Psicología

Las fases del sueño y sus características


Las fases del sueño son uno de los componentes de nuestros relojes biológicos, una serie de ciclos que ocurren de manera repetitiva durante nuestra vida. En concreto, estas etapas son distintos tipos de patrones cerebrales que ocurre mientras estamos durmiendo. Cada una de ellas dura entre 90 minutos y dos horas, y todas cumplen funciones fundamentales para nuestro descanso y salud.

Existen cinco fases del sueño principales: vigilia, vigilia relajada, sueño ligero, sueño profundo y sueño REM. Debido a la duración de cada una de ellas, durante una noche completa de sueño solemos atravesar entre cuatro y seis de ellas.

Comprender las fases del sueño, su funcionamiento y su duración es fundamental, debido a que despertarnos en mitad de un ciclo puede provocar efectos totalmente distintos a lo que sucede si nos despertamos durante otro. Generalmente, se considera que el final de la fase REM es el mejor momento para abandonar el sueño.

En este artículo estudiaremos las cinco fases del sueño principales, sus características y la importancia de cada una de ellas.

Índice del artículo

Las de fases del sueño

Normalmente, cuando pensamos en los ciclos de sueño por los que pasamos cada día, nos da la impresión de que solamente existen dos estados diferenciados: vigilia y sueño. Sin embargo, la realidad es un poco más compleja. Los estudios realizados con modernas técnicas de neuroimagen han mostrado que el sueño está dividido a su vez en dos tipos de fases muy diferenciadas.

Así, mientras estamos durmiendo, las fases por las que pasamos pueden encontrarse dentro de dos categorías distintas: varias etapas en las que no se producen sueños, y una de ellas en la que sí. A nivel técnico, por lo tanto, las distintas partes del ciclo diurno son las fases de vigilia, las de sueño no REM, y la de sueño REM.

Fases REM vs fases no REM

A pesar del tiempo que llevamos investigando sobre el sueño, lo cierto es que sabemos bastante poco sobre él. Sin embargo, esta actividad es fundamental para nuestra supervivencia, y sabemos que todos los mamíferos y las aves también duermen. Además de esto, el resto de especies de estas categorías también comparten la división entre fases REM y no REM.

Pero, ¿en qué se diferencian ambas categorías? Por un lado, el sueño no REM se caracteriza por una relativa falta de actividad en el cerebro, y la posibilidad de mover nuestro cuerpo mientras nos encontramos en él. El sueño de este tipo se divide en varias fases en función de cómo de profunda es la relajación de la persona, y la dificultad para despertarla en cada momento. Además, en esta categoría no se producen sueños.

Por otro lado, también nos encontramos la fase REM. La característica más llamativa de la misma es la presencia de sueños, una serie de imágenes muy vívidas y aparentemente relacionadas con las circunstancias de nuestra vida, aunque pobladas de elementos irreales.

Esta fase recibe su nombre de las siglas en inglés de rapid eye movements, o movimientos rápidos de los ojos. Esto se debe a que cuando estamos en REM, nuestros globos oculares se mueven a toda velocidad por debajo de nuestros párpados cerrados. Se cree que este movimiento tiene que ver precisamente con la formación de los sueños.

Además de esto, durante la fase REM nuestro cuerpo no puede moverse por sí mismo, sino que está paralizado. Los investigadores piensan que esto ocurre para que no podamos ponernos en peligro mientras estamos soñando.

Fases del ciclo sueño – vigilia

Fase 1: Sueño ligero

La primera fase del sueño es también conocida como etapa del sueño ligero. Es una de las que tiene una menor duración, ya que normalmente solo se extiende entre cinco y diez minutos. Se trata de la fase que sirve como intermediaria entre el estado de estar despierto, y el sueño más profundo que se produce en las siguientes fases.

En la fase 1, tanto la mente como el cuerpo comienzan a ralentizar sus funciones, por lo que durante la misma nos sentimos relajados y como si estuviéramos mareados. Durante esta etapa no estamos realmente dormidos, por lo que es muy sencillo volver a un estado de vigilia si alguien trata de despertarnos.

De hecho, esta facilidad para despertarse durante la fase de sueño ligero es la que provoca que las siestas no deban tener una duración mayor a veinte minutos. Tras este tiempo, lo más común es haber pasado a la etapa del sueño profundo, lo que provoca que cuando nos despertamos nos encontremos desorientados y con ganas de seguir durmiendo.

Fase 2: sueño medio

Durante la segunda fase del sueño, todavía se considera que nos encontramos en un estado relativamente ligero de sueño. Sin embargo, tanto nuestras ondas cerebrales como la actividad corporal y el movimiento de los ojos comienzan a disminuir y a prepararse para entrar en un estado mucho más profundo de descanso.

En esta segunda fase del sueño, el cerebro produce incrementos repentinos en su actividad, que se ven con forma de picos en un electroencefalograma. Aunque no se sabe muy bien qué función cumplen, se cree que están relacionadas con la creación de nuevos recuerdos y con el procesamiento de la información sensorial.

Esta etapa es una de las más importantes de todo el ciclo de sueño – vigilia, ya que los expertos creen que es en ella en la que se consolida la memoria a largo plazo.

Fases 3 y 4: sueño profundo

Estas dos fases del sueño suelen estudiarse juntas, hasta el punto de que en ocasiones se las agrupa en una sola conocida como etapa del sueño profundo. Sin embargo, existen algunas diferencias entre ellas que provocan que la mayoría de expertos decidan tratarlas como dos fenómenos separados.

Una de las características más importantes de las fases del sueño profundo es que cuando entramos en una de ellas, resulta mucho más difícil que nos despertemos. De hecho, si alguien nos saca de nuestro descanso en este momento, se produce lo que se conoce como “inercia de sueño”: la sensación de que no estamos totalmente despiertos, con efectos como mareo, dificultad para pensar y sensación de cansancio.

Durante las fases del sueño profundo, nuestros músculos se quedan completamente relajados. Además, algunas funciones como la respiración, la regulación de la temperatura o la velocidad de los latidos del corazón se ralentizan en gran medida cuando entramos en ellas.

Asímismo, en las etapas de sueño profundo el cuerpo comienza a producir una mayor cantidad de hormonas de crecimiento, y se encarga de varias funciones relacionadas con el mantenimiento del bienestar corporal, como por ejemplo la creación de nuevos tejidos musculares o la regulación del sistema inmune. Debido a ello, estas fases son especialmente importantes para nuestra salud en general.

Fase 5: sueño REM

Después de las fases del sueño profundo, si seguimos durmiendo nuestro cuerpo y cerebro entran en la que posiblemente sea la etapa más conocida de todo el ciclo: la fase REM (rapid eye movement). Cuando nos encontramos en ella, muchas de las características de las otras etapas se dan la vuelta por completo, pasando nuestro estado a otro mucho más similar al de vigilia.

Por ejemplo, durante la fase REM tanto la velocidad de los latidos de nuestro corazón como nuestra presión arterial se incrementan de manera significativa, sobre todo cuando los comparamos con su estado durante la fase del sueño profundo. Además, nuestra respiración suele volverse irregular, rápida y superficial; y todo nuestro cuerpo recupera la capacidad de moverse libremente.

Sueños

En esta etapa es cuando soñamos; de hecho exteriormente la fase REM se distingue por el movimiento rápido de los ojos. En ella el cerebro se activa de la misma forma que lo hace en la realidad. Por ejemplo, si en el sueño se juega al baloncesto, las áreas cerebrales activadas serían las mismas que si se jugase en la realidad. A continuación se puede apreciar cómo se mueven los ojos en esta fase:

Cambios cerebrales

Por otro lado, el cambio más importante que se produce durante la fase REM se da a nivel cerebral. Si medimos su actividad con un encefalograma, este órgano muestra un aumento muy significativo de su actividad, lo que normalmente correlaciona con la aparición de sueños.

Las funciones que cumple la fase REM son todavía un misterio en su mayor parte para los científicos, y por lo tanto aún está siendo estudiada. Sin embargo, se cree que esta etapa juega un papel muy importante en la capacidad de la mente para aprender y memorizar información, en un proceso que funciona de manera conjunta con el de la fase del sueño profundo.

Se ha comprobado que la etapa REM ocupa aproximadamente el 30% de todo nuestro tiempo de sueño, y es una de las que tienen un mayor impacto sobre nuestra sensación de cansancio. Por eso, despertarse en medio de esta fase tiende a producir mayores niveles de agotamiento físico y mental.

¿Para qué sirven los sueños?

Además de cumplir varias funciones muy importantes para nuestro descanso y el funcionamiento de nuestro cerebro, la fase REM también es famosa porque durante ella aparecen los sueños. Sin embargo, las investigaciones sobre este fenómeno todavía no han aclarado cuál es su propósito o cómo funcionan exactamente.

Algunas teorías psicológicas afirman que los sueños nos ayudan a descargar distintas tensiones a las que nos enfrentamos en nuestro día a día, o que nos preparan para superar los retos que se nos van presentando. Otros expertos, sin embargo, afirman que son completamente arbitrarios.

En cualquier caso, se ha comprobado que si no pasamos el suficiente tiempo en la fase de sueño REM nuestros niveles de cansancio aumentan, incluso aunque estemos durmiendo un tiempo largo. Esto puede ocurrir, por ejemplo, si consumimos sustancias que afecten al ciclo natural de sueño, como alcohol, café o tabaco.

Referencias

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