Definición de abrigo
Del latín apricus, un abrigo es una defensa contra el frío. En su acepción más usual, la palabra se utiliza para referirse a la prenda de vestir que se pone sobre las demás y sirve para abrigar. Sin embargo, también puede dar nombre a un lugar, sea natural o artificial, que conserva una temperatura mayor a su entorno y que impide que entre el viento, actuando como refugio de las inclemencias del tiempo.
Por otra parte, dar abrigo es brindar auxilio, protección o amparo a alguien. Los sentimientos positivos, el amor, la amistad, suelen estar relacionados con el calor; decir que un grupo de gente destaca por su calidez implica que son personas amables, atentas, que hacen sentir a los demás como en casa. Lo opuesto es un ser frío, que en general es sinónimo de ajeno a su sensibilidad, desconsiderado, manipulador.
En cuanto al abrigo como prenda de vestir, suele ser largo y tapar hasta debajo de las caderas. Por lo general, se abrocha al frente con botones o con un cinturón. Tiene mangas largas y, en ocasiones, capucha. Los abrigos, como un tapado, un sobretodo, una campera o un gabán, pueden ser fabricados con distintos materiales (como pieles o cuero). Hay abrigos para hombre, abrigos para mujer y abrigos unisex.
La historia del abrigo no sólo está vinculada a la protección del clima. El abrigo también permitía establecer una cierta posición social y marcar diferencias con el resto de los ciudadanos. Por ejemplo, las personas libres de la antigua Roma utilizaban una toga para diferenciarse de los esclavos, mientras que los nobles de la Edad media usaban una hopalanda (una especie de bata).
A principios del siglo XIX, la levita sería el abrigo por excelencia de la clase alta. Ya en el siglo XX, los abrigos de piel pasaron a ser un símbolo de status social, utilizados principalmente por las mujeres. Desde hace décadas, cada vez más asociaciones protectoras de animales se manifiestan en contra de estos últimos, ya que para fabricarlos es necesario asesinar a millones de seres inocentes.
De hecho, se dice que por año se captura a más de 20 millones de criaturas con trampas y se cría a más de 40 millones de animales en granjas que contribuyen con el funesto mercado peletero. Dados estos números, queda claro que son muchos los consumidores de los productos de piel, tales como abrigos, zapatos, bolsos y demás complementos. Así como sucede con la carne utilizada para la alimentación de las personas, suele hacerse una absurda distinción entre las especies cazadas con estos fines y los animales domésticos. Sin embargo, para desagradable sorpresa de quienes contribuyen con esta gran injusticia con un presupuesto relativamente ajustado, China exporta pieles de perros y gatos al resto del mundo para la fabricación de prendas económicas.
AnimaNaturalis es una de las organizaciones que lucha por hacer cumplir los derechos de los animales, tan ignorados por la mayoría de las personas. Una de sus manifestaciones más resonadas contra los abrigos de piel consistió en un acto en la vía pública en el cual simulaban atacar a hombres y mujeres que paseaban con sus tapados por una calle muy transitada; fingían asesinarlos y despellejarlos, tal y como se hace con los pobres animales que se convierten, sin desearlo, en finas prendas de vestir.
El objetivo de tales manifestaciones es llamar la atención de forma violenta para buscar que los consumidores de pieles recapaciten y entiendan que no es necesario matar a ningún animal para fabricar ropa. Hemos alcanzado un nivel de avances tecnológicos e industriales que nos permiten crear todo tipo de materiales sintéticos, y es hora de que devolvamos la libertad a tantos seres vivos a quienes hemos torturado por siglos.