Trastornos mentales orgánicos: tipos, causas y síntomas
Los trastornos mentales orgánicos, también llamados síndromes orgánicos cerebrales, consisten en deterioros de la función cognitiva que tiene causas orgánicas o fisiológicas. Es decir, la persona posee alguna afectación física que provoca un daño en su funcionamiento mental.
Este concepto está prácticamente en desuso y sus orígenes se remontan a la psiquiatría. Su objetivo era distinguir entre los trastornos psiquiátricos que surgen por algún problema mental (que se denominaban “funcionales”), de aquellos que aparecen por causas físicas (considerados “orgánicos”).
El trastorno mental orgánico se diagnosticaba con frecuencia en ancianos, ya que en esta etapa de la vida es más probable. Sumando a esto que antes no existía el diagnóstico de demencia, sino que se consideraba que era parte del envejecimiento normal.
Actualmente, con el avance científico cerebral estos límites no están tan claros. Y es que, muchos autores postulan que toda afectación mental está reflejada en nuestro cerebro de alguna forma, y, por lo tanto, en nuestro comportamiento.
Causas
Se considera el síndrome orgánico cerebral como un estado de deterioro mental que es consecuencia de:
Abuso de drogas o fármacos que producen dependencia
A largo plazo pueden provocar efectos tóxicos en las funciones cognitivas, perjudicando de diversas formas las estructuras cerebrales y su actividad.
Se puede producir síndrome cerebral orgánico de tipo agudo si se da una sobredosis, pero es algo temporal y reversible. El síndrome de abstinencia o el “mono”, también puede provocar síndromes mentales orgánicos agudos.
Trastornos cardiovasculares, falta de oxígeno al cerebro
Como accidentes cerebrovasculares, infecciones del corazón, ictus, hipoxia, hematoma subdural, etc.
Intoxicación
Sobreexponerse a ciertas sustancias como el metanol, plomo o monóxido de carbono puede producir lesiones cerebrales directas.
Infecciones
Infecciones que afecten al sistema nervioso a través de la intrusión de virus y bacterias que el sistema inmunitario ha sido incapaz de vencer.
Estos microorganismos provocan inflamación de estructuras cerebrales, lo que se conoce como encefalitis. La hinchazón está acompañada de daños neuronales por un aumento de la presión intracraneal.
Podemos mencionar cualquier infección aguda o crónica, además de la meningitis (infección de las meninges, capa que revista el cerebro), septicemia o envenenamiento de la sangre, sífilis avanzada, neumonía, etc.
Demencias
Demencias que comienzan con daños cerebrales que cada vez se van extendiendo más, son crónicas y prácticamente irreversibles. Por eso se llaman enfermedades neurodegenerativas. Sin embargo, con tratamiento adecuado se puede retrasar mucho su desarrollo.
Dentro de las demencias encontramos la enfermedad de Alzheimer, el Parkinson, enfermedad de Huntington, demencia vascular originada por alguna afectación cerebrovascular, etc.
Todas ellas tienen en común claras lesiones o daños observables en el tejido cerebral.
Traumatismos craneoencefálicos (TCE)
Consisten en lesiones cerebrales ocasionadas por un impacto externo que afectan a cualquier parte del cráneo, y, por tanto, del cerebro. Estos daños tienen claras manifestaciones en las capacidades cognitivas, personalidad, y aspectos afectivos y emocionales del paciente.
Enfermedades médicas
Consideradas tradicionalmente como enfermedades “físicas” u “orgánicas”, se refieren a condiciones como alteraciones metabólicas (enfermedades hepáticas, de riñón, del tiroides, anemia deficiencias de vitaminas como B12 y tiamina, hipoglucemia…).
Podemos enumerar otras más como neoplasias o complicaciones debidas a cáncer, alteraciones endocrinas, fiebre, hipotermia, deshidratación, alteraciones cardiopulmonares, migrañas, etc.
Otras afectaciones del sistema nervioso
Como epilepsia, tumores cerebrales, enfermedades desmielinizantes como la esclerosis múltiple, etc.
Deprivación sensorial prolongada o deprivación de sueño
Esto sucede porque cuando nuestros sentidos no se estimulan, el cerebro se reorganiza de manera que las sinapsis dedicadas a dichos sentidos se van perdiendo.
Por otro lado, la falta de sueño y de descanso por largos periodos de tiempo ocasiona, a largo plazo, daños cerebrales.
Trastornos mentales con los que se puede confundir
Es importante no cometer el error de considerar como trastorno mental orgánico una depresión o ansiedad desarrollada por preocupaciones sobre una enfermedad física grave. Son conceptos distintos.
En primer lugar, el trastorno mental orgánico produce, principalmente, alteraciones en capacidades cognitivas como el razonamiento, la atención y la memoria.
Por otro lado, esta afectación está causada por factores orgánicos, es decir, un mal funcionamiento del organismo. En cambio, desarrollar depresión sería fruto de preocupaciones e interpretaciones subjetivas sobre alguna enfermedad física, considerándola como objeto de nuestro malestar.
Tipos de trastornos mentales orgánicos
Se puede dividir en dos grupos según su duración:
Trastorno mental orgánico agudo
Que se define también como síndrome confusional agudo o delirium. Se caracteriza por alteraciones cognitivas que aparecen rápidamente, en cuestión de horas o días, son reversibles y transitorios. Si surge de manera muy brusca, probablemente se trate de una afectación cerebrovascular.
Más concretamente, se manifiesta por una falta de capacidad para mantener o controlar la atención, pensamiento desorganizado y la existencia de una enfermedad médica o neurológica subyacente (DSM-IV). También destaca por presentar fluctuaciones en su estado durante un mismo día.
Los pacientes con este síndrome presentarán una atención desviada a estímulos irrelevantes, habla incoherente, memoria alterada, falta de orientación, confusión, trastornos perceptivos (como alucinaciones), etc.
En este caso, prácticamente cualquier enfermedad grave puede ponerla en marcha: infecciones, alteraciones endocrinas, problemas cardíacos, deterioro neurológico, neoplasias, fármacos, consumo de drogas, abstinencia, alteraciones metabólicas, etc.
Trastorno mental orgánico crónico
En este caso, se incluyen aquellas condiciones que se mantienen estables a largo plazo. Es decir, las que han causado daños permanentes en el funcionamiento cognitivo.
El ejemplo típico de este subtipo son las demencias. Aunque también encontramos la dependencia crónica de drogas, alcohol o ciertos fármacos (como benzodiacepinas).
Disfunción cerebral subaguda de base orgánica o encefalopatía
Hay autores que establecen una tercera categoría para la encefalopatía, ya que consiste en una manifestación intermedia entre los dos extremos. Inicialmente esta condición manifiesta fluctuaciones e incluso parece resolverse, pero con frecuencia es progresiva y persistente.
Síntomas
Los síntomas varían mucho según la causa que haya producido el trastorno mental orgánico. Por ejemplo, no son iguales los síntomas de un caso de alcoholismo crónico en estado de abstinencia (llamado delirium tremens) que uno de ictus.
El primero mostrará formas hiperactivas de trastorno mental orgánico como activación del sistema simpático (taquicardias, sudoración, hipertensión arterial, dilatación de las pupilas…). Mientras que, en el segundo, la persona apenas reaccionará a estímulos, se encontrará confusa y presentará un habla incoherente.
De esta forma, hay condiciones en la que los pacientes mostrarán síntomas más “hiperactivos” (agitación psicomotora, mayor estado de alerta) y otras en las que son más “hipoactivos” (falta de respuestas, y escaso nivel de conciencia).
El primero se asocia con deprivación de drogas y fármacos, mientras que el segundo es más típico en ancianos. Sin embargo, la forma más frecuente es que ambos tipos de síntomas fluctúen. Sobre todo, en el trastorno mental orgánico agudo.
Los síntomas más generales y típicos del trastorno mental orgánico son:
– Agitación
– Confusión
– Nivel reducido de conciencia
– Problemas en el juicio y razonamiento
– Alguna afectación en el funcionamiento cognitivo, ya sea corto plazo (como en el delirium) o a largo plazo (como las demencias). En esta categoría enmarcamos problemas en la atención, memoria, percepción, funciones ejecutivas, etc.
– Alteraciones en los ciclos de sueño-vigilia (esto principalmente en los subtipos agudos).
Diagnóstico
Normalmente se comienza examinando los síntomas del paciente, su historial médico, junto con el testimonio de la familia o acompañantes. Las pruebas que se realizan son esencialmente, escáneres cerebrales como:
– Tomografía Axial Computarizada (TAC): a través de rayos X, se crean imágenes del cráneo y cerebro en tres dimensiones.
– Imagen por Resonancia Magnética (IRM): con esta técnica se utilizan campos magnéticos para construir imágenes del cerebro. Concretamente observa qué zonas están activas o cuales están dañadas por su nivel de consumo de oxígeno o de glucosa. Está técnica se utiliza mucho por su buena resolución espacial, que da lugar a imágenes detalladas del cerebro.
– Tomografía por Emisión de Positrones (TEP): este escáner detecta el metabolismo cerebral a través de la inyección de sustancias radioactivas de vida muy corta.
– Electroencefalograma (EEG): esta técnica es útil para detectar problemas en la actividad eléctrica del cerebro.
Tratamiento
Evidentemente, el tratamiento depende de la causa exacta que subyace al trastorno mental orgánico. Hay ciertas condiciones más leves que solo requieren reposo y medicación, como la fiebre, falta de descanso, o malnutrición. Es esencial asegurarse de que el paciente reciba un nivel adecuado de nutrientes y líquidos.
En cuanto a la medicación, se recurrirá a fármacos para aliviar el dolor, antibióticos para las infecciones, anticonvulsivos para la epilepsia, etc.
En algunas ocasiones el consumo de fármacos (pueden ser efectos secundarios) u otras drogas son los que provocan el trastorno mental orgánico. En ese caso, deben retirarse. Si los fármacos son imprescindibles para tratar otra dolencia, será mejor sustituirlos por otros con similar mecanismo de acción que no presente esos efectos secundarios.
Si se debe a algún trastorno respiratorio, el paciente necesitará un suplemento de oxígeno. En otros casos puede ser necesaria la cirugía, como en los pacientes con tumores cerebrales.
No obstante, las enfermedades neurodegenerativas como las demencias requieren otro tipo de tratamiento. Normalmente se utiliza un abordaje neuropsicológico, desarrollando lo que se conoce como estimulación cognitiva, para aminorar el avance de la enfermedad.
Para ello se realizarán actividades personalizadas para cada caso que entrenen las capacidades cognitivas más vulnerables. Así se trabaja la atención, memoria, psicomotricidad, orientación visoespacial, funciones ejecutivas, actividades de la vida diaria, etc.
Habitualmente el tratamiento efectivo es multidisciplinar, incluyendo la terapia física para mejorar el tono muscular, postural y la fuerza perdida; y la terapia ocupacional, que ayudará a la persona a llevar una vida independiente y satisfactoria.
Si se han producido déficits sensoriales, hay que intentar mantener el máximo grado de funcionalidad utilizando estrategias compensatorias. Por ejemplo: gafas, audífonos, enseñarle nuevos métodos de comunicación, etc.
Referencias
- Organic Brain Syndrome. Obtenido de HealthLine.
- Neurocognitive disorder. (s.f.). Recuperado de MedlinePlus.