Definición de ciudadanía
La noción de ciudadanía tiene tres grandes usos: permite referirse a la cualidad y derecho de ciudadano (“La ciudadanía no es respetada en este país”), al conjunto de los ciudadanos de una nación (“Los representantes han escuchado las exigencias de la ciudadanía”) y al comportamiento propio de un buen ciudadano (“El empresario, haciendo gala de su sentido de la ciudadanía, donó miles de pesos al comedor infantil”).
Además de todo ello no podemos pasar por alto que existe lo que se conoce como carta de ciudadanía, también llamada carta de naturaleza. La misma es un documento que permite adquirir la nacionalidad de un país en concreto y se caracteriza, en el caso de España, por tener carácter graciable, es decir, que se otorga sin sujeción a ningún tipo de precepto.
En el país citado tenemos que exponer que pueden solicitar aquella carta los mayores de 18 años, el representante legal de todo aquel individuo que posea menos de 14 años, quien tenga más de 14 años y esté asistido por su representante legal, y también la persona que esté incapacitada bien por sí misma o a través de su citado representante legal.
Asimismo para solicitarla hay que presentar una solicitud y junto a ella deben ir documentos tales como el certificado del nacimiento del cónyuge si es español, el certificado de matrimonio, el certificado del nacimiento del interesado…
Un ciudadano es un habitante que es sujeto de derechos políticos. Estos derechos le permiten intervenir en el gobierno de su país a través del voto. La ciudadanía también implica ciertas obligaciones y deberes (como el respeto por los derechos del prójimo).
La acción ciudadana debe ser responsable, pacífica y autorregulada. Su principal objetivo es mejorar el bienestar público. Las acciones que sólo buscan el beneficio individual, en cambio, no están vinculadas a la ciudadanía.
La ciudadanía plena de todos los ciudadanos es imprescindible para el buen funcionamiento de una democracia. Si algunos ciudadanos no pueden votar (por cuestiones de religión, etnia, sexo, etc.), la democracia falla y los postulados de la ciudadanía no se cumplen.
Esto nos permite recordar que, a lo largo de la historia, la noción de ciudadanía fue mutando. En la antigua Grecia, por ejemplo, los únicos ciudadanos eran los varones con capacidad para adquirir armas y defender la ciudad. Las mujeres, los esclavos y los extranjeros no eran considerados como ciudadanos.
Las democracias actuales, en cambio, suelen considerar ciudadanos plenos a todos los hombres y mujeres mayores de una cierta edad (por lo general, los 18 años).
Es interesante saber que en España además en el año 2006 se llevó a cabo la aprobación por parte del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero de una asignatura para la Educación Primaria y Secundaria llamada “Educación para la Ciudadanía”. Una materia esta que apostaba por promover una sociedad tolerante, justa y defensora de los derechos humanos y las libertades.
Sin embargo, tras la llegada al poder del presidente Mariano Rajoy, el ministro de la citada área suprimió aquella materia por otra que recibió el nombre de Educación Cívica Constitucional que ha contado con el rechazo de gran parte de la sociedad ya que elude cuestiones tales como las desigualdades sociales y aborda, sin embargo, asuntos como la economía privada o el que da en llamar nacionalismo excluyente.