Definición de austeridad
Hasta el latín tendríamos que retrotraernos para poder encontrar el origen etimológico de la palabra austeridad. En concreto, tenemos que decir que es fruto de la suma de dos componentes de dicha lengua: el adjetivo “austerus”, que es sinónimo de “áspero o difícil”, y el sufijo “-itas”, que puede traducirse como “cualidad”.
Austeridad es un término que indica la cualidad de austero. Alguien austero, por su parte, es sobrio, morigerado, penitente y severo, que no hace ninguna clase de alardes y que se ajusta con rigurosidad a las normas de la moral.
En los últimos años, debido a la situación de crisis económica, en la que se encuentran inmersos diferentes países del mundo, se ha producido el uso continuado de lo que se ha dado en llamar austeridad económica.
En concreto, con dicho término lo que intenta definirse es a un tipo de política de carácter económico que llevan a cabo diversos gobiernos con el claro objetivo de conseguir mejorar en algo la situación financiera, aunque en muchos casos no logran los resultados esperados.
De esta manera cuando se incentiva y apuesta por la austeridad económica lo que se lleva a cabo es un conjunto de subida de impuestos al tiempo que una reducción de gasto público. Es decir, lo que los ciudadanos de a pie han dado en llamar recortes.
Así, por ejemplo, en España el gobierno del Partido Popular ha establecido ese tipo de política mediante contundentes recortes en educación o salud pública, lo que ha suscitado las quejas y reproches de la población por considerar que aquellos suponen un grave menoscabo a su calidad de vida. Todo ello al tiempo que han visto cómo se producía la subida de impuestos en aspectos tales como la electricidad.
Por ejemplo: “Este gobierno mantendrá la austeridad y será totalmente transparente”, “Creo que, en esta época de crisis económica, la austeridad es esencial”, “El cantante no se caracteriza por su austeridad: acaba de gastar medio millón de dólares en juguetes para su hija”.
Es posible asociarse la austeridad a la frugalidad (el consumo mesurado de bienes y servicios) o al ascetismo (la negación de los placeres materiales). Por eso puede entenderse a la austeridad como la mortificación de las pasiones o de los sentidos.
No hay que vincular, en cambio, la austeridad con la carencia. Un millonario puede ser austero, mientras que un pobre puede derrochar lo poco que tiene. Supongamos que el dueño de una gran empresa gana 200.000 dólares al mes. Esta suma le permitiría tener automóviles de lujo y una mansión, o hacer viajes alrededor del mundo. Sin embargo, este empresario prefiere la austeridad: vive en la casa que heredó de sus padres, tiene un coche viejo y veranea siempre en una playa de su país.
Un hombre que está desempleado, en cambio, gasta más allá de sus posibilidades y consume sus ahorros sin pensar en el futuro. Pese a no tener trabajo, esta persona demuestra no saber qué es la austeridad y decide comprarse un coche nuevo aunque ya tiene uno que le permite desplazarse sin problemas.