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Idolatría

Te explicamos qué es la idolatría dentro y fuera del contexto religioso. Además, por qué es considerado un grave pecado según la Biblia.

¿Qué es la idolatría?

Por el término idolatría (del griego eidolon, “imagen” o “figura”, y latris, “devoto”) se entiende, en general, una devoción desmedida por algo o por alguien, pudiendo rallar en lo exagerado.

Sin embargo, este término es empleado mayormente en un contexto religioso, especialmente por las doctrinas de las religiones monoteístas abrahámicas: el judaísmo, el cristianismo y el islam, para referirse al pecado de la adoración de imágenes en el lugar de Dios.

Dicho en otras palabras, la idolatría ocurre cuando se rinde culto religioso a cualquier cosa distinta del Dios único del monoteísmo. Así, para los practicantes de este tipo de religiones, cualquier culto religioso pagano, cualquier forma de satanismo o culto a los ancestros, por ejemplo, incurre en este tipo de pecado. Sin embargo, qué cosa califica o no como idolatría puede ser motivo de discrepancias e incluso debate entre una religión y otra.

De hecho, la interpretación de la idolatría ha sido motivo de separación entre varias de las sectas del cristianismo, dado que algunas acusan al catolicismo de incurrir en este pecado al venerar santos a través de estatuillas e imágenes en iglesias. Por eso en muchas iglesias protestantes no se representa a Jesucristo en la cruz, ni se rinde culto a ningún tipo de santos.

Similarmente, en el Antiguo Testamento y a Torah judía, la idolatría, junto al asesinato y el incesto, está contemplada entre los pecados que no deben cometerse ni siquiera para salvar la propia vida. Por ejemplo, los rabinos del antiguo Israel debieron prohibir y perseguir entre sus seguidores el culto a deidades como Baal, Moloch y Astarot.

De hecho, un ejemplo canónico de idolatría está referido en la Biblia, en el episodio en que Moisés asciende al Monte Sinaí (Éxodo 32:4) a recibir los Diez Mandamientos de Dios. Durante su ausencia, el pueblo israelita fundió todo el oro que pudo conseguir para erigir la estatua de un becerro, a la cual procedieron a adorar como si de Dios mismo se tratase.

Al descender del Sinaí, el profeta Moisés enfureció y procedió a destruir la efigie hasta hacerla polvo, y forzó a los israelitas a beber en agua el polvo de oro del becerro, como castigo.

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Referencias