Definición de alborozo
En el árabe clásico, se utiliza el término burūz para hacer referencia a la detención que los militares realizaban antes de una expedición. Dicho vocablo pasó al árabe hispánico como alburúz y luego a nuestra lengua como alborozo.
La primera acepción mencionada por el diccionario de la Real Academia Española (RAE) señala que alborozo es el júbilo, la satisfacción o el goce de gran intensidad. Por ejemplo: “La llegada del jugador estadounidense provocó alborozo entre los simpatizantes del equipo”, “Los niños rieron con alborozo durante todo la tarde”, “La cantante anunció con alborozo que el mes próximo comenzará una gira mundial”.
El alborozo suele producirse por una sorpresa agradable, una buena noticia o la concreción de algo esperado. Tomemos el caso del seleccionado argentino de básquetbol (baloncesto), cuando en 2004 ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas. Esa fue la primera medalla olímpica de la historia para el equipo y fue conseguida después de eliminar al gran favorito (Estados Unidos) en las semifinales. Por eso el éxito fue festejado con alborozo por todos los jugadores y también por los argentinos en general.
Otras situaciones que pueden llevar a que una persona viva una auténtica sensación de alborozo son desde haber podido conseguir acabar los estudios hasta encontrar un trabajo pasando por contraer matrimonio con la persona a la que se ama o tener un hijo. Y a esas se uniría también el recibir un sí a la pedida de matrimonio o haber conseguido ganar una importante suma de dinero participando en un concurso.
En España existe una expresión muy popular que precisamente hace utilización del término que estamos abordando. Nos estamos refiriendo a “¡Qué alegría, qué alborozo!”. Se suele emplear para poder expresar claramente la felicidad que se siente por un algún hecho relevante o un triunfo conseguido.
No obstante, su curiosidad es que es conocida, sobre todo, por usarse en las tómbolas de ferias y eventos similares. En concreto, en las mismas, hace años era muy habitual escuchar por el megáfono a los propietarios de aquellas atraer a los clientes con la frase: “¡Qué alegría, qué alborozo!, otro perrito piloto”. Y es que este era un peluche con el que se premiaba a muchísimas personas que decidían realizar su apuesta en la tómbola de turno.
La RAE también alude al alborozo como un desorden o un desbarajuste de características extraordinarias: “Desde la caída del régimen, la nación vive en un constante alborozo que nadie logra controlar”, “La irrupción de un hombre armado sobre el escenario causó alborozo en la multitud”, “El alborozo en la oficina fue muy grande cuando el jefe anunció que iba a renunciar por no estar de acuerdo con el presidente de la empresa”.
Asimismo, no podemos pasar por alto que hay obras que utilizan en sus títulos la palabra que estamos abordando. Este sería el caso, por ejemplo, de “Libro del alborozo primero que produce el vino acerca de las galas del Reino de Almería”. Su autoría recae en El Mugrib de Ibn Said ad-Magribi.