Definición de albañil
Un término del árabe clásico pasó al árabe hispánico como albanní, y éste a nuestro idioma como albañil. El concepto alude a aquel que se dedica a la albañilería: la construcción que se desarrolla haciendo uso de cemento, arena, cal, ladrillos y otros materiales similares.
Lo habitual es que la noción refiera al oficial de albañilería o al maestro mayor de obras. Un albañil, de este modo, es una persona que se formó en su oficio y que cuenta con los conocimientos técnicos necesarios para trabajar en la industria de la construcción.
Los albañiles pueden involucrarse en las tareas de construcción de una casa, pero también trabajar para restaurarla o reformarla. Más allá de las viviendas familiares, un albañil puede aportar sus conocimientos al desarrollo de infraestructura industrial (como la construcción de una planta o fábrica).
Por ejemplo: “El arquitecto me dijo que debería contratar al menos a cinco albañiles para realizar las reformas en un periodo de un mes”, “Mi padre es albañil: en este momento está trabajando en la construcción de una torre en el centro”, “¿Todavía no llegaron los albañiles? Ya tendrían que haber comenzado con las obras de refacción”.
Por el tipo de labor que realizan, los albañiles deben contar con diversos implementos de seguridad (como cascos o guantes). En una obra en construcción pueden producirse distintos accidentes, como la caída de ladrillos o materiales desde gran altura o el derrumbe de la estructura que se está levantando. Por eso es muy importante que se proteja la seguridad de los trabajadores.
La seguridad del albañil
Como en cualquier actividad que implique riesgos para la salud o la integridad de los trabajadores, uno de los puntos fundamentales es la acción preventiva, y en el caso de los albañiles se caracteriza por los siguientes principios:
* evitar tantos riesgos como sea posible, y estudiar detenidamente aquéllos que no puedan evitarse;
* intentar llegar a la raíz de los riesgos para poder combatirlos con mayor eficacia;
* reducir al máximo la monotonía de las tareas y procurar que las condiciones de trabajo no afecten de forma considerable a las personas (esto incluye ruidos molestos y constantes, sustancias químicas peligrosas, espacios de trabajo reducidos o a gran altura);
* invertir en la investigación y el desarrollo de nuevas técnicas, con un especial enfoque en la salud del albañil.
Entre los riesgos más comunes del oficio de albañil se encuentran las caídas, y estas se dividen en dos grupos, según ocurran al mismo nivel o a distinto nivel, siendo este último el más frecuente de los dos. Las caídas tienen lugar cuando los desniveles y las aberturas no cuentan con la protección adecuada, o bien cuando quedan ciertos obstáculos en medio del espacio de trabajo.
Otro de los riesgos frecuentes de la albañilería es la caída de objetos sobre los trabajadores, ya sea materiales o herramientas. En todos los casos, las consecuencias pueden ser fatales, y por eso es tan importante la acción preventiva: mantener la limpieza y el orden, colocar barandillas y redes de seguridad, dotar a los empleados de accesorios tales como cascos y arneses, etcétera.
Fuera de los riesgos de tipo físico, que también incluyen cortes y exposición a sustancias tóxicas, no debemos olvidar que el factor humano influye considerablemente en la salud de los trabajadores. Es importante promover un ambiente agradable y dejar siempre abierto el espacio para el diálogo y las discusiones sanas, de manera que los empleados se sientan a gusto en su puesto y con sus compañeros.
Por otro lado, la capacitación constante y actualizada del albañil es fundamental para reducir las probabilidades de accidentes laborales: de nada sirve dotarlo de un casco si lo usa esporádicamente, por ejemplo.