Ansiedad

Eremofobia: síntomas, causas y tratamientos


La eremofobia es el temor excesivo e irracional hacia la soledad. Como cualquier otra expresión de miedo, el temor a la soledad es una emoción que podemos experimentar todas las personas.

El rechazo hacia la soledad varía en función de cada persona y en función de la realidad personal de cada individuo. Hay gente que tiene un mayor agrado por los momentos de soledad y gente que tiene un mayor rechazo hacia este tipo de situaciones.

Así mismo, hay gente que puede buscar y disfrutar momentos de soledad, y personas que intentan evitarlos ya que no se encuentran cómodos cuando están solos. Independientemente del grado de preferencia por la soledad, todas las personas podemos experimentar cierto temor a estar solos.

De hecho, aunque puedas disfrutar mucho de los ratos a solas, si te dijeran que deberás estar un año entero totalmente aislado sin poder establecer ningún contacto con otra persona, de bien seguro que reaccionarías con alguna sensación de temor.

De este modo, el miedo a estar solo puede confeccionar una reacción totalmente normal, por lo que temer la soledad no tiene por qué confeccionar siempre la presencia de eremofobia.

Índice del artículo

Características de  la eremofobia

Cuando el temor a la soledad es patológico, hablamos de eremofobia, es decir, de fobia a estar solos. La eremofobia es por lo tanto un trastorno de ansiedad, específicamente se engloba dentro de lo que se conoce como fobias específicas.

Lo único que diferencia la eremofobia de, por ejemplo, la fobia a las arañas, es el estímulo temido. Mientras en la fobia a las arañas las sensaciones de miedo y las respuestas de ansiedad aparecen cuando la persona está cerca de una araña, en la eremofobia aparecen cuando el individuo se enfrenta a una situación de soledad.

Como vemos, en la eremofobia el estímulo temido no es un objeto o un elemento específico (como las arañas) sino que es una situación determinada. Este tipo de fobia guarda mayores similitudes con otras fobias específicas situacionales como la claustrofobia (miedo a estar en espacios cerrados), la fobia a volar o la fobia a los túneles.

¿Cómo diferenciar la eremofobia del miedo normal?

El temor a la soledad puede tener connotaciones normales o confeccionar un trastorno como la eremofobia. Poder diferenciar uno de otro es de especial importancia ya que si padecemos eremofobia deberemos realizar algún tratamiento para conseguir superar el miedo.

De forma general, el criterio más importante para discernir si un tipo de miedo es patológico o no consiste en evaluar el impacto que tiene en la vida del individuo.

Si tienes miedo a la soledad pero este hecho no afecta en tu vida de forma significativa y puedes vivir con ello sin problemas, la posibilidad de que padezcas eremofobia es relativamente baja.

No obstante, esta apreciación resulta bastante subjetiva y ambigua, por lo que determinar si el miedo que se padece es patológico o no únicamente a través de estos criterios puede ser complejo.

Para poder diferenciar de una forma clara e inequívoca, lo que tenemos que hacer es revisar las características de la eremofobia con detenimiento, y determinar qué propiedades del miedo pueden formar parte de la eremofobia y cuáles no.

En este sentido, hay dos aspectos básicos que tenemos que tener en cuenta: el tipo de miedo experimentado y las características de la ansiedad manifestada.

1- Tipo de miedo

El miedo y sus características es el aspecto que más se ha estudiado de las fobias y el que brindan mayor información para su diagnóstico.

Para poder apreciar tanto la presencia como la ausencia de la eremofobia, es básico analizar el tipo de miedo que se padece. Para poder afirmar la presencia de eremofobia, se deben presentar las siguientes características:

a) Es desproporcionado con respecto a las exigencias de la situación

Este es probablemente el criterio menos clarificador y que menor información aporta para distinguir la eremofobia del miedo normal a la soledad, pero es a la vez uno de los más importantes.

Para hablar de eremofobia, las sensaciones de miedo deben de ser desproporcionadas con respecto a la situación. El hecho de estar solo no implica ningún peligro real para la persona pero aun así, esta responde con miedo y temor elevado.

Bien es cierto que de por sí, el hecho de estar solo no tiene por qué confeccionar ningún peligro, por lo que este primer criterio podría englobar todos los tipos de miedo a la soledad.

No obstante, para poder hablar de eremofobia, el miedo experimentado debe ser muy intenso y no guardar ninguna relación con la peligrosidad de la situación.

b) No puede ser explicado o razonado por parte del individuo

Este segundo criterio sí que resulta bastante más útil para identificar la presencia de eremofobia. El individuo que padece este trastorno de ansiedad experimenta un elevado miedo al hecho de estar solo, el cual no puede explicarlo ni razonarlo.

Cuando está solo el temor le invade por completo y no es capaz de identificar por qué experimenta esas sensaciones de miedo.

De hecho, de forma habitual las personas con eremofobia son totalmente conscientes de que su temor es totalmente ilógico e irracional.

c) Está más allá del control voluntario

El miedo que se experimenta en la eremofobia es totalmente ilógico e irracional y, además, el sujeto que lo padece no es capaz de controlarlo. De este modo, la persona no puede ni generar ni extinguir las sensaciones de miedo.

Cuando está solo, estas aparecen de forma automática y solo desaparecerán cuando la persona abandone la soledad y esté en presencia de alguien.

Si tienes miedo a la soledad pero eres capaz de controlar tus temores cuando estás solo, muy probablemente no padezcas eremofobia.

d) Lleva a la evitación de la situación temida

La única forma que tiene una persona de eliminar sus sensaciones de miedo cuando está sola es dejar de estarlo. El eremofóbico evitará siempre que pueda, a través de todos sus mecanismos, las situaciones que impliquen soledad.

Además, cuando se encuentre solo hará todo lo posible para dejar de estarlo y así eliminar las sensaciones de ansiedad y miedo que experimenta.

Si cuando estás solo eres capaz de eliminar la ansiedad a través de otros métodos distintos a la evitación de la situación de soledad, es menos probable que padezcas eremofobia.

e) Persiste a lo largo del tiempo

Finalmente, para poder hablar de eremofobia es muy importante que tanto las sensaciones de miedo como las expresiones de ansiedad que se experimentan cuando se está solo persistan a lo largo del tiempo.

La eremofobia no es un trastorno pasajero que aparece y desaparece. Es un trastorno persistente, por lo que las personas que padecen esta alteración experimentan miedo siempre que están solos, sin excepción.

Si experimentas miedo únicamente en ciertas situaciones en las que estás solo pero no en todas, es poco probable que tu temor haga referencia a la presencia de eremofobia.

2- Respuesta de ansiedad

El otro punto clave que nos permite diferenciar la eremofobia del temor normal a la soledad es la respuesta de ansiedad. Las fobias específicas se catalogan como trastornos de ansiedad porque la principal manifestación radica en una respuesta exageradamente elevada de nerviosismo y ansiedad.

En la eremofobia el miedo que hemos comentado anteriormente, provoca de forma invariable síntomas de ansiedad como los que comentaremos a continuación.

a) Síntomas físicos

Ante la situación de soledad, la persona con eremofobia presentará una serie de síntomas físicos como aumento de la tasa cardíaca, incremento de la respiración, sudoración excesiva, tensión muscular elevada, dolores de cabeza o estómago, e incluso sensación de ahogo.

Este tipo de síntomas suelen variar en cada caso pero para poder hablar de eremofobia el miedo experimentado debe producir síntomas físicos de ansiedad extremadamente intensos.

b) Síntomas cognitivos

La eremofobia va siempre acompañada de una serie de pensamientos altamente negativos acerca de la soledad y de las capacidades personales para afrontar la soledad.

Estas cogniciones se hacen especialmente intensas cuando la persona está sola y empieza a experimentar síntomas de ansiedad.

c) Síntomas conductuales

Finalmente, para poder hablar de eremofobia se deben dar dos comportamientos principales.

El primero consiste en evitar por completo las situaciones en las que uno va a estar solo y el segundo radica en escapar lo antes posible cuando el individuo se encuentra en una situación de soledad.

Génesis y mantenimiento de la eremofobia

Se han propuesto tres modelos, no excluyentes, en que la eremofobia puede ser adquirida. Estos son, el condicionamiento clásico, el aprendizaje vicario y la transmisión de información.

Se sustenta que la retroalimentación de estos tres factores, es decir, la vivencia de experiencias traumáticas o desagradables al estar solo, visualizar imágenes negativas sobre otras personas que están solas y adquirir información adversa acerca de la soledad, motiva la aparición de la eremofobia.

Así mismo, la evitación de las situaciones de soledad se confecciona como el factor principal que impide al individuo afrontar este tipo de situaciones y superar sus miedos, y por lo tanto motiva el mantenimiento de la fobia.

Tratamiento

Por lo general, se desaconseja el uso de ansiolíticos como tratamiento principal para este tipo de alteraciones, ya que resulta mucho más eficaz la realización de psicoterapia.

El tratamiento cognitivo conductual ha mostrado ser una intervención psicológica altamente eficaz para este trastorno, y puede erradicar por completo la respuesta fóbica a la soledad.

El componente más trabajado durante las sesiones de psicoterapia es el conductual, ya que se expone al sujeto a situaciones de soledad para que aprenda a afrontar sus miedos cuando está solo.

Posteriormente, entrenamientos en relajación pueden ayudar a disminuir y adquirir control sobre la respuesta de ansiedad, y la terapia cognitiva resulta útil para gestionar los pensamientos negativos acerca de la soledad.

Referencias

  1. American Psychiatric Association (1995). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (4ª ed.). Barcelona: Masson. (Original de 1994).
  2. Antony, M.M., Brown, T.A. y Barlow, D.H. (1997). Heterogeneity among specific phobia types in DSM-IV. Behaviour Research and Therapy, 35, 1089-1100.
  3. Barlow, D.H. (2002). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic (2ª ed.). Nueva York: Guilford.
  4. Bados, A. (1998). Fobias específicas. En Vallejo, M.A. (Ed.), Manual de terapia de conducta, (Vol I, págs. 169-218). Madrid: Dykinson.
  5. Sosa, C.D. y Capafóns, J.I. (1995). Fobia específica. En V.E. Caballo, G. Buela-Casal y J.A. Carrobles (Dirs.), Manual de psicopatología y trastornos psiquiátricos: Vol. 1 (pp. 257-284). Madrid: Siglo XXI.
  6. Rodriguez, B.I. y Craske, M.G. (1993). The effects of distraction during exposure to phobic stimuli. Behaviour Research and Therapy, 31, 549-558.