Depresión

Depresión endógena: síntomas, tipos, causas, tratamientos


La depresión endógena es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por un estado de ánimo deprimido sin que este se produzca debido a ninguna causa externa. Por el contrario, el estresor que provoca el problema tiene su origen en el propio individuo; y puede ser o bien cognitivo o bien biológico.

Se trata de un tipo de depresión relativamente poco frecuente. Las personas que lo padecen suelen presentar problemas en su circuito de la serotonina o con otro tipo de neurotransmisores; aunque en ocasiones las causas están más relacionadas con la presencia de un gran número de creencias irracionales u otros problemas psicológicos.

Debido a que las causas de la depresión endógena no son aparentes, en ocasiones puede ser difícil de diagnosticar y tratar. A menudo, las personas que padecen este trastorno comenzarán a experimentar sus síntomas sin que parezca haber ninguna causa. Esto se contrapone a la depresión reactiva, que se desencadena debido a un evento concreto.

Los últimos manuales diagnósticos utilizados por los psicólogos de todo el mundo han dejado de diferenciar entre depresión exógena y endógena, y las diagnostican todas como “depresión mayor”.

Sin embargo, puede ser útil entender cuáles son las características de este trastorno, así como sus consecuencias y las posibles soluciones al mismo.

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Síntomas

Los síntomas de la depresión endógena son muy similares a los de otros tipos de trastornos del estado de ánimo. La principal diferencia con los demás es que este problema aparece sin que exista una causa externa aparente, en lugar de debido a un evento estresor concreto.

Estado de ánimo persistentemente deprimido

Las personas que sufren una depresión endógena se sienten extremadamente tristes y desesperanzadas de forma consistente, durante la mayor parte del día y por un periodo de tiempo prolongado. Esta tristeza va más allá de una simple emoción cotidiana, y es mucho más incapacitante.

Por ejemplo, los individuos con este problema suelen presentar creencias irracionales; por ejemplo, piensan que su situación no va a mejorar nunca, que van a sentirse siempre desgraciados, y que no pueden hacer nada por mejorar. También es frecuente la presencia de llantos, quejas constantes, angustia y desesperación.

En los casos más extremos, es posible que aparezcan pensamientos recurrentes sobre el suicidio o incluso ideaciones suicidas; es decir, la persona piensa sobre cómo le gustaría quitarse la vida y los detalles sobre la manera en la que llevaría a cabo esta acción.

Falta de interés en actividades placenteras

Uno de los cambios más importantes que conlleva el estado de ánimo deprimido es que la persona se siente incapaz de disfrutar de todo aquello que antes le proporcionaba placer.

Por ejemplo, es frecuente que abandonen sus hobbies y aficiones, que pierdan interés en el sexo y que reduzcan considerablemente su nivel de actividad.

Así, lo más habitual es que las personas con depresión endógena se dediquen tan solo a tareas que no requieran un gran esfuerzo, y que proporcionen una recompensa inmediata. Algunos ejemplos serían ver la televisión, navegar por Internet, beber alcohol o ingerir comida poco saludable.

Por lo general, este síntoma también provoca que la persona deje de interesarse por sus relaciones sociales. En general, quienes sufren depresión endógena corren un gran riesgo de acabar aislados y sin un grupo de apoyo.

Falta de motivación y energía

Además de la pérdida de interés en actividades placenteras, las personas que sufren una depresión endógena tampoco suelen tener ganas de esforzarse por cumplir sus objetivos.

A menudo, se sienten a la deriva, como si no avanzasen a ninguna parte; y les resulta muy difícil trabajar en sus metas o incluso planteárselas.

Por otra parte, normalmente estos individuos se sienten extremadamente fatigados y faltos de energía, lo que hace aún más difícil que se centren en sus tareas cotidianas. Su atención y capacidad de concentración también se ven afectadas negativamente por este trastorno.

Cambios en el apetito y los patrones de sueño

Las funciones vitales también se ven afectadas cuando aparece una depresión endógena. En cuanto a la ingesta de comida, las personas con este trastorno pueden o bien aumentar exageradamente la cantidad que comen, o bien perder el apetito prácticamente por completo.

Algo similar ocurre respecto al sueño. Algunas personas con este tipo de depresión tienen graves problemas para dormir y apenas descansan por las noches. Otras, por el contrario, duermen mucho más de lo habitual, pero aún así se encuentra fatigadas.

Malestar físico

Por último, también es habitual que las personas que sufren de depresión endógena tengan todo tipo de dolores corporales. Algunos de los más frecuentes son jaquecas, dolor de espalda, molestias estomacales o dolores musculares.

Tipos

Algunos expertos distinguen entre la depresión endógena provocada por causas puramente biológicas (como la deficiencia de algún tipo de neurotransmisor) y la que tiene más que ver con un patrón de pensamiento alterado.

Sin embargo, lo más habitual es que las personas que presentan este trastorno presenten alteraciones tanto en su manera de pensar como en la química de su cerebro. De hecho, ambos factores parecen estar directamente relacionados.

Debido a ello, hoy en día no se suele hacer ninguna diferenciación entre distintos tipos de depresiones endógenas. Por el contrario, se diagnostican todas por igual, y la única diferencia real entre distintos pacientes es el tratamiento que se cree que puede ser más útil.

Causas

Como ocurre con la mayoría de trastornos mentales, no se sabe exactamente qué es lo que provoca la aparición de una depresión endógena. Normalmente, se considera que no existe un único factor que la cause, sino que se trata de una combinación de diferentes circunstancias.

Las causas de una depresión endógena pueden ser genéticas, biológicas, psicológicas o ambientales; aunque habitualmente todas ellas estarán presentes en mayor o menor medida cuando se da este trastorno.

Factores genéticos

Diversas investigaciones con familias apuntan a que todos los tipos de depresión tienen un fuerte componente genético; pero esto se cumple especialmente en el caso de aquellas que no están provocadas por factores externos.

Así, desde el nacimiento algunas personas parecen estar más predispuestas a desarrollar este trastorno del estado de ánimo.

Por ejemplo, se sabe que el simple hecho de tener un familiar cercano que haya sufrido algún tipo de depresión a lo largo de su vida aumenta enormemente las probabilidades de padecer también este problema.

Factores biológicos

Hoy en día, sabemos que unas sustancias producidas en nuestro cerebro conocidas como neurotransmisores tienen una influencia enorme sobre la manera en la que nos sentimos.

En una depresión endógena, los niveles de algunos de ellos están alterados, lo que podría ser un factor fundamental a la hora de explicar la mayoría de los síntomas.

De entre todos los neurotransmisores que existen, los más relacionados con la aparición de una depresión son la serotonina y la dopamina. Cuando alguno de estas dos sustancias está presente en menor cantidad de lo habitual en el cerebro, es frecuente que la persona experimente síntomas similares a los de este trastorno.

También sabemos que niveles bajos de ciertas sustancias corporales, como la testosterona o la vitamina D, pueden estar detrás de algunos tipos de depresión endógena.

Sin embargo, es necesario realizar más investigaciones al respecto para comprender exactamente cómo influyen.

Factores psicológicos

Una de las principales causas de cualquier trastorno del estado de ánimo es la manera de pensar que tiene la persona. Desde hace unas décadas, se sabe que el diálogo interno tiene una gran influencia sobre la manera en la que nos sentimos.

De hecho, algunas investigaciones muestran que incluso puede cambiar la química de nuestro cerebro.

Así, algunas maneras de pensar hacen mucho más probable la aparición de la depresión endógena. Por ejemplo, la creencia de que las cosas no van a mejorar nunca, o reflexionar constantemente sobre los propios problemas pueden llegar a desembocar en este trastorno psicológico con el tiempo.

Por otro lado, hay ciertas características de la personalidad que también influyen en la aparición de este problema. De todas ellas, probablemente la que más relación guarda con la depresión es el neuroticismo.

Se trata de un rasgo compartido por aquellas personas cuyas emociones son más poderosas y volátiles de lo normal.

Otros rasgos como la falta de resiliencia, el pesimismo o incluso la introversión podrían contribuir a la aparición de una depresión endógena a lo largo de la vida de la persona.

Factores ambientales

Por último, ciertos estilos de vida hacen más probable el desarrollo de una depresión endógena. Algunos de los factores más importantes de este tipo son el sedentarismo, una mala alimentación, la falta de sueño, el estrés laboral o la falta de un apoyo social adecuado.

A menudo, estos factores no son suficientes para provocar un trastorno mental por sí solos. Sin embargo, sí que pueden aumentar las probabilidades de una persona de sufrir uno de ellos si cualquier otra de las causas está presente.

Consecuencias

Los trastornos del estado de ánimo pueden tener efectos devastadores sobre la calidad de vida de las personas que los padecen. En el caso de la depresión endógena, estas consecuencias pueden llegar a ser especialmente graves.

Debido a que las causas de este trastorno son internas, si no se solucionan, la persona puede padecer episodios depresivos recurrentes a lo largo de toda su existencia.

Esto suele tener efectos muy negativos sobre distintas áreas, como por ejemplo la laboral, las relaciones personales, e incluso la salud.

Cuando un individuo sufre depresión endógena, es prácticamente incapaz de disfrutar de lo que le rodea. Además, habitualmente estas personas no pueden solucionar el problema por sí solas, por lo que frecuentemente necesitan recurrir a algún tipo de ayuda profesional para mejorar su calidad de vida.

En los casos más graves, las consecuencias pueden abarcar problemas como adicciones de todo tipo (por ejemplo, al alcohol o al juego), la pérdida de estatus socioeconómico (en el caso de perder su trabajo o fuente de ingresos), o incluso el suicidio.

Tratamientos

Las causas de la depresión endógena sean principalmente internas en lugar de estar relacionadas con eventos de la vida de la persona.

Aún así, todas las investigaciones al respecto han confirmado que este trastorno mental responde a la perfección a los mismos tratamientos que el resto de problemas similares.

Básicamente, existen cuatro enfoques que pueden seguirse para paliar los síntomas de las personas con depresión endógena y mejorar su calidad de vida: cambios en el estilo de vida, medicación, psicoterapias, y terapia electroconvulsiva. La elección de uno u otro dependerá de la gravedad de los síntomas y las características del paciente.

Cambios en el estilo de vida

Una de las mejores acciones que puede llevar a cabo una persona que sufra de depresión endógena es cambiar algunos de sus hábitos y sustituirlos por otros más potenciadores. Ciertos estilos de vida hacen mucho menos probable el desarrollo de un trastorno del estado de ánimo que otros.

Así, actividades como realizar ejercicio físico de forma frecuente, exponerse al sol para aumentar los niveles de vitamina D en la sangre, formar un buen círculo social de apoyo, comer sano y dormir bien pueden marcar la diferencia entre un estado de ánimo levemente deprimido y uno normal.

Medicación

Otra opción a la hora de tratar la depresión endógena es utilizar algún tipo de psicofármaco que altere la química cerebral y la devuelva a la normalidad.

Los tratamientos médicos parecen ser más efectivos contra este trastorno psicológico que contra otros similares, lo que apoya la hipótesis de que sus causas son principalmente internas.

Los medicamentos más efectivos a la hora de combatir la depresión a largo plazo son los inhibidores selectivos de recaptación de la serotonina.

La manera en la que actúan es aumentando los niveles de este neurotransmisor en el cerebro, paliando así la mayoría de los síntomas del trastorno.

Psicoterapia

Algunas terapias psicológicas también parecen ser muy efectivas a la hora de combatir la depresión endógena. En concreto, las más útiles han demostrado ser la terapia cognitivo – conductual y la terapia de aceptación y compromiso.

Ambas funcionan ayudando a la persona a cambiar su manera de pensar, de tal manera que los síntomas van disminuyendo poco a poco hasta desaparecer. A menudo, este enfoque se combina con el uso de medicación para conseguir el mejor resultado.

Terapia electroconvulsiva

Por último, la técnica de aplicar pequeñas descargas eléctricas en el cerebro mediante el uso de electrodos parece ser especialmente eficaz a la hora de cambiar los patrones de pensamiento y los niveles de neurotransmisores alterados que causan la depresión endógena.

Este tipo de tratamiento ha evolucionado mucho en los últimos años, y no presenta ningún peligro para los pacientes. De hecho, muchos especialistas creen que en el futuro se tratará de una de las mejores opciones a la hora de acabar con problemas de este tipo.

Referencias

  1. “Endogenous depression” en: Health Line. Recuperado en: 11 Diciembre 2018 de Health Line: healthline.com.
  2. “What is endogenous depression?” en: Study. Recuperado en: 11 Diciembre 2018 de Study: study.com.
  3. “Endogenous and exogenous depression” en: VeryWell Mind. Recuperado en: 11 Diciembre 2018 de VeryWell Mind: verywellmind.com.
  4. “Depresión endógena: cuando la infelicidad llega desde dentro” en: Psicología y Mente. Recuperado en: 11 Diciembre 2018 de Psicología y Mente: psicologiaymente.com.
  5. “Endogenous depression” en: Wikipedia. Recuperado en: 11 Diciembre 2018 de Wikipedia: en.wikipedia.org.