13 Instrumentos y Métodos de Tortura de la Santa Inquisición
Los instrumentos de tortura de la santa inquisición eran las herramientas utilizadas por los diversos organismos de la Iglesia española para torturar a los herejes durante la Inquisición Española.
La Santa Inquisición fue una institución que duró desde 1478 hasta 1834. Fue impuesta por los monarcas Fernando II de Castilla e Isabela de Aragón. Su principal objetivo fue mantener la creencia católica a lo largo de todo el dominio español y dar un final a la Inquisición Medieval impuesta por el Papa.
El proceso ocurrió en todo el territorio español, incluido las conquistas en Holanda y el entonces reino español de Nápoles, como también en las colonias del continente americano.
Durante sus casi 350 años de duración, se enjuició a más de 150.000 personas, de las cuales aproximadamente 5000 fueron ejecutadas luego de juicio. Para ello utilizaron métodos con los que proporcionaban castigos y utilizaron aparatos diseñados para ello.
Instrumentos y métodos de tortura de la Inquisición
Las técnicas utilizadas para torturar durante la Inquisición Española variaban dependiendo del fin que se buscara obtener. Más comúnmente, la tortura no era utilizada para asesinar a la víctima, sino para obtener información. Esto hacía que las técnicas fuesen increíblemente dolorosas, pero no letales.
Los instrumentos utilizados en estos procesos solían ser bastante efectivos para incapacitar la movilidad de la víctima y causarle dolor intenso. El uso de las diferentes herramientas dependía del tipo de tortura que se practicara. Algunas torturas requerían de ciertos tipos de amarre, mientras otras dependían de la efectividad de sus herramientas.
Garrote vil
Se trataba de un collar de hierro con un tornillo que tenía como objetivo romper el cuello del preso.
Potro o estante de tortura
El estante de tortura o potro es posiblemente el mecanismo más complejo utilizado en la Inquisición para obtener información de los prisioneros. El estante era una figura rectangular de madera, con cilindros rotativos amarrados a cuerdas y cadenas. Estos estaban intercalados con tablas de madera en las que se sostenía al sujeto torturado.
El estante poseía un sistema conectado a una palanca, el cual estiraba las muñecas de la víctima hacia arriba y los tobillos hacia abajo. Esto causaba un dolor agudo durante la tortura; comúnmente resultaba en articulaciones dislocadas y severos daños físicos irreparables.
Este instrumento de tortura separaba de tal manera las articulaciones de las personas que en muchos casos los músculos perdían la capacidad de contraerse. Cuando esto ocurría, las lesiones ocasionadas no tenían reparo.
Los pies de la víctima eran sujetados utilizando cuerdas tensas ubicadas en la parte inferior del mecanismo. El torturado se encontraba acostado a lo largo del dispositivo, y sus muñecas eran atadas a las cadenas ubicadas en la parte superior del estante.
Garrucha
Se ataba las manos a la espalda y se elevaba con una polea a una considerable altura, dejándolo caer, pero sin que tocase el suelo. Esto podía provocar la dislocación de las extremidades superiores.
Hoguera
Más que de tortura era un método de ejecución.
Cuna de Judas
Consistía en un pico puntiagudo en el que se dejaba caer el prisionero.
Cigüeña
Se trata de un aparato que sujetaba al condenado por cuelo, tobillo y manos, que creaba una posición incómoda que provocaba calambres.
Rueda
Se ataba al prisionero en una cruz o banco y se trituraban los huesos, evitando que muriese. A continuación se colocaba en una rueda haciendo que los tobillos llegase a la cabeza. Finalmente se elevaba la rueda. Esta técnica podía tener distintas variantes.
Silla sumergible
Se ataba a la persona en una silla y se le sumergía en agua durante un tiempo, de forma que no pudiese respirar, pudiendo además desarrollar hipotermia.
Tortuga
Se tumbaba al reo en el suelo, se le colocaba un tablón encima y en este se colocaba peso para aplastarlo.
Gota china
Era una forma de tortura psicológica en la que se hacian caer gotas de agua fría cada pocos segundos. El preso no podría dormir ni beber.
Sierra
Se ataba a la víctima boca abajo y se le serraba por la entrepierna.
Toca, amarre y ganchos carceleros
Existen varios instrumentos especializados para ahogar a las personas en la actualidad. En los tiempos de la inquisición, se utilizaban herramientas más rudimentarias que las modernas, pero en muchos casos igual de efectivas.
Uno de estos instrumentos es la toca. La toca es un pedazo de tela que se pone sobre la cara de la víctima antes de verter agua en su rostro. En la actualidad se acostumbra a extender la toca en la cara de la persona, pero durante la Inquisición se solía introducir directamente en la boca de la víctima.
Los amarres con cuerdas de material fuerte eran utilizados para sostener a las víctimas durante el proceso de ahogamiento.
En muchos casos se utilizaban los ganchos de las celdas para proveer un agarre adicional a las cuerdas con las que se amarraba a las personas por los pies y por las manos. De esta forma se inmovilizaban, facilitando la ejecución de la tortura.
La tortura denominada “submarino” (o Tormenta de Toca) es un método que sigue siendo utilizado en la actualidad, dada la facilidad con la que se puede llevar a cabo. Además, solo requiere un par de instrumentos para funcionar correctamente.
Para llevar a cabo este método, una vez inmovilizada la persona, se procedía a llenar de agua la toca que tenían en la boca. La toca retenía el líquido, lo que causaba una sensación de ahogo en la persona.
Se hacían preguntas cada vez que se vertía agua en la boca de la persona, y si se negaba a responder, se proseguía con el proceso.
Grúa de madera y piezas de metal
Para la ejecución de algunos métodos de tortura, se utilizaba una construcción de madera que actuaba como una suerte de grúa para colgar a las personas. En la parte final de la “grúa” se ataba una cuerda, y con esta cuerda se amarraba a la persona para levantarla.
Esta grúa se usaba principalmente en el método del strappado. El strappado es un método de tortura que se solía utilizar ampliamente en la antigüedad. De hecho, en muchos casos era usado en público para exhibir a una persona torturada ante el pueblo.
Además de la grúa de madera se utilizaba un instrumento adicional; un añadido extra que en muchas instancias aceleraba el proceso de dislocación de los hombros. Esto se hacía poniendo piezas de metal sobre el torturado, que servían como pesos para causar más dolor a la persona.
Esta tortura no acostumbraba a durar más de una hora, porque la el cuerpo de la víctima podía colapsar, causando su muerte.
El método consistía en amarrar por las manos a una persona, y por este amarre levantarla mediante un mecanismo de carga para dejar a la víctima suspendida sobre el suelo. Esto ocasionaba que los hombros de la persona se fuesen dislocando poco a poco, aumentando progresivamente el dolor.
Instrumentos de menor tamaño
Muchos de los métodos de tortura utilizados en la inquisición solían ser amplificados utilizando instrumentos más pequeños, que incrementaban el dolor causado.
Era común acompañar las torturas tradicionales utilizando pinzas especializadas para arrancar las uñas de las víctimas, como también velas y antorchas para quemar la piel.
La tortura en la Inquisición
Si bien la tortura de la Inquisición era salvaje e inhumana, no todas las víctimas eran expuestas a estas duras prácticas. Era utilizada en todo tipo de interrogatorios durante los juicios, pero tenía regulaciones estrictas.
La principal regla era que solo podía realizarse una tortura si la persona a ser torturada era encontrada culpable de sus crímenes contra la Iglesia de manera irrefutable. Además, se tenía que agotar cualquier otro método de negociación pasiva antes de aplicarse.
Generalmente, durante la Inquisición no se solía causar daño permanente a los torturados. Esa era la ley impuesta por las autoridades, pero no siempre se cumplía a cabalidad. Además, solo los hombres y mujeres sanos, adultos y sin condiciones graves de salud podían ser torturados.
La Inquisición española además prohibía que se torturase a una persona por más de 15 minutos seguidos. Cada 15 minutos se tenía que dar un parado al interrogatorio, y dependiendo de qué tan grave fuese el crimen, la persona podía ser vuelta a torturar o llevada a la cárcel.
Además, las torturas debían ser supervisadas por doctores que diesen fe de que la ley se estuviese cumpliendo.