Definición de acento musical
Acento, que deriva del latín accentus, es un concepto con varios usos: puede tratarse de la intensidad que se aplica a una cierta sílaba en la pronunciación o la energía o relieve que se emplea en determinadas palabras, temas o intereses. Musical, por otra parte, es aquello que se vincula a la música (la combinación de ritmo, armonía y melodía).
La idea de acento musical, por lo tanto, está relacionada al énfasis aplicado en un acorde o en una nota. El uso del acento musical determina la acentuación, una de las cuestiones involucradas en la forma en que se expresan las composiciones.
El acento musical se percibe en el oído como una aplicación particular de energía, posibilitada por un modo de interpretar una frase musical. Dicho acento es especificado en la notación a través de un signo que le indica al intérprete la necesidad de aplicar más intensidad en dicha nota, en comparación al resto de las notas que se encuentran alrededor.
La importancia del acento musical es tan grande como la de cualquier otro elemento de una composición, incluida cada nota de las diversas melodías que la integran, ya que si el intérprete ignora el acento entonces no puede reproducir la obra de forma correcta. Se trata de la clave para articular una ejecución: las notas acentuadas destacan del resto y permiten que se genere un dibujo armonioso en el oído; por el contrario, podría decirse que sin acento musical, cualquier melodía sería una línea recta.
Cuando un músico se dispone a aprender una obra para interpretarla con su instrumento (esto incluye la voz), entre los pasos previos a la primera ejecución se encuentra la identificación del ritmo, es decir, la forma en la que se organizan los compases; en esta información también se encuentra el esqueleto de la acentuación. En un compás de dos cuartos, por ejemplo, sabemos que la primera mitad debe tocarse con más intensidad que la segunda; claro que las subdivisiones aumentan la complejidad de la acentuación, ya que en cada mitad puede haber más de una nota, grupos irregulares o silencios.
Esto responde en parte al concepto de acento métrico, uno de los tipos de acento reconocidos en teoría musical. Gracias a esta característica de la organización rítmica, es posible concretizar la métrica de las composiciones, de manera que cada persona que lea una misma partitura pueda ejecutarla de igual forma, salvando las decisiones de naturaleza interpretativa.
El acento debe recaer siempre en el primer tiempo de un compás; por otro lado, en muchos casos existe un subacento que debe reproducirse al inicio de cada tiempo. Esto puede apreciarse con mucha facilidad en el compás cuaternario, es decir en aquellos que se dividen en cuatro tiempos, como ser el de cuatro cuartos. En este caso, el tercer tiempo debe acentuarse más que el segundo y el cuarto, pero menos que el primero; en otras palabras, y según los grandes teóricos, se trata de un tiempo semifuerte.
El acento tónico, por su parte, es un énfasis que se aplica sobre una nota para que tenga más intensidad aquellas que la rodean. A diferencia del acento métrico, éste no se encuentra ligado a la estructura básica de una composición, por lo cual no es obligatorio usarlo; por el contrario, se trata de un recurso de la interpretación, que puede o no indicar el compositor en la partitura original. Sin este tipo de acento musical es muy difícil darle vida a una obra, ya que sirve para romper con la «perfección» a la que conduce el acento tónico y resulta ideal para fusionar la música y el texto.
Cabe destacar que el acento musical tiene su opuesto: el anti-acento. En este caso, habitual en la percusión, la nota debe tocarse con mayor suavidad que las demás.