Definición de aprovechamiento
Se denomina aprovechamiento al acto y resultado de aprovecharse o aprovechar. Este verbo (aprovechar) hace referencia al uso útil de algo, obteniendo todo lo posible de su rendimiento.
Por ejemplo: “El aprovechamiento de los recursos naturales es indispensable para el crecimiento de la ciudad”, “Para mejorar el estado del medio ambiente, tenemos que fomentar el aprovechamiento de los residuos, reutilizándolos”, “Presta atención: el aprovechamiento de este curso puede ayudarte a conseguir empleo”.
El aprovechamiento se vincula a sacar provecho: es decir, a lograr que algo sea provechoso, beneficioso o fructuoso. Si tomamos el caso del aprovechamiento del suelo, por citar una posibilidad, la noción se vincula a explotar el terreno para obtener alimentos u otra cosa que resulte útil. Un campo donde no se siembra ni hay animales está desaprovechado: el aprovechamiento de la tierra podría lograrse sembrando soja, tomates o maíz, o permitiendo pastar al ganado.
En algunos contextos, la idea de aprovechamiento tiene una connotación negativa, ya que se asocia a obtener provecho de una persona, de un animal o de algo a través de un abuso o de un engaño: “No puedo tolerar el aprovechamiento de niños inocentes”, “El aprovechamiento de los ancianos es algo que me indigna”, “La gente condenó el aprovechamiento que hizo la empresa de los pobladores más humildes”.
Retomando el ejemplo del campo desaprovechado, es posible decir que criar animales para explotarlos es aprovecharse de ellos: lo que millones de personas ven como un uso necesario de los recursos que nos brinda la naturaleza, otros lo consideran un aprovechamiento de seres inocentes que son reducidos a objetos y tratados como esclavos de manera absolutamente injusta.
El término aprovechamiento parece tener en sus genes esta dualidad entre lo justo y o injusto, lo necesario y lo caprichoso, una delgada línea que vuelve muy difícil valorar una acción y saber si se trata de «aprovechar» o «aprovecharse». Quizás la razón de esta ambigüedad se deba a la dificultad que también se presenta a la hora de distinguir un derecho de un privilegio.
Para las personas ateas, no existe un designio divino que nos permita hacer uso de la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades; sin embargo, aunque no haya un ente divino que nos obsequie al resto de las especies para que las explotemos y las consumamos, la soberbia propia del ser humano llega a la misma conclusión: tenemos derecho a hacerlo, porque somos superiores.
Partiendo de esta premisa, decimos que capturar y encerrar a un animal, criarlo aislado de su entorno natural y de su familia, impedirle moverse con libertad y cumplir sus verdaderas funciones, matarlo y descuartizarlo forma parte de nuestro derecho a aprovechar los recursos de la naturaleza; desde el punto de vista de nuestra víctima, de sus padres, hermanos y amigos, seguramente se trate —como mínimo— de un acto de aprovechamiento.
En España, por último, aprovechamiento urbanístico es un concepto jurídico que se vincula a subordinar la propiedad de la tierra a un fin social y a la participación del pueblo en las plusvalías que produce la urbanización de un espacio público.
Este concepto también se conoce con el nombre de derecho al aprovechamiento urbanístico, y se puede definir como la cuantificación del derecho a edificar haciendo propio lo edificado, la traducción de la expresión latina ius aedificandi, que tiene sus raíces en el Derecho romano. Es importante señalar que esto no debe confundirse con el derecho de superficie, ya que éste es el único de ambos que contempla la inmediata construcción sobre el suelo, mientras que el primero es un mero instrumento de la técnica urbanística de distribución igualitaria de cargas y beneficios.