Definición de autocracia

Lo primero que hay que hacer a la hora de conocer el término autocracia es descubrir su origen etimológico. En este caso tenemos que exponer que se trata de una palabra denominada cultismo que es fruto de la suma de dos elementos griegos:
-El término “autos”, que puede traducirse como “por sí mismo”.
-El sustantivo “cratos”, que es sinónimo de “gobierno” y de “poder”.

Más en concreto hay quienes consideran que autocracia fue una palabra a la que se le dio forma a principios del siglo XIX por el poeta Robert Southey. Se determinó que le dio forma para referirse a Napoleón Bonaparte. Sin embargo, parece ser que no es así porque no solo ya era utilizada por los zares de Rusia sino que incluso se puede encontrar en obras de filósofos griegos tales como Platón, Aristóteles o Plutarco.

Se denomina autocracia al tipo de gobierno cuya ley superior es la voluntad de un único individuo.

En una autocracia, una persona ostenta la totalidad del poder. También se puede usar la noción cuando un conjunto de sujetos ejercen el poder sin que existan limitaciones ni regulaciones.

Entre las principales características que definen a una autocracia podemos destacar las siguientes:
-El poder se encuentra en manos de una única persona, que es la que lo concentra por completo.
-Lo habitual es que en una autocracia se vulneren los derechos humanos a todas las personas que piensen de manera diferente a quien ostenta el poder.
-La violencia y la corrupción son habituales en cualquier autocracia.
-Por regla general, la autocracia puede definirse mediante términos tales como autoritarismo, despotismo y tiranía.
-También hay que establecer que en una autocracia suele ocurrir que se le da forma a una oligarquía, lo que supone que tanto quien ostenta el poder como sus allegados acaben beneficiándose de la situación.

La idea de autocracia surgió de manera consolidada en Rusia. Los zares eran autoridades que, a la hora de tomar decisiones e implementar medidas, no enfrentaban ningún condicionamiento. El absolutismo de Luis XIV en Francia también suele considerarse como una autocracia.

En general, todas las monarquías antiguas se acercaban a la autocracia. El rey llegaba al poder por herencia o voluntad divina y no tenía que rendir cuentas a ningún organismo. El resto de las personas, por lo tanto, carecía de la posibilidad de participar en la vida política (no votaba a sus representantes, por ejemplo).

Con el avance de la historia, las monarquías tuvieron que adaptarse a los principios de la democracia. Así surgieron las monarquías parlamentarias y las monarquías constitucionales, donde las atribuciones del rey son acotadas y existen otras figuras y organismos de poder (primer ministro, presidente, legisladores, etc.).

Puede decirse, en definitiva, que lo opuesto a la autocracia es la democracia. En un sistema democrático, el poder se encuentra repartido en la sociedad mediante diversos mecanismos. Esto hace que las decisiones que toman los gobernantes cuenten con legitimidad ya que quien gobierna no lo hace en su nombre, sino en representación del pueblo.

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