Medicina alternativa

Medicina ortomolecular: qué estudia, historia, aplicaciones


La medicina ortomolecular es una rama de la ciencia médica de tipo alternativa. Sostiene la teoría de que es posible lograr el mantenimiento y óptimo estado de salud a través de la nutrición. Sus bases científicas son a menudo discutidas, por eso se considera una “pseudo-terapia”.

La medicina ortomolecular, se basa en la idea del cuerpo humano como una “unidad bioquímica” que naturalmente funciona y se encuentra en armonía. Los nutrientes, aminoácidos, vitaminas y minerales, funcionan como un sistema perfecto. Cuando se presentan enfermedades o patologías, significa que este equilibrio se ha roto.

A través de la nutrición, la medicina ortomolecular busca corregir estos desequilibrios y así lograr terminar con padecimientos en la salud de los pacientes. Estos ajustes se hacen siempre de forma natural y sin tratamientos invasivos.

El origen de la palabra ortomolecular puede entenderse de la siguiente forma: el prefijo “orto” (de origen griego) hace referencia a todo aquello realizado de manera exacta, correcta. Mientras que “molecular”, se refiere justamente a las moléculas. De allí que la filosofía de esta terapia sea trabajar la salud desde las unidades físicas más pequeñas.

La medicina ortomolecular es desde hace años fuertemente cuestionada. Sus detractores argumentan que no existe suficiente evidencia empírica sobre su efectividad y que en algunos casos, existen prácticas que pueden ser incluso malas para la salud.

La medicina ortomolecular vivó un verdadero boom de popularidad durante la década de los 80. Este tratamiento llegó a utilizarse para mitigar problemas como el alcoholismo, alergias, hipertensión, migrañas, epilepsia, desórdenes metabólicos y hasta retraso mental.

A pesar de la amplia variedad de patologías que trataba, el uso de elementos diagnósticos como los análisis clínicos (sangre, orina), rara vez eran tenidos en cuenta o siquiera solicitados. De hecho, en la gran mayoría de los padecimientos que prometía sanar, no existe evidencia científica que establezca una relación entre la enfermedad y la nutrición o el balance vitamínico.

Índice del artículo

Breve historia de la medicina ortomolecular

Edad Antigua

Las primeras nociones acerca del vínculo entre la salud y la alimentación se remontan al Antiguo Egipto. Según archivos arqueológicos, desde el año 500 a. C existen evidencias de que este pueblo practicaba ciertas formas de “dieta” para cuidar de su salud.

Algunos años después, el propio filósofo griego Hipócrates sería un fiel defensor de estas ideas. De hecho, consideraba que la comida era la “primera forma de salud”.

Edad Moderna

Sin embargo, el entendimiento pleno de la función de la alimentación en la salud recién sería entendida plenamente y desarrollada, en el siglo XVIII. Por ese entonces, la ciencia encargada de su estudio era la “química digestiva”.

La química digestiva fue inventada casi en su totalidad por el científico francés René de Réaumur. Junto con otro médico llamado Antoine Laurent Lavoisier, lograron establecer las bases para la comprensión y análisis del metabolismo de los alimentos en el cuerpo.

Pero, sin lugar a dudas, el primer gran descubrimiento fue realizado por el médico británico James Lind. Acostumbrado a viajar en expediciones marinas que duraban varias semanas, comenzó a notar un patrón en la aparición de la enfermedad del escorbuto entre los marinos.

Lind notó que en los barcos donde no había frutas para comer, los tripulantes eran más propensos a desarrollar esta enfermedad. El escorbuto causaba (entre otras cosas) empobrecimiento de la sangre, úlceras, encías sangrantes y eventualmente, la muerte.

Es así que para 1747, decide llevar a cabo su teoría y experimentar con los marinos dándoles dietas diversas. Allí descubrió que quienes consumían naranjas, permanecían sanos e inmunes al escorbuto. Hoy se sabe que este padecimiento se origina por la falta de vitamina C.

Siglo XX en adelante

Los grandes descubrimientos y teorías sobre la nutrición tendrían lugar durante el siglo XX. Esto se debió a las nuevas tecnologías y el boom de las comunicaciones y el transporte, los cuales facilitaron también la “movilidad” de nuevas ideas.

En 1920, el médico alemán Max Gerson creó la llamada “Terapia Gerson”. Según sus estudios, existía una relación directa entre el desbalance de minerales y vitaminas y la prevalencia del cáncer. Aunque este tratamiento gozó de alta popularidad, su efectividad fue negada por múltiples fuentes, entre ellas el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos.

Recién en 1968 saldría a la luz el concepto de “ortomolecular”, de la mano del médico estadounidense Linus Pauling. En un principio Pauling, luego de años de estudiar los efectos de la vitamina C, se enfocó en la psiquiatría ortomolecular, argumentando que la mente necesitaba de un ambiente bioquímico óptimo para funcionar correctamente.

Tiempo más tarde Pauling se enfocaría casi exclusivamente en la medicina ortomolecular como un todo, siendo no solo el precursor sino su principal exponente. Tanto, que en 1973 logró fundar el Instituto de Medicina Ortomolecular, hoy conocido como Instituto Linus Pauling de Ciencia y Medicina.

Aplicaciones prácticas

 La medicina ortomolecular se enfoca, como ya hemos visto, en la introducción de cambios en la dieta y el uso de la suplementación para alcanzar un estado óptimo de salud. Sus defensores y quienes la practican sostienen que algunos de sus beneficios son:

– Prevención de enfermedades.

– Sirve para complementar y aumentar la eficacia de tratamientos farmacológicos.

– Estimula la actividad cerebral/neuronal.

– Fortalece al sistema inmune.

– Ayuda a limpiar las arterias.

– Contribuye a la depuración y desintoxicación del cuerpo.

– Favorece al incremento de la sensación de vitalidad.

Es justamente por estos factores que la medicina ortomolecular es ampliamente aceptada y practicada como tratamiento dentro de la medicina estética. Terapias antiedad, de rejuvenecimiento, para combatir arrugas y recobrar tonicidad son algunas de sus aplicaciones.

Metodología y polémica

Los mayores riesgos y discusiones sobre la efectividad de la medicina ortomolecular se enfocan en su uso de la suplementación. El incremento de la toma de vitaminas y minerales en manera muchas veces descontrolada bajo las llamadas “megadosis”, es el principal “lado flaco” de esta terapia.

Sus detractores argumentan con evidencia empírica que por cada megadosis de determinados compuestos, existen daños evidentes a la salud tales como:

– Alto consumo de vitamina A: lleva a la aparición de efectos teratológicos y hepatotoxicidad.

– Alto consumo de vitamina C: favorece la aparición de síntomas gastrointestinales, cálculos en los riñones y al exceso de absorción de minerales como el hierro.

– Alto consumo de vitamina E: en casos extremos puede desencadenar hemorragias.

– Alto consumo de vitamina B6: en casos extremos puede convertirse en un neurotóxico.

– Alto consumo de boro: puede ocasionar efectos negativos sobre la capacidad de reproducción y del desarrollo.

– Alto consumo de calcio: afecta al sistema excretor generando cálculos renales e insuficiencia renal. También lleva a la hipercalcemia que desencadena otras patología asociadas.

– Alto consumo de flúor: conlleva el desarrollo de fluorosis, que afecta el estado y estética dental con aparición de manchas.

En países como España, el propio Ministerio de Salud considera a la medicina ortomolecular como otra terapia alternativa, no comparable con la medicina tradicional. La medicina ortomolecular se encuentra agrupada junto con otros “tratamientos” no convencionales como:

– Cirugía energética.

– Abrazoterapia.

– Orinoterapia.

– Terapia de Ángeles de Atlantis.

Otras organizaciones como el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría, de Estados Unidos, califica a la medicina ortomolecular como fraudulenta y engañosa, a pesar de ser popular dentro de pacientes que padecen enfermedades como el glaucoma y el diferentes tipos de cáncer.

Respecto del consumo de vitaminas y minerales en forma de megadosis, el consenso general es todavía más amplio acerca de lo desaconsejable de esta práctica. Organizaciones como la European Food Safety Authority (EFSA), Institute of Medicine (IOM), o la Food and Nutrition Board (FNB), son algunas de las voces que se oponen con mayor vehemencia a la medicina ortomolecular.

Acerca de los psiquiatría ortomolecular (la más controversial y peligrosa rama de esta terapia), el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos fue categórico ya durante los años 70.

Luego de observar la metodología de trabajo ortomolecular sobre pacientes con trastornos mentales, lograron concluir que los tratamientos con vitaminas, minerales y dieta, son rotundamente ineficientes. No surten ningún efecto.

Otros estudios sobre este tratamiento aplicados sobre pacientes con desordenes cognitivos y de atención, arribaron a conclusiones similares. Tanto en los Estados Unidos como en Holanda, los efectos positivos de la medicina ortomolecular fueron nulos o desfavorables.

Solamente en algunos casos específicos de niños con Déficit de Atención se observaron algunas mejorías. De todas maneras no pudo comprobarse una relación directa entre los avances y el tratamiento.

Décadas de ensayo y de estudio y de análisis lograron llegar a una conclusión que se replica de forma casi unánime en el mundo de la medicina. Esta sostiene que el cuerpo humano tiene una capacidad limitada de utilizar las vitaminas durante los diferentes procesos metabólicos.

Cuando el consumo de vitaminas y compuestos minerales exceden la capacidad fisiológica natural de procesamiento del cuerpo, comienzan a funcionar en forma similar a la de las drogas convencionales.

En consecuencia, el sobre uso, ingesta y consumo de vitaminas tiene un potencial de toxicidad alto. Esto genera más complicaciones que beneficios para el organismo. El mayor daño ocurre en pacientes psiquiátricos que recurren a esta terapia, ya que en algunos casos la falta de supervisión y tratamiento farmacológicos de ciertas patologías lleva a cometer actos dañosos para la integridad física propia y/o de terceros.

Referencias

  1. González, M. J., & Miranda-Massari, J. R. (2013). Orthomolecular medicine: The best cost effective, rational and scientific choice for disease treatment.
  2. Chover, A. M. (s.f.). Medicina Ortomolecular.
  3. Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas. (2012). “Nutrición Ortomolecular”. Postura del GREP‐AEDN.
  4. (s.f.). Recuperado de orthomolecular.org
  5. Barrett, S. (2000). Orthomolecular Therapy. Recuperado de quackwatch.org