100 frases de Tengo ganas de ti de sus mejores momentos
Tengo ganas de ti es una película española de 2012 protagonizada por Mario Casas (Hache) y Clara Lago (Gin). Se trata de la secuela de Tres metros sobre el cielo, película basada en la novela de Federico Moccia.
Cuando Hache vuelve de Londres, sigue recordando a Babi (María Valverde), pero ella está enamorada de otro hombre. Hache lo acepta y tras cambiar de estilo de vida conoce a Gin, una chica joven cuya personalidad es parecida a la de él.
El argumento gira en torno a este trío amoroso. ¿Sigue Hache queriendo seguir con Babi? ¿Funcionará la relación con Gin?
Las mejores frases de Tengo ganas de ti
En estas frases de Tengo ganas de ti podrás rememorar los momentos más memorables de esta película, recordar la personalidad de sus personajes y reflexionar sobre aspectos más profundos que puede que no percibieses.
-He conocido una chica. Gin. (…). Pues es el nombre de una loca, una que hace lo que le da la gana y que no le da explicaciones a nadie. –Hache.
-¡Hache ha vuelto! Ayer me salvó, iba en una moto junto a mi taxi. Él fue quien te mandó el mensaje. –Dani.
-En serio que cuando os juntáis los chicos no es para hablar de nosotras ¿verdad?, sino para hablar de vuestras pollas. –Gin.
-¡Mamá, por favor, mamá! ¡Mamá, por favor, mamá! –Hache.
-Todo pasa hijo. –Rebecca.
-¡Ey ladrón! ¡Que se lleva el coche! ¡Para! ¡Abre la puerta o reviento el cristal! –Gin.
-Shhh… tranquila… Mira, léeme los labios y repite conmigo, ¿sí?: “La ladrona soy yo”. Repítelo. –Hache.
-¡Eh, tranquilo machote que hace mucho que las princesas nos manchamos las manos y no pasa nada! –Gin.
-Espera, que puede entrar alguien. –Hache.
-Del uno al diez, ¿cuánto te importa? –Gin.
-¿Quieres tu chaqueta? –Gin.
-Luego me la das, te sienta bien. –Hache.
-¡Uy! Es que yo no pensaba que era de las que hacía esto en la primera cita, eh. –Hache.
-Ha bajado a buscarte a los camerinos. Pero corre que estaba hecha una loca. –Marcelo.
-Este hombre no es grande, es glande. Sí, porque follar, no follará, pero tiene un rabo que le llega hasta las rodillas –Amigos de Hache.
-¿Así que la gente cambia cuando se lo propone hermanito? –Hache.
-Que sepan que vienes conmigo, me tienes que pagar la cena. –Hache
-Odio los tíos como tú. –Gin.
-¿Irresistibles? –Hache.
-¿De que ibas disfrazado? –Gin.
-De jeque árabe. ¿Qué? –Hache.
-¡Qué pretencioso! De mítico jeque, ¿no? –Gin.
-¿Pero qué te he hecho yo para que me quites la moto niña? –Hache
-¡Qué le he dado sin querer! No quería darle, perdóname en serio, tío. –Gin.
-Sería un imbécil si no gritara que me he equivocado contigo, con todo, desde el principio, que he intentado avanzar,(…) queriendo olvidar pero sin parar de recordar. Que locura Gin. –Hache.
-¿Tú eres la que sale en el cine verdad? ¿Podrías firmarme un autógrafo? –Hache.
-(Gin le pega a un amigo de Hache) ¡Perdona, perdona, perdona! No quería darte, que me ha salido sola.
-¡Qué máquina! –Amigos de Hache
-¿Qué pasa aquí que todos son unos putos enanos? –Hache.
-No, nosotros hemos crecido. –Katina.
-¡Sois una pandillita de pequeñas nenas! –Gin.
-¿Recuerdas? Solo que ahora nuestra casa tiene dueño. –Babi.
-Mamá. ¿Estás bien? ¿Qué pasa? –Hache
-Nada hijo, no te preocupes. Es estrés y cansancio acumulado. –Rebecca.
-¿Por qué te han ingresado?. Hache.
-Más pruebas para ver que todo está bien. Rutina, de verdad. –Rebecca.
-¿Lo prometes? –Hache.
-Claro mi niño. –Rebecca.
-Yo solo quería una historia de amor. Como la tuya con hache. –Dani.
-Eso no se busca, Dani. –Babi.
-Marcelo, ¿dónde está Gin? –Hache.
-Me he ido de un lado al otro, sin perdonar, sin perdonarme, sin avanzar. ¿Dónde está el secreto del futuro? Puede que esté en fijarse bien, y en avanzar, mira más cerca, más. Tan cerca que lo borroso se vuelve nítido, se vuelve claro. –Hache.
-¡Cuidado, cuidado que sabe Tae Kwon Do! –Hache.
-Dicen que si una pareja cierra un candado, lo deja atado al puente y tiran la llave al agua, no habrá manera de que se vuelvan a separar. -Gin.
-Estoy ahorrando para irme a París, y no parar de disparar con la cámara. –Gin.
-Os doy la bienvenida a mi playa privada. A la que solo un pequeño grupo de privilegiados, nosotros, tendrá acceso. Donde podremos disfrutar del exquisito gusto musical de nuestro rey del chiringuito. –Gin.
-Lo siento, necesitaba saber si sentía algo por ti. Voy a casarme dentro de un mes. –Babi.
-¡Vete! ¡Que te vayas de aquí! ¡Que te vayas, ostia, vete! –Hache.
-Puedes ayudarme a limpiar este desastre si quieres. A lo mejor si nos esforzamos puede quedar de nuevo bien. Depende de nosotros de los dos. Eso no va a hacer fácil (…), pero nada es imposible Hugo. –Gin.
-¿Qué haces, le estás revisando los bolsillos? –Babi.
-Perdóname hija, no quiero parecer criada pero vi esto y se me disparó la mente. –Rafaela.
-Es un bar de copas. –Babi
-Tú papá no toma. Y mira esto, en sus extractos de tarjeta de crédito gastó 2,400 euros en una joyería. –Rafaela.
-¿No es su aniversario en unos días? –Babi.
-¿Crees que sea para mí? Tienes razón hija. –Rafaela.
-¿Has quedado con un chico? Es un cobarde. –Babi.
-No quiero cumplir 18 sin haberlo hecho antes. –Dani.
-No quiero que hagas ninguna tontería Dani. –Babi.
-¿Y tú a los cuantos años lo hiciste? –Dani.
-Era diferente, yo estaba enamorada. Fue especial. –Babi.
-Tú no me conoces. –Hache.
-He oído hablar de ti. –Serpiente.
-¿Ah, sí? –Hache.
-Y nos movemos por los mismos sitios. –Serpiente.
-¿Por dónde? –Hache
-Ya sabes, las carreras. –Serpiente.
-Mira a Katina, está hecha toda una mujer. No te olvida, Pollo. –Hache.
-Oye, yo no sé si te has dado cuenta, pero la cola está allá atrás. –Gin.
-¿Tengo yo cara de haber hecho cola alguna vez? –Hache.
-Gin. Solo ella puede tener ese nombre y que no te den ganas de reírte. –Hache.
-Vamos a hacer esto. Ahora cuando arranque memorizas mi matrícula. Mi matrícula te llevará a mi dirección, y de ahí a mi número. ¡Ánimo machote! –Gin.
-¡Ey, ey, ey!, ¡Despacio! –Hache.
-No quiero esperar milagros, solo que las cosas pasen. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Y ahora lo tendría claro, pero ahora ya no depende de mí, sino de ti. Te quiero. –Hache.
-Es el síndrome de campamento de verano. Te vas de campamento, y te lo pasa de puta madre, el mejor verano de tu vida. Vuelves a casa y te tiras todo el año pensando el próximo campamento, volver a repetir todo, mejor. Entonces llega, y todo cambió. Los mejores años fueron eso, los mejores. Y nunca se van a repetir. –Pollo.
-Mira, supongo que esto te funciona con cualquier fulanilla de barrio, pero yo no te voy a llevar ni en sueños. –Gin.
-Bueno, yo me llevo yo solito. –Hache.
-¿Quién es esa Babi? –Gin.
-Alguien de mi pasado. –Hache.
-¿Es importante para ti? –Gin.
-No lo sé. –Hache.
-¡Chicos, chicos, chicos! Por favor, por favor, enteraos de una vez que no nos gusta que nos piropeéis para haceros los machitos en manada. Y de paso, le decís a este que no nos gusta que nos insistan. O sí, pero con un poquito de ingenio –Gin.
-¿Qué te has traído, una inglesa? –Amigos de Hache.
-Cuando alguien desaparece de tu vida. Puede que no vayas a ver a esa persona nunca más, o si podrás decirle esas cosas que te quedan y que te gustaría decirle. Coges un lápiz, se la escribes a esa persona que se fue pero no la mandas. La doblas, la acercas a una llama y la quemas. –Gin.
-Cuidado mítico, que esto es para siempre. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir. –Gin.
-Mírale, como un perrito abandonado. ¿Qué creías que no te iba a venir a buscar o qué? -Alex.
-¡Vaya, vaya, vaya pero que tenemos aquí, una chupagazuza preciosa! Pensaba que eras una leyenda de camioneros, pero veo que existís como las sirenas. –Hache.
-¡Oye! ¡Sola no puedo! –Gin.
-Hola, ¿puedo hablar con Hache?. –Babi.
-¿Quién eres? –Gin.
-Una amiga, solo quería saludarlo. –Babi.
-¿Me puedes dar mis llaves? Es en serio, dame mis llaves. ¡Dame mis putas llaves! –Gin.
-¿O qué? Le vas a llamar a la policía. ¡Venga! Estoy deseando a ver que cuentas a ver si la situación se pone un poquito de tu parte. Mira, yo tengo un testigo, el gasolinero. –Hache.
-¿Y éste coche? ¿A quién se lo has robado? –Gin.
-A mi hermano. Lo que pasa es que por la mañana se convierte en caravana. –Hache.
-Tú no. Estás mayor. Pero mayor de haberme perdido cosas de ti. –Hache.
-¿Me das tu número? –Hache.
-Hay que perdonar, y perdonarse. –Pollo.
-Sabía que estabas en Londres, quería llamarte todo el rato. –Babi.
-Te he echado mucho de menos. –Babi.
-¡Lo siento papá! ¡Lo siento mucho mamá! ¡Lo siento Babi! ¡Estoy embarazada! Yo no quería que pasara esto. –Dani.
-Son unos gemelos preciosos Rafaela, parecen muy caros. No deberías haber gastado tanto. Yo también tengo una cosa para ti. Felices 20 años Rafaela, te quiero (Rafaela se da cuenta que es un libro). –Claudio.
-Las cosas están un poco aburridas por aquí. No sabía que habías vuelto. Bienvenido. Oye, que ahora rumbeo con tus colegas y hemos quedado para cenar esta noche en el antiguo colmado. ¿Por qué no te pasas?… Pásate. Les va a hacer ilusión verte. –Chino.
-¿Qué tal una cita? –Hache.
-¿Qué tal una pelea? –Gin.
-No, ni de coño. –Hache.
-Vaya el típico mítico machista que se piensa que pelear con una chica no está bonito. ¿O tienes miedo? –Gin
-¿Aquí se puede entrar? –Hache.
-¿No sabes lo que te vas a encontrar? –Gin.
-Es que yo no entro en ningún sitio si yo no sé cómo salir. –Hache.
-Por favor, por favor, por favor. -Katina.
-¿Qué pasó? –Gin.
-Es difícil de explicar, vas a tener que confiar en mí, Gin. –Hache.
-¿Y tú, confías en mí? ¿Quieres estar conmigo de verdad?
-Estás igual. –Babi.
-Joder, joder, joder, tenés que esconderte. Creo que es mi madre. Como te vea aquí me mata. –Gin.
-¿Qué haces?¿Y tu madre? –Hache.
-¿Tengo yo pinta de vivir con mi madre? –Gin.
-Pollo era mi mejor amigo. Era mi hermano. Se dejó la vida en arreglar esa moto y en correr en las carreras. Las últimas palabras que me dijo fueron: Nuestras chicas son increíbles y tenemos que estar a la altura. –Hache.
-¡Tengo ganas de ti! –Hache.
-¡Ey! Se puede saber que estás haciendo. –Hache
-Tenía muchas ganas de verte de verdad. Creo que me voy a marchar, ¿vale? –Hache.
-Yo te llevo, tengo coche. ¿Me dejas que te lleve a un sitio?, queda de camino. Pero tienes que cerrar los ojos y sin protestar. –Babi.
-¡Ah, vale! Ya veo que voy en mi coche con el típico tío que piensa que se nos caen las bragas porque sueltas chistes malos, ¿no?. Como estábamos en fila india esperando a que vinieras a rescatarnos en tu moto. –Gin.
-Mira, ves este anillo (levantando el dedo del medio). Pues si no me abres primero va a atravesar el cristal y después tu cara, ¡mamarracho! –Gin.
-Todos cambiamos. –Hache.
-Lo siento colega. Pensaba que os teníais que ver para cerrar. ¿lo he jodido todo verdad? –Katina.
-¿Dónde estabas? –Gin.
-Nos han dado tequila del malo. –Hache.
-Eso sí, no hay una buena velada sin unos aperitivos (…). Primero un vermú, pero bien tirado, del grifo antiguo. Y ahora un gazpacho, pero de tomate verde y melón. Y un queso de cabra pero fuerte(…) –Hache.
-Esa es la moto de mi colega con la que se mató en una carrera. ¿Por qué coño la tienes tú?–Hache.
-Mucho cuidado con estos porque son más traicioneros que su puta madre. –Marcelo.
-¡Eres un hijo de puta! ¡Un hijo de puta! –Hache.
-Si pierdes, me pierdes de vista. –Gin.
-Mira Hugo, si hay algo que no soporto es la gente con falsa modestia. ¿Tienes algo mejor que esto? Entonces a trabajar. Prometo no decirle a nadie que eres el enchufado de papá. –Marcelo.
-Hombre, un poco bestias, pero muy simpáticos tus amigos, los míticos. –Gin.
-¡Eh, eh, eh! Los épicos. Aquí el único mítico soy yo. –Hache.
-¿Qué gana el que gana Gin Tonic? Si gano yo tengo una cita contigo. –Hache.
-Si te agarras de mí lo vas a disfrutar más. –Hache.
-Gracias por usar el servicio de moto-taxi. Son 50 euros. ¿No me vas a invitar a pasar? –Hache.
-Si gano yo me quedo con la tuya. –Serpiente.
-¿Y tú cómo te llamas? –Hache.
-Ginebra. (Hache se ríe) ¡Mi madre es inglesa, desgraciado!
-¿Y alcohólica? –Hache.
-Mis amigos me llaman Gin. –Gin.
-¿Tonic? –Hache.
-¿Y tú por qué no has ido a buscarme, cabezón? –Gin.
-Porque este tío me dio 50 euros para que me olvidara. –Luque
-Por cierto, no se roba a las chicas que te abrazan. –Gin.
-Babi, ¡Babi!, ¡BABI! -Hache (teniendo pesadilla)
-Menos mal, pensé que no te iba a dar tiempo para contarme el final de la historia. ¿Qué pasó con Babi?. -Señora (compañera de avión).
-Que me dejó. Al cabo de un tiempo conoció a otro, y bueno pues, comenzó a salir con él. Nada más. Yo me fui y no volví a saber de ella. -Hache.
-(…) Exijo un final feliz. -Señora.
-¿Sabes lo que es el Tae Kwon Do? Es un arte marcial moderna que consiste en que mi talón está dentro de tu boca en menos de una fracción de segundo. –Gin.
-No me gusta que me vacilen. –Hache.
-Perdona. Tú eres el que declaró su amor pintando tres metros sobre el cielo en un puente, ¿verdad? –Katina.
-Ya sabes lo que tengo para ti, y cómo encontrarme. –Serpiente.
-Te perdono. –Pollo.
-Llámame pronto, ¿quieres? –Rebecca.
-¡Vale, vale, vale! Hoy a las 10, ¿vale? Más te vale ser puntual. –Gin.
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