puede desgatarse considerablemente a lo largo de su viaje (esto se conoce con el nombre de ablación).