Definición de arritmia
El concepto que vamos a abordar se encuentra formado por dos partes que tienen su origen etimológico en el griego. Esas dos partes son las siguientes: el prefijo “a” que significa “sin” y el término ρυθμός que puede traducirse como “ritmo”. Por tanto, partiendo de esta matización podríamos decir que arritmia es sinónimo de “sin ritmo”.
La arritmia hace referencia a la carencia de un ritmo que resulte estable o regular. En el ámbito de la medicina, la arritmia implica un trastorno en la sístole del corazón.
Esto quiere decir que, al contraerse para bombear sangre, el corazón realiza movimientos que resultan irregulares y arrítmicos. La estructura que se encarga de controlar el ritmo cardíaco se conoce como nódulo sinoauricular. Desde esta estructura surge el impulso eléctrico que ordena el movimiento de contracción que desarrollan las aurículas.
Al alcanzar el nódulo auriculoventricular, el impulso eléctrico llega al haz de His y genera la contracción ventricular.
¿Por qué es importante el ritmo y la adecuada circulación del impulso? Si la contracción del corazón no tiene lugar cuando este órgano se encuentra cargado de sangre, la distribución de la misma al organismo será inadecuada. La arritmia, en definitiva, es el nombre que reciben las anomalías del ritmo cardíaco.
En este sentido podemos subrayar que cuando se produce en una persona una arritmia de tipo cardíaco esta tiene lugar básicamente por tres causas. Una de ellas puede ser porque los caminos para que se produzca la conducción eléctrica están alterados; otra porque el impulso eléctrico necesario no se ha producido en la zona adecuada; y finalmente el tercer motivo puede ser porque se produce un fallo en el mecanismo como consecuencia de que no existe suficiente impulso.
Además de todo ello hay que añadir que las arritmias se pueden clasificar según cuatro criterios claramente diferenciados como son por su origen (ventriculares o supraventiculares), por su repetición (crónicas o paroxísticas), por su frecuencia cardíaca (lentas o rápidas) y por su causa (patológicas o fisiológicas).
En cualquiera de estos casos citados, la persona que las sufra tendrá una serie de síntomas que claramente determinan que está sufriendo una arritmia. Entre los mismos se encontrarían desde mareos hasta palpitaciones pasando por pérdida del conocimiento e incluso por dolor torácico. No obstante, hay que subrayar que, en ciertas ocasiones, dichos síntomas puedan pasar totalmente inadvertidos y sólo se descubrirán cuando el individuo en cuestión sea sometido a pruebas de diagnóstico.
La taquicardia es una arritmia que implica un pulso excesivamente rápido, en el cual se registran más de un centenar de latidos cada minuto. Si, en cambio, el pulso resulta lento (con menos de sesenta latidos cada sesenta segundos), la arritmia se conoce como bradicardia.
Ante cualquier caso de arritmia, se recomienda que la persona afectada realice una consulta a un médico cardiólogo. Algunos trastornos requieren del suministro de fármacos, otros necesitan de un dispositivo artificial que ayude a manejar el ritmo (un marcapasos) y los casos más graves pueden exigir una cirugía cardíaca para revertir la arritmia y evitar sus consecuencias en el organismo.