Las 100 Mejores Frases de Maquiavelo
Te dejo las mejores frases de Maquiavelo (1469-1527), diplomático, filósofo y escritor italiano, conocido por escribir el tratado de política El príncipe. Fue un diplomático durante 14 años en la República Florentina de Italia durante el exilio de la familia Médici. Cuando la familia Médici regresó al poder en 1512, Maquiavelo fue despedido y brevemente encarcelado.
Tras esto escribió El Príncipe, un manual para los políticos sobre el uso de la despiadada y egoísta astucia, inspirando el término “maquiavélico” y estableciendo a Maquiavelo como el “padre de la teoría política moderna”. También escribió varios poemas y obras de teatro. Murió el 21 de junio de 1527, en Florencia, Italia.
El “maquiavelismo” es un término negativo utilizado para caracterizar políticos sin escrúpulos del tipo que Maquiavelo describió en El Príncipe.
Maquiavelo describió el comportamiento inmoral, como la deshonestidad y la muerte de inocentes, como algo normal y efectivo en la política. Incluso pareció respaldarlo en algunas situaciones.
El libro ganó notoriedad cuando algunos lectores afirmaron que el autor estaba enseñando el mal y proporcionando “malas recomendaciones a los tiranos para ayudarles a mantener su poder”. Te pueden interesar también estas frases de lectura o estas de grandes libros.
-Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.
-Un príncipe nunca carece de razones legítimas para romper sus promesas.
-Es defecto común de los hombres no preocuparse por la tempestad durante la bonanza.
-El vulgo se deja seducir siempre por la apariencia y el éxito.
-Cuanta más arena ha escapado del reloj de arena de nuestra vida, más claramente deberíamos ver a través de él.
-Los hombres van de una ambición a otra: primero, buscan asegurarse contra el ataque y luego, atacan a otros.
-La política no tiene relación con la moral.
-Quien desee éxito constante debe cambiar su conducta con los tiempos.
-Los hombres se conducen principalmente por dos impulsos; o por amor o por miedo.
-La promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota es una necesidad del presente.
-La habilidad y la constancia son las armas de la debilidad.
-Dios no quiere hacerlo todo, para no quitaros el libre albedrío y aquella parte de la gloria que os corresponde.
-No hay nada más importante que aparentar ser religioso.
-La mejor fortaleza que un príncipe puede poseer es el afecto de su gente.
-No son los títulos los que honran a los hombres, sino que los hombres honran a los títulos.
-Los príncipes y gobiernos son mucho más peligrosos que otros elementos en la sociedad.
-El vulgo se toma siempre por las apariencias y el mundo se compone fundamentalmente de lo vulgar.
-Las viejas ofensas no se borran con beneficios nuevos, tanto menos cuanto el beneficio es inferior a la injuria.
-Es doblemente placentero mentir al impostor.
-No hay otra forma que protegerte a ti mismo de la adulación que hacer entender a los demás que decirte la verdad no te ofenderá.
-El primer método para estimar la inteligencia de un gobernador es mirar los hombres que tiene a su alrededor.
-Nada grandioso fue jamás conseguido sin peligro.
-Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres.
-El que quiere ser obedecido debe saber mandar.
-Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira.
-No estoy interesado en preservar el status quo; quiero derrocarlo.
-La naturaleza crea pocos hombres valientes; la industria y entrenamiento hace muchos.
-Los hombres rara vez tienen el valor suficiente para ser, o extremadamente buenos, o extremadamente malos.
-Ante todo, ármate.
-El fin justifica los medios.
-El odio se gana tanto por las buenas obras como por el mal.
-Es mejor actuar y arrepentirse que no actuar y arrepentirse.
-El león no puede protegerse de las trampas y el zorro no puede defenderse de los lobos. Uno debe ser por tanto un zorro para reconocer trampas y león para asustar a los lobos.
-Para entender la naturaleza de la gente, uno debe ser un príncipe y para entender la naturaleza del príncipe, uno debe ser la gente.
-Donde la voluntad es grande, las dificultades no pueden ser grandes.
-Un príncipe que no es sabio no puede ser bien aconsejado y, por ende, no puede gobernar.
-Es mejor ser amado que temido, si no puedes ser ambos.
-El hombre olvida antes la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.
-Los hombres en general juzgan más por las apariencias que por la realidad. Todos los hombres tienen ojos, pero pocos tienen el don de la penetración.
-La guerra es solo cuando es necesario; las armas son permisibles cuando no hay esperanza excepto en las armas.
-El príncipe prudente debe preferir rodearse de hombres de buen juicio a los que dará la libertad de decirle la verdad.
-No hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni más peligroso de administrar que la elaboración de un nuevo orden.
-Un cambio siempre deja el camino abierto para el establecimiento de otros.
-Si quien gobierna no reconoce los males hasta que los tiene encima, no es realmente sabio.
-Los hombres intrínsecamente no confían en nuevas cosas que no han experimentado por si mismos.
-No puede haber grandes dificultades donde abunda la buena voluntad.
-Los hombres deberían ser tratados generosamente o destruidos, porque pueden vengarse de las lesiones leves, de las fuertes no pueden.
-Los hombres que no obran bien siempre andan temiendo que otros les respondan con las acciones que las propias suyas se merecen.
-De los seres humanos en general, se puede decir que son hipócritas y codiciosos.
-El que engaña encontrará siempre quien se deja engañar.
-En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros.
-No hay nada más difícil de llevar a cabo, más peligroso de conducir o más incierto en su éxito que llevar la iniciativa en la introducción de un nuevo orden de cosas.
-No hay guerra que evitar; solo puede ser pospuesta en la ventaja de otros.
-La tardanza nos roba a menuda la oportunidad y roba nuestras fuerzas.
-La experiencia siempre ha demostrado que jamás suceden bien las cosas cuando dependen de muchos.
-La historia es la ciencia de los hombres, de los hombres en el tiempo.
-Las minorías no tienen sitio cuando la mayoría tiene donde apoyarse.
-Guerra justa es aquella que es necesaria.
-Un príncipe que tenga una ciudad fuerte y que no sea odiado por su pueblo no puede ser atacado.
-Hay tres clases de cerebros: el primero discierne por sí, el segundo entiende lo que los otros disciernen y el tercero no entiende ni discierne lo que los otros disciernen. El primero es excelente, el segundo bueno y el tercero inútil.
-La sabiduría consiste en saber distinguir la naturaleza del problema y en elegir el mal menor.
-Cuando veáis al servidor pensar más en sus propios intereses que en los vuestros, y que interiormente busca sus propios beneficios en todas las cosas, ese hombre nunca será un buen sirviente, ni jamás podréis confiar en él.
-Si una lesión tiene que ser hecha a un hombre, debería ser tan severa que su venganza no necesite ser temida.
-Es un mal ejemplo no observar una ley, sobre todo por parte del que la ha hecho.
-Las leyes no deben mirar hacia cosa ya pasada, sino proveer para las futuras.
-Los odios de los hombres generalmente nacen del temor o de la envidia.
-El hombre sabio hace a la primera lo que el necio hace a la última.
-No es preciso que un príncipe posea todas las virtudes citadas, pero es indispensable que aparente poseerlas.
-Debe estimarse muy poco vivir en una ciudad donde las leyes pueden menos que los hombres.
-No hay que atacar al poder si no tienes la seguridad de destruirlo.
-Castigar a uno o dos transgresores para que sirva de ejemplo es más benévolo que ser demasiado compasivo.
-Los ejércitos mercenarios y los auxiliares son inútiles y peligrosos.
-Cuando uno ha sido buen amigo, encuentra buenas amistades aun a pesar suyo.
-Creo que el verdadero modo de conocer el camino al paraíso es conocer el que lleva al infierno, para poder evitarlo.
-Yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla.
-Es central saber disfrazar bien las cosas y ser maestro en el fingimiento.
-La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad.
-Una ley no debe nunca conculcar la fe empeñada en los pactos públicos.
– Un hijo puede soportar con ecuanimidad la pérdida de su padre, pero la pérdida de su herencia puede llevarlo a la desesperación.
-De la humanidad podemos decir en general que son volubles, hipócritas y codiciosos de ganancia.
-La naturaleza que nos enmarcó de cuatro elementos, combatiendo en nuestros senos para el regimiento, nos enseña a todos a tener mentes aspirantes.
-Antes de todo lo demás, ármate.
-La guerra debe ser el único estudio de un príncipe. Debe considerar la paz sólo como un tiempo de respiración, que le da tiempo para inventar, y proporciona la capacidad de ejecutar planes militares.
-El primer método para estimar la inteligencia de un gobernante es mirar a los hombres que tiene alrededor de él.
-Es mucho más seguro ser temido que amado porque el amor es preservado por el vínculo de obligación que, debido a la bajeza de los hombres, se rompe en cada oportunidad para su ventaja; pero el miedo te preserva por un temor de castigo que nunca falla.
-Las personas deben ser acariciadas o aplastadas. Si les haces un daño menor obtendrás su venganza; pero si los lisias no hay nada que puedan hacer.
-Todos los cursos de acción son riesgosos, por lo que la prudencia no consiste en evitar el peligro (es imposible), sino en calcular el riesgo y actuar de manera decisiva. Cometer errores de ambición y no errores de pereza. Desarrollar la fuerza para hacer cosas audaces, no la fuerza para sufrir.
-La forma en que vivimos es tan diferente de cómo debemos vivir que el que estudia lo que debe hacerse en lugar de lo que se hace, aprenderá el camino hacia su caída más que a su preservación.
-Y aquí viene la pregunta de si es mejor ser amado en lugar de temido, o temido en lugar de amado. Podría quizá responderse que deberíamos desear ser ambos; pero puesto que el amor y el miedo apenas pueden existir juntos, si debemos elegir entre ellos, es mucho más seguro ser temido que amado.
-Hay que recordar que no hay nada más difícil de planificar, más dudoso de éxito, ni más peligroso para gestionar que un nuevo sistema. Porque el iniciador tiene la enemistad de todos los que se beneficiarían de la preservación de la vieja institución y defensores meramente tibios en aquellos que ganan algo del nuevo.
-El hombre prudente siempre debe seguir el camino pisado por los grandes hombres e imitar a los más excelentes, de modo que si no alcanza su grandeza, al menos recibirá algo de ella.
-Es necesario para aquel quien establece un estado y organiza leyes, que presuponga que todos los hombres son malos y que siempre van a actuar de acuerdo con la maldad de sus espíritus cada vez que tienen libre el camino.
-Todo hombre que intente ser bueno todo el tiempo está destinado a venirse a la ruina entre el gran número que no son buenos. De ahí que un príncipe que quiera conservar su autoridad debe aprender a no ser bueno, y usar ese conocimiento, o abstenerse de usarlo, como la necesidad lo requiera.
-Un retorno a los primeros principios en una república a veces es causado por las simples virtudes de un hombre. Su buen ejemplo tiene tal influencia que los hombres buenos se esfuerzan por imitarlo, y los impíos se avergüenzan de llevar una vida tan contraria a su ejemplo.
-Un hombre prudente debe discurrir siempre por las vías trazadas por los grandes hombres e imitar a aquellos que han sobresalido extraordinariamente por encima de los demás, con el fin de que, aunque no se alcance su virtud, algo nos quede, sin embargo, de su aroma.
-Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquirido, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero, destruirlo, después, radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista.
-Porque así como aquellos que dibujan se colocan abajo, en el llano, para considerar la naturaleza de los montes y de los lugares elevados y, para considerar la de los bajos, se colocan en lo alto, sobre los montes, igualmente para conocer bien la naturaleza de los pueblos, es necesario ser príncipe, y para conocer bien la de los príncipes, es necesario ser del pueblo.
-Cuando llega la noche, vuelvo a casa y entro en mi estudio. En el umbral me despojo de mis ropas sucias, sudorosas, de día de trabajo, me pongo las túnicas de la corte y del palacio, y en este vestido más grave entro en las antiguas cortes de los antiguos y soy recibido por ellos, y allí pruebo la comida que solo es mía, y para la cual nací. Y allí me atrevo a hablarles y preguntarles los motivos de sus acciones, y ellos, en su humanidad, me responden. Y por el espacio de cuatro horas me olvido del mundo, no recuerdo ninguna vejación, no temo más la pobreza, no tiemblo más ante la muerte: yo paso efectivamente a su mundo.