Definición de apodíctico
El término griego apodeiktikós pasó al latín como apodictĭcus, que llegó a nuestra lengua como apodíctico. El concepto se emplea en el terreno de la filosofía para calificar a aquello que resulta válido o cierto de forma demostrable e incondicional.
Con respecto a su etimología, notamos que se compone del prefijo apo- («lejos, fuera, aparte»), del verbo deiknumai (que puede traducirse como «indicar o mostrar») y del sufijo
La noción de apodíctico aparece con frecuencia en la lógica aristotélica, tal como se conoce a la doctrina desarrollada a partir de las obras de Aristóteles. Para este destacado filósofo de la Antigua Grecia, una proposición es apodíctica cuando es evidentemente válida o forzosamente inválida. Así diferencia estas expresiones de las proposiciones asertivas (que se usan para aseverar si una cosa es o no es) y de las proposiciones problemáticas (reflejan la posibilidad de que una cosa resulte verdadera).
Podemos entender las diferencias entre estos tipos de proposición a través de ejemplos. El enunciado “Cuatro más tres es igual a siete” es apodíctico: es necesariamente válido. No tolera una contradicción ya que “cuatro más tres” siempre será “igual a siete”. En el marco de la lógica, no existe ninguna posibilidad de discutir la validez del enunciado ya que acarrea una verdad necesaria y es evidente por sí mismo.
En cambio, una frase como “El Everest es más alto que el Aconcagua” resulta asertórica debido a que se limita a afirmar que algo “es”. Una proposición problemática, por su parte, es “Una familia puede tener más miembros que un pueblo”: indica una posibilidad.
La lógica aristotélica también incluye el concepto de dialéctico, opuesto al de apodíctico, así como algo razonable o probable se opone a una prueba científica. Entendemos por dialéctica a la técnica de la conversación, y este mismo significado tiene una rama de la filosofía que ha tenido un gran desarrollo en la historia.
En un principio, se trataba de un método de argumentación similar a lo que hoy en día denominamos lógica. A lo largo del siglo XVIII, esta palabra recibió un significado nuevo, ya que comenzó a ser definida como «la teoría de los contrarios en los conceptos o en las cosas, así como la identificación y la superación de los mismos». Desde un punto de vista más esquemático, es posible definir la dialéctica como aquel discurso en el cual una tradición o concepción dada se contrapone (dando lugar a una tesis), y la exposición de las contradicciones y los problemas (una antítesis).
El filósofo prusiano Immanuel Kant publicó en el año 1781 una obra titulada «Crítica de la razón pura«, la más importante de su carrera y con una segunda edición seis años más tarde, en la cual da una clara distinción entre asertivo, problemático y apodíctico. En primer lugar, señala que que la modalidad de un juicio no aporta nada a su contenido; se trata de una función muy particular de éstos en la que pesan más la relación, la cualidad y la cantidad.
Con respecto a los juicios problemáticos, Kant los define como los que no acarrean la obligación de afirmar o negar. Los asertóricos, por su parte, son los juicios en los que se considera como real o verdadero. Por último se encuentran los apodícticos, cuya definición coincide con la expuesta en los párrafos anteriores.
Apodíctico, por otra parte, puede ser un estilo argumentativo que desarrolla un individuo cuando expresa un juicio como una verdad categórica, más allá de que no resulte necesario hacerlo.