Cultura general

Paleografía: historia, qué estudia, metodologías, aplicaciones


La paleografía es la disciplina historiográfica que se encarga de estudiar los caracteres escritos y sus modos de ejecución, a fin de determinar su evolución, localización y clasificación. Dentro de su objeto de estudio, esta ciencia incluye todos aquellos aspectos que pudieran impactar las formas gráficas, ya sean de índole tecnológica, económica, social, cultural, política, estética, entre otros.

En un principio la paleografía se definía como el estudio de las escrituras antiguas trazadas únicamente sobre soportes materiales suaves como papel, papiro y pergamino. De esta manera se contraponía a la epigrafía, que trataba las escrituras sobre materias escriptorias duras como mármol, bronce u otras. No obstante, la paleografía fue evolucionando hasta abarcar todas las formas gráficas.

El término paleografía proviene del latín palaeographia, así como de dos vocablos de origen griego: palaio –que significa primitivo o antiguo- y –graphía -que se refiere a grafía o escritura-. El diccionario de la Real Academia Española la define como “ciencia de la escritura y de los signos y documentos antiguos”. Se encarga entonces de datar, localizar y clasificar los diferentes testimonios de forma alfabética.

La persona que se dedica a esta ciencia se conoce como paleógrafo; es quien suele presentar un dominio de la lengua de los textos, los estilos, las abreviaturas, los anagramas, los nexogramas y los ligogramas, entre otras particularidades gráficas. Se le considera pues como una especie de arqueólogo de las letras y de los textos.

Índice del artículo

Historia

Orígenes

Las escrituras antiguas comienzan a ser objeto de estudio a finales del siglo XVII. No obstante, desde la Edad Antigua los historiadores grecorromanos utilizaban como referencia los escritos antiguos. Puede detectarse además gran interés por problemas paleográficos, recopilación de abreviaturas y la continua práctica de leer documentos antiguos durante la Edad Media.

En esta época se presentan grandes aportaciones al área de la paleografía y la diplomática, pero fue en la Edad Moderna con el humanismo, cuando se determina el carácter científico de ambas ciencias.

Se considera como etapa decisiva los siglos XVI, XVII y XVIII con las conocidas guerras diplomáticas y el movimiento bolandista, dos largas discusiones en torno a la autenticidad de documentos de origen nobiliario.

De hecho, el primer tratado paleográfico surge a propósito de una polémica con los documentos merovingios que se conservaban en la abadía parisina de Saint Denis. El jesuita Daniel von Papenbroeck y el monje benedictino Jean Mabillon sostenían posiciones contrapuestas en torno a su autenticidad.

Ante la controversia, este último logró comprobarla desarrollando una metodología pericial, mediante la transcripción, datación e identificación de esas escrituras, en su obra De re diplomatica Iibri V.

El término paleografía surgió hacia el siglo XVIII. El primero en utilizarlo fue el benedictino Bernard de Montfaucon, en la obra que publicó en 1708, en la cual realizó un análisis perfeccionado de la obra de Mabillon.

Su expansión a las afueras de Francia se debió al trabajo de Francesco Scipione Maffei en 1726, en torno a unos códices de la Biblioteca Capitular de Verona. Este estudioso logró derivar la escritura medieval de la romana, planteándola así como única clase de escritura. Este hecho fue preparando el camino de la paleografía moderna.

Avances desde el siglo XIX 

En 1801 comienza el proceso de separación de los objetos de estudio de la paleografía y de la diplomática. Las investigaciones de Karl T. C. Schönemann fueron un factor clave para lograrlo.

Posteriormente, los aportes de Ludwig Traube (1861-1907) le ofrecen otro impulso a la ciencia cuando explica el fenómeno gráfico como un aspecto de la historia de la cultura, a través de su obra sobre la producción manuscrita del monasterio irlandés de Peronne, en Francia.

Como disciplina científica se consolida en las primeras décadas del siglo XX con los trabajos de expertos en el área como Luigi Schiaparelli, Giorgio Cencetti, Giulio Battelli y Lean Mallon. Fue perfilándose entonces su campo y objeto de estudio, aunque todavía la paleografía se vinculaba a la historia lineal y estática de la escritura.

Años 30

A partir de los años 30, con la influencia de la metodología marxista de algunos historiadores, se fue replanteando esta ciencia hacia una formulación social, situacional y contextualizada de los textos gráficos.

Posteriormente adquirió una orientación positivista, técnica y auxiliar que fue incapacitándola para resolver asuntos sobre la escritura como práctica socio-cultural.

60-70

Pero, para las décadas de los 60 y 70 se renueva su propuesta teórica y metodológica, ampliando sus instrumentos y su campo de investigación. Se presenta entonces como una historia de las prácticas de lo escrito, pues se empieza a explicar la escritura según un contexto histórico y social. Además se relacionan las formas gráficas con otras manifestaciones culturales.

La paleografía hoy día se interesa por cualquier manifestación escrita, al margen de su época histórica o soporte material, pues se establece el hecho escrito como un producto socio-cultural que provee conocimiento del pasado y del presente.

¿Qué estudia la paleografía?

La paleografía tiene como objeto de estudio las escrituras, su origen, condicionamiento, características y evolución. Para ello se encarga de analizar los elementos gráficos de la escritura, además de los signos accesorios y abreviaciones. Además descifra las notas marginales y las correcciones del copista.

Se considera una ciencia con sentido totalizador, pues engloba todas las investigaciones con fines prácticos, científicos y culturales en torno a los elementos gráficos. Sus objetivos como ciencia podrían resumirse en los siguientes puntos:

– Leer e interpretar signos gráficos antiguos para descifrar su significado más elemental y simple.

– Realizar una construcción crítica de su historia. Esto quiere decir situar en el tiempo y el espacio la escritura de los textos, así como definir a quiénes pudieron corresponder, a quiénes se dirigían y con cuál finalidad.

– Determinar el origen, desarrollo, evolución, cambios y variantes de los elementos gráficos antiguos.

Metodologías

El método por excelencia de la paleografía es esencialmente comparativo y de corte inductivo-analítico. Se parte de un estudio analítico, donde se aplican los resultados de la comparación realizada entre lo conocido y lo desconocido. Es una ciencia que se pasea entre la descripción y la interpretación, al analizar los testimonios escritos bajo una óptica cualitativa.

Para ello se desprenden algunos requisitos metodológicos como el conocimiento teórico de la evolución gráfica, el establecimiento de características gráficas dentro de un marco histórico y el análisis de las generalidades de la escritura. En este se considera origen, influencias, evolución, área geográfica y tiempo de permanencia.

Otro de los requisitos es el análisis morfológico general que supone el estudio completo sobre las formas de las letras y dentro del cual se incluye la transcripción del texto.

La transcripción paleográfica es aquella que trata de hacer asequible, con signos actuales, lo que resultaría de imposible lectura a quien no tenga cierto tipo de conocimientos. Procura ser lo más fiel posible, es decir ser sencilla pero sin transgredir el texto original.

Aplicaciones

Descifrar los caracteres individuales y su evolución en varias épocas, identificar las abreviaturas, así como identificar falsificaciones antiguas o más recientes versus documentos auténticos, son aportes esenciales que la paleografía ofrece a historiadores y filólogos. Además se considera una ciencia auxiliar de los estudios literarios, archivísticos, literarios y lingüísticos.

Al conocer sus diferentes ramas también puede distinguirse la cantidad de aplicaciones que tiene esta disciplina. Para examinar los signos lingüísticos contenidos en los documentos se encuentra la paleografía diplomática.

La numismática es la rama que analiza monedas y medallas. La bibliográfica se enfoca en el estudio de códices y libros manuscritos antiguos, mientras la epigráfica se encarga de los grafismos plasmados en lápidas y otras manifestaciones arquitectónicas.

Conceptos básicos en paleografía

Caja de escritura 

Es el espacio que ocupa las letras y que se limita por márgenes y renglones

Renglón 

Es el espacio en el cual se escribe y que está limitado por los márgenes.

Cuerpo de la letra

Es la dimensión de la totalidad tipográfica, es decir que incluye todos los trazos de la letra.

Alzado

También llamados astiles es la parte de la letra que pasa por encima del renglón superior.

Caído 

Es la parte de la grafìa que sobreasale del renglón inferior.

Nexo

Es la unión de dos o más caracteres realizado a través de un trazo común que origina una nueva forma.

Ligadura

Es un recurso tipográfico que posibilita unir caracteres independientes. Se utiliza para evitar interferencias en la lectura o representar sonidos específicos.

Usual

Es aquella escritura utilizada a diario o de manera habitual por quienes escriben.

Cursiva

Se trata de aquella escritura cuya rapidez en su ejecución provoca que la morfología de las letras se deforme.

Caligráfica

Es la escritura de trazado uniforme y que sigue fielmente un modelo.

Minúscula 

Aquella cuyo alfabeto está inscrito dentro de un sistema cuadrilineal. Es menor en tamaño que la mayúscula y se emplea constantemente en la escritura.

Mayúscula

Se refiere a la escritura inscrita dentro de un sistema bilineal. Los trazos de la escritura no sobresalen de dos líneas paralelas.

Referencias

  1. Paleografía. (2019, 11 de diciembre). Wikipedia, La enciclopedia. Recuperado de wikipedia.org 
  2. Leonor Zozaya-Montes (2011): “Paleografía”, Paleografía y ciencias afines. Recuperado de paleografia.hypotheses.org
  3. Wikipedia contributors. (2019, 14 de diciembre). En Wikipedia, The Free Encyclopedia. Recuperado de en.wikipedia.org
  4. González, L. ¿Qué estudia la paleografía? Manual de paleografía diplomática. Recuperado de bibliopos.es/
  5. Castillo, A. y Sáez, C. (1999). Paleografia e historia de la cultura escrita – Del signo a lo escrito. En RIESCO TERRERO, Ángel (ed.). Introducción a la Paleografía y Diplomática general. Madrid: Síntesis, 1999. p. 21-31.
  6. Castillo Gómez, A. (1995). De la Paleografía a la Historia. De las prácticas del escribir. En Barros, C. (ed.). Historia a debate, II. Retorno del sujeto. Santiago de Compostela: Historia a Debate, 261-271.