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Diferencia entre igualdad y equidad

Te explicamos qué diferencia hay entre igualdad y equidad, sus similitudes, objetivos, qué factores tienen en cuenta y diversos ejemplos.

¿Qué diferencia hay entre igualdad y equidad?

A menudo se confunden los términos igualdad y equidad, a pesar de que remiten a sentidos totalmente distintos: la igualdad implica darle a todo el mundo lo mismo, sin distinción alguna de su situación; mientras que la equidad propone darle a cada quien lo que necesita para que pueda aspirar a lo mismo que a los demás.

Definida un poco más formalmente, la igualdad (del latín aequalitas, “llano”, “equilibrado”) consiste en equiparar los criterios para todas las personas, ya sea que hablemos de obligaciones, derechos o beneficios, etcétera.

Por ejemplo, existe un principio de «igualdad ante la ley» en el seno de la justicia moderna, ya que todos los ciudadanos deben, en la misma justa medida, responder ante la ley y ser juzgados por ella, sin importar quiénes son. Esto significa que un rico y un pobre, un hombre y una mujer, un presidente y un barrendero, sean idealmente juzgados de la misma manera, siempre ciñéndose a lo que la ley establezca, sin concesiones.

Por su parte, la equidad (del latín aequivalens, “neutro”, “imparcial”) consiste en usar los criterios necesarios para que cada quien reciba lo que merece, es decir, para ejercer la justicia y ser en ello ecuánime y equitativo.

La equidad supone, por ejemplo, que todos los ciudadanos deben pagar impuestos, pero no en la misma exacta medida, sino que el impuesto se calcula en base a un sistema porcentual que le permite al pobre pagar menos que el rico, ya que posee menos dinero y menos capacidades económicas. Así, el sistema tributario se lleva a cabo de un modo más ecuánime, que no favorezca a nadie y no propicie injusticias.

De este modo, las diferencias entre igualdad y equidad pueden resumirse en:

Igualdad Equidad
Propone un mismo criterio para todos los sujetos en el ámbito que sea. Propone un criterio adaptado a las posibilidades de cada sujeto en el ámbito que sea.
Su objetivo es lograr la justicia, en la medida en que el mismo criterio se utilice para juzgar todos los casos. Su propósito es lograr la justicia, en la medida en que un criterio adecuado se utilice para juzgar cada caso en particular.
No toma en consideración las particularidades personales o las singularidades de cada caso. Toma en consideración justamente las particularidades y singularidades de cada caso.
Un ejemplo de ello es la igualdad de género: la posibilidad de que a personas de distinto género se les permita tener las mismas oportunidades de empleo, estudio, etc. Un ejemplo de ello es la equidad de género: la posibilidad de compensar discriminaciones pasadas a través de la reserva de un cupo para los géneros tradicionalmente desfavorecidos.

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Referencias