Anatomía y fisiología

Osteona o sistema de Havers: componentes, histología, funciones


La osteona o sistema de Havers es la unidad anatómica funcional fundamental del tejido óseo compacto o cortical, que es aquel que se encuentra en el cuerpo de los huesos largos y alrededor de los huesos esponjosos.

Consiste en un conjunto de laminillas óseas milimétricas, ricas en calcio, agrupadas de forma cilíndrica. Se disponen de tal manera que forman un canal central denominado conducto de Havers, que abre paso a los vasos sanguíneos y nervios que llegan al hueso.

Las osteonas se encuentran separadas por espacios lacunares en los cuales se ubican los osteocitos, que son células óseas maduras. El sistema cuenta con una compleja red de canales que comunican las osteonas con las lagunas pobladas de osteocitos, de esta forma se asegura el suministro de sangre a todas las células, incluso las más alejadas.

El primero en describir esta estructura ósea fue el anatomista inglés Clopton Havers (1657-1702), quien dedicó su vida profesional al estudio de la formación y metabolismo de los huesos.

El sistema de Havers tiene una función fundamental en el proceso de remodelamiento óseo que ocurre tanto de manera fisiológica como cuando hay una fractura o fisura.

Índice del artículo

Anatomía e histología

Anatomía

El tejido compacto se encuentra en el exterior y en el cuerpo de los huesos largos así como en las estructuras óseas planas.

Es un tipo de tejido hueso muy denso y resistente, que aporta el 80% de la masa ósea del esqueleto de un adulto. Da a los huesos su color y consistencia característicos.

A simple vista, en un hueso no es posible distinguir su estructura, por lo que es fundamental el estudio histológico microscópico para comprenderla.

El médico inglés Clopton Havers fue el primero en describir la arquitectura microscópica de los huesos compactos en su trabajo de investigación Osteologia nova, o algunas observaciones novedosas de los huesos y de las partes que lo conforman, con énfasis en su estructura y nutrición.

Las publicaciones del Dr. Havers todavía son utilizados como referencia y el sistema de organización del hueso compacto lleva su nombre.

Histología

El hueso compacto o cortical está formado por la unión de laminillas óseas milimétricas que se dividen en 3 grupos, según su ubicación: externas, internas y osteonas o sistema de Havers.

Las laminillas externas se encuentran en la cara más superficial del hueso. Contienen prolongaciones ricas en colágeno denominadas fibras de Sharpey, que las mantienen unidas firmemente al periostio, que es la capa superficial que recubre los huesos.

Las laminillas internas se encuentran en la cara interna del hueso, cubriendo la cavidad medular que discurre en la profundidad del mismo.

Sistema de Havers

La osteona o sistema de Havers es la unidad anatómica funcional principal del hueso compacto; el tejido óseo esponjoso no contiene osteonas. Al igual que las estructuras anteriores, está compuesta por un conjunto de laminillas óseas que se agrupan de forma cilíndrica.

Su disposición da origen a un canal central que se denomina conducto de Havers, dentro del cual se encuentran los vasos sanguíneos y terminaciones neurológicas que irrigan e inervan el hueso.

Las osteonas están comunicadas unas con otras a través de vías que se forman como ramificaciones de los conductos de Havers. Estas ramas se denominan conductos de Volkmann.

Por otro lado, superficialmente se encuentran separadas en algunos puntos por espacios llamados lagunas osteocitarias, que contienen las células óseas denominadas osteocitos. Estos espacios se comunican con los conductos de Havers a través de estrechos canales, o canalículos.

Los osteocitos forman prolongaciones celulares que se ubican en los canalículos, las cuales le permiten a estas células alcanzar los vasos sanguíneos para mantener su actividad.

Esta forma de comunicación y nutrición celular se conoce como sistema lácuno-canalicular.

Función

La estructura compacta que forma el sistema Havers confiere al hueso cortical su densidad y resistencia, siendo mucho más fuerte que el hueso esponjoso.

A través de las vías de comunicación que forman los conductos de Havers, conductos de Volkmann y los canalículos, la osteona asegura la irrigación y nutrición de los osteocitos. El aporte de sangre a estas células sería imposible de otra forma, por la escasa porosidad del hueso compacto.

Metabolismo óseo

El sistema de Havers tiene una papel fundamental en la remodelación ósea. Actúa en los huesos que presentan pequeños daños por estrés así como en aquellos en los que hay una fractura.

La remodelación ósea involucra tres tipos de células óseas que se encargan del proceso de reabsorción, formación y estabilidad del tejido óseo; estas son: los osteocitos, osteoblastos y osteoclastos.

Los osteocitos son las células maduras que se encuentran en las lagunas osteocitarias, entre las osteonas. Estas células provienen de otras más primitivas denominadas osteoblastos, que se encargan de formar nuevo tejido óseo.

En el hueso compacto se pueden distinguir las osteonas que tienen más tiempo, osteonas maduras, de las más jóvenes ya que las primeras tienen un conducto de Havers más estrecho.

Las osteonas maduras son degradadas por los osteoclastos, que también se encargan de reabsorber la matriz ósea destruida.

Este proceso es mediado por la acción de distintas hormonas. Entre las más importantes se encuentran la hormona paratiroidea (PTH) y la calcitonina. La activación hormonal dispara la acción de los osteoclastos que, mediante la descarga de enzimas ácidas, desmineraliza y destruye la superficie ósea.

Son estas mismas hormonas las que participan en la reabsorción del hueso. Cuando ocurre este proceso, el calcio pasa al torrente sanguíneo lo que resulta en la regulación de ese mineral en el organismo.

Por su parte, los osteoblastos se ocupan de formar nuevas laminillas óseas que se organizarán originando canales de Havers amplios. Una vez que terminan su trabajo, estas células se diferencian en osteocitos que descansan en los espacios lacunares que se encuentran entre las osteonas.

Los osteoblastos y los osteoclastos trabajan de forma sincronizada y perfecta para evitar que haya mayor formación o degradación de hueso. Cualquier alteración en este equilibrio trae como consecuencia patologías óseas como la osteoporosis.

Además del daño óseo, las hormonas que activan el metabolismo del hueso se ven afectadas por la disminución o el aumento de los niveles de calcio y fósforo en la sangre y pueden poner en marcha este mecanismo para que el cuerpo alcance el equilibrio de estos minerales.

El metabolismo óseo es un proceso fisiológico, es decir, que la reabsorción y formación de hueso ocurre en individuos sanos. A pesar de que es muy importante para la reparación en el caso de fracturas, las células llevan a cabo este mecanismo en todo momento.

Referencias

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