Psicología

Terapia de exposición: cómo funciona, tipos y trastornos


La terapia de exposición es un tipo de terapia cognitivo conductual que consiste en acercarse a la situación temida con el objetivo de eliminar la ansiedad o el miedo. Se suele utilizar en fobias, trastorno de pánico, trastorno obsesivo compulsivo, anorexia, bulimia, entre otros. En resumen, en patologías donde existe ansiedad o miedo a que algo suceda.

Algunos ejemplos de situaciones temidas en los que sirve la terapia de exposición son utilizar el autobús o metro, hablar en público, recibir críticas, comer alimentos “prohibidos”, sacarse sangre, etc.

La exposición también puede enfocarse a estímulos internos que provocan ansiedad u otras emociones negativas. Por ejemplo: miedo a sentir ansiedad, a desmayarse, a tener preocupaciones o a enfermarse. La mayoría de estos miedos son desmedidos y no suelen corresponder con el peligro real que tendría esa situación si ocurriera. Además, afectan a la vida diaria de la persona.

La terapia de exposición no implica el olvido o desaparición del aprendizaje del miedo. Más bien, la persona desarrolla un nuevo aprendizaje que compite con el antiguo recuerdo del miedo.

¿Cómo funciona la terapia de exposición?

Cuando tenemos miedo de algo, tendemos a evitar los objetos, actividades o situaciones relacionadas. A corto plazo, la evitación sirve para reducir los sentimientos de miedo y nerviosismo. Sin embargo, a largo plazo contribuye a que el miedo se mantenga y crezca cada vez más.

Por eso es importante exponerse a aquello que tememos para poder eliminar el miedo de raíz. La terapia de exposición rompe el círculo vicioso de evitación y miedo.

Así, los psicólogos crean un ambiente seguro y controlado en el que exponen a los pacientes a cosas que temen, procurando que no aparezcan consecuencias negativas.

Para que la terapia de exposición sea efectiva, el paciente debe mantenerse en la situación temida hasta que la ansiedad disminuya o hasta que compruebe que las consecuencias negativas que su mente imagina no ocurren.

Es fundamental que esta terapia se realice de manera gradual y controlada. Lo que se busca es que la persona afronte sus miedos de forma sistemática y que controle el impulso de evadir la situación.

Al principio puede resultar muy complicado porque los niveles de ansiedad pueden elevarse notablemente, por eso suele hacerse de forma gradual. A medida que la persona hace frente a sus miedos sin que se presenten las consecuencias negativas que esperaba, los niveles de ansiedad bajan progresivamente hasta desaparecer.

¿Por qué la terapia de exposición es eficaz?

No se sabe con certeza por qué la terapia de exposición funciona. Al parecer, existen distintas explicaciones que no tienen por qué ser incompatibles entre ellas.

– Extinción: como los estímulos temidos no van seguidos de consecuencias negativas, hay una extinción o desaparición de las respuestas aprendidas de ansiedad.

– Habituación: o disminución de la activación emocional y fisiológica después de que el estímulo temido aparezca varias veces. Se puede decir que el organismo se fatiga de permanecer en niveles altos de ansiedad, y en algún momento ésta se reduce.

– Aumento de las expectativas de autoeficacia: confianza en la propia capacidad para afrontar el estímulo temido.

– Reducción de interpretaciones amenazantes, que ocurre al darse cuenta de que lo temido no sucede.

– Procesamiento emocional: la persona cambia sus esquemas cognitivos sobre aquello que le da miedo. Establece nuevos recuerdos y pensamientos que son incongruentes con las ideas que sostienen el temor.

– Aceptación emocional: asumir y tolerar los estados emocionales y las sensaciones somáticas negativas, sin escapar de ellos ni intentar controlarlos.

¿Para qué trastornos es efectiva?

Se ha demostrado científicamente que la terapia de exposición es útil para patologías como:

– Todo tipo de fobias, como fobia social o agorafobia.

– Trastorno de pánico.

– Trastorno obsesivo compulsivo.

– Trastorno de estrés postraumático.

– Trastorno de ansiedad generalizada.

– Trastornos de la conducta alimentaria como anorexia o bulimia. Como hay miedo intenso a comer ciertos alimentos y a subir de peso, se puede exponer al paciente a esos estímulos.

– Hipocondría.

– Trastornos adictivos a alcohol, drogas o juego patológico.

– Manejo de la ira. Es decir, exponerse a comentarios o situaciones desencadenadoras de ira para aprender a controlarse ante ellas.

Tipos de terapias de exposición

Exposición en vivo

En la exposición en vivo la persona se enfrenta a la situación temida en la vida real, en escenarios que normalmente producen miedo. Por ejemplo, si se tiene miedo a volar puede llevarse a la persona a un aeropuerto a ver los aviones despegar.

Esta exposición puede realizarse con ayuda del terapeuta en situaciones muy controladas. Es necesario permanecer en la situación desencadenadora de miedo hasta que éste desaparezca o disminuya.

En ocasiones también puede acompañarle a exponerse un familiar o amigo que ha sido previamente instruido para ayudarle.

Exposición en imaginación

Se trata de imaginar vívidamente el objeto o situación temidos, con todos los detalles posibles. Esto se realiza con ayuda y supervisión del terapeuta. El profesional se asegurará de que se está imaginando exactamente lo que produce miedo.

Este tipo de exposición parece más segura y cómoda, pero puede ser complicada para algunos pacientes que les cuesta imaginar. Es posible que se requiera un entrenamiento previo para realizarla bien. También existe el peligro de que eviten ciertos pensamientos, impidiendo una exposición completa.

Exposición en realidad virtual

La exposición con realidad virtual combina componentes de la exposición en vivo y en imaginación para que el paciente se exponga a situaciones que parecen reales.

Es más atractivo para los pacientes, ya que se aseguran de que están en entornos seguros que no van a salirse de control. A la vez recrea ambientes realistas en los que se puede sumergir completamente, siendo capaces de crear sensaciones muy similares a los estímulos en vivo.

Por otro lado, pueden distinguirse tres tipos de terapia de exposición según quién acompañe al paciente durante el proceso. Éstas son la auto-exposición, la exposición asistida por el terapeuta y la exposición en grupo.

Autoexposición

Como las personas fóbicas tienden a ser muy dependientes, es posible que, en ocasiones, sea recomendable que se expongan solos a los estímulos ansiógenos.

Este método es más potente y ofrece resultados más duraderos. Sin embargo, en las fases iniciales es mejor que se acompañe del terapeuta.

Para que se realice con éxito es necesario que se sigan las instrucciones del profesional. Como establecer metas realistas, identificar las posibles conductas problemáticas, y práctica regular de la autoexposición con cada una de ellas. Así como el control de imprevistos y saber evaluar la reducción de los niveles de ansiedad en uno mismo.

Exposición asistida por el terapeuta

Es el modo de exposición más habitual, donde el terapeuta acompaña al paciente en casi todo el proceso de exposición.

Exposición en grupo

Está recomendada cuando vive solo, tiene pocas habilidades sociales o mantiene relaciones conflictivas con la pareja o familia en la que éstos no colaboran con la terapia.

El grupo tiene un efecto motivacional añadido, sobre todo si es un grupo cohesionado. Otra ventaja son los beneficios sociales obtenidos como el establecimiento de relaciones, trabajar las habilidades sociales, ocupar el tiempo libre, etc.

Sin embargo, no está recomendada para otros casos como la fobia social, donde el grupo puede ser amenazante, provocando que se abandone la terapia.

Otros tipos de terapia de exposición consisten en:

Desensibilización sistemática

Es una técnica de modificación de conducta muy utilizada. En primer lugar, se establece una jerarquía de las situaciones que producen ansiedad. Luego se van exponiendo los estímulos de la jerarquía cuando el paciente está en un entorno seguro y muy relajado.

Para ello, antes de las sesiones de exposición se realizan ejercicios de relajación. El objetivo es que los estímulos temidos se asocien con la respuesta incompatible (relajación) y dejen de producir ansiedad.

Aproximaciones sucesivas o moldeamiento

Se trata de una técnica operante para establecer conductas. Se utiliza para muchos casos, pero uno de ellos es la exposición a los estímulos o situaciones temidas.

Mediante esta técnica se refuerzan o premian las conductas de aproximación a aquello que produce ansiedad hasta conseguir realizar la conducta completa.

Exposición interoceptiva

La exposición interoceptiva consiste en provocar sensaciones del cuerpo temidas. Por ejemplo, las personas con ataques de pánico frecuentemente tienen miedo a los síntomas fisiológicos de la ansiedad como aceleración del ritmo cardíaco, calor o sudoración.

Exposición y prevención de respuesta

Es un tipo de exposición utilizado para tratar el trastorno obsesivo compulsivo. En ella se combina la exposición a los estímulos temidos más la evitación de la respuesta no deseada.

Inundación

La inundación es una exposición más intensa y brusca, pero efectiva. Consiste en exponerse directamente ante el estímulo o situación que más miedo genera y permanecer en ella hasta que la ansiedad disminuya.

Puede durar cerca de una hora y se realiza acompañado del terapeuta. Puede hacerse en vivo o en imaginación.

Referencias

  1. Exposure Therapy. (s.f.). Recuperado de goodtherapy.org.
  2. Técnicas de Exposición. Obtenido de Universidad de Barcelona: diposit.ub.edu.
  3. What is Exposure Therapy? (s.f.). Recuperado de div12.org.