Definición de corticoide
Establecer el origen etimológico del término corticoide que en estos momentos nos ocupa supone determinar que el mismo se encuentra en el latín. Más exactamente podemos especificar que, en concreto, procede del vocablo latino cortex que puede definirse como “corteza”.
El concepto de corticoide se emplea en el campo de la biología para identificar a las hormonas de tipo esteroídico que se producen en las glándulas suprarrenales (más precisamente en su corteza) y a sus derivados.
Estas hormonas, que pertenecen al conjunto de los esteroides, pueden ser sintetizadas de manera artificial y poseen múltiples aplicaciones terapéuticas, ya que favorecen el catabolismo de proteínas, ayudan a regular o tratar inflamaciones, benefician al metabolismo de hidratos de carbono y contribuyen a reforzar el sistema inmunitario.
Los corticoides son producidos de forma natural por el organismo del ser humano. Estas sustancias operan de modo fisiológico para atenuar las respuestas del cuerpo a los procesos inflamatarios, controlar situaciones de estrés, inhibir la fagocitosis y otras cuestiones.
El suministro de fármacos con corticoides, por lo tanto, puede generar complicaciones ya que la aplicación exógena puede interferir con la producción endógena. Por eso un médico debe ser el responsable de administrar tratamientos con corticoides que no tengan un efecto dañino para el organismo.
Resulta imprescindible, pues, que un profesional analice los eventuales riesgos y beneficios del suministro exógeno de corticoides. Por ejemplo: si se emplean corticoides para tratar infecciones virales durante un tiempo prolongado, el virus puede desarrollarse con mayor velocidad.
Los corticoides, también llamados corticosteroides, cuando se emplean como tratamiento pueden dar lugar, en determinados casos, a una serie de consecuencias graves para la salud como sería, por ejemplo, la aparición del conocido como síndrome de Cushing. Este se define por ser una patología que se identifica porque surge como consecuencia del aumento notable de la hormona cortisol.
Entre los síntomas que indican que un paciente sufre dicha enfermedad se encuentran la hipertensión, la impotencia, la amenorrea en el caso de las mujeres, dolores de espalda o cabeza, obesidad, debilidad muscular, irritabilidad o lo que se conoce como cara de luna. Esta se traduce en tener un rostro redondo y rojo.
No obstante, la ingesta durante un periodo determinado de los corticoides también puede dar lugar a la aparición de la enfermedad de Addison que se traduce en una insuficiencia suprarrenal. Cambio en la coloración de la piel, debilidad, irritabilidad intestinal o una actividad del corazón de tipo hipocinética son los principales síntomas de la mencionada patología.
Cabe resaltar que el fármaco corticoide también puede generar efectos secundarios, como problemas en el almacenamiento de calcio en los huesos, acumulación de grasa corporal, gastritis y daños en el cutis.
Y todo ello sin olvidar tampoco la aparición de estrías o de las llamadas telangiectasias, también llamada arañas vasculares, que son unas lesiones que se producen en el ojo o en otras partes del cuerpo, como cara o cuello, al producirse la dilatación de los capilares.
No hay que olvidar que ciertos corticoides pueden permanecer varios meses en el cuerpo después de una única dosis, mientras que otros son expulsados del organismo en pocas horas. El médico siempre debe ser el encargado de administrar el tratamiento.