¿Qué es el cosismo? Definición y ejemplos
¿Qué es el cosismo?
El cosismo es el uso abusivo de la palabra “cosa” en el acto comunicativo, tanto en el ámbito verbal como en el escrito. Un uso equivalente es el que muchas personas le dan a las palabras “eso”, “algo” y “esto”, por nombrar algunas palabras con las que se incurre en la misma falta.
El cosismo es una práctica extendida por todo el mundo hispanoparlante, y no discrimina género ni estratos sociales. Cada vez más y más personas lo acomodan a su léxico por mera pereza de aprender nuevas palabras. Es un problema con amplias implicaciones educativas y sociales.
¿En qué consiste?
Consiste en que una persona, al comunicarse, cambia el nombre de un objeto, un ser o una acción por la palabra “cosa”.
Hay casos en los que personas incluso añaden el gramema de género: “coso”. Es habitual que el individuo, al usar esta palabra, señale con alguna parte de su cuerpo el objeto al que se refiere, para reforzar su pobre discurso.
El cosismo es considerado un vicio del lenguaje. Las personas que abusan del uso de esta palabra denotan una pobreza en el manejo de su idioma. Quien acude al cosismo descuida su banco de memoria lingüística y empieza a perder capacidades en su proceso comunicativo.
Problema lingüístico
La repetición mecánica de palabras responde también a un acto de adecuación. Mientras más personas usen una palabra en un grupo, las que no la usan se sentirán excluidas; por el simple hecho de ser aceptadas recurrirán a la imitación, y luego lo imitado se vuelve lo común.
Aunque parezca extremista, el cosismo también representa una amenaza al idioma. La riqueza de un idioma está basada en el número de palabras que la integran, en cómo es definido el mundo por medio de sus palabras; pero no solo eso, sino también en cómo sus hablantes describen su entorno haciendo uso integral de dichas palabras.
Pérdida de la inteligencia verbal
La inteligencia verbal está asociada a la cantidad de palabras que un hablante puede manejar al momento de comunicarse. Mientras más palabras maneje un sujeto, su comunicación es más fluida y logra un mejor desenvolvimiento en el medio que le rodea, pues se hace entender.
Un adolescente promedio usa un aproximado de 500 palabras diferentes para comunicarse diariamente; su cerebro crea los nexos entre cada palabra para definir su mundo.
Luego de entrar a la universidad, cursarla y graduarse, ese número de palabras se cuadriplica, llegando a tener en su banco lingüístico 2000 palabras.
El producto resultante de interactuar con más personas y nuevos conocimientos es lograr incrementar el número de palabras que se hablan.
Hay un cambio neurológico, el cerebro adecúa sus conexiones y la inteligencia crece exponencialmente; una muestra de ello es poder definir con mayor facilidad los fenómenos que ocurren. Mientras más palabras, mejor entendimiento de la realidad.
Cuando aparece el cosismo —y toda aquella palabra que pueda sustituir a otra existente disminuyendo el léxico— la realidad cambia. El vocabulario disminuye al igual que la inteligencia y la percepción del entorno.
Este decremento afecta directamente el desenvolvimiento social, reduciendo las probabilidades de éxitos en los distintos escenarios de vida.
Ejemplos de cosismo
– “Pásame la cosa esa”. Pudiendo decir: pásame el objeto, utensilio.
– “Fui a la cocina, abrí la nevera, y se me cayó la cosa esa”. Pudiendo decir: vaso, copa, jarro, etc.
– “Ayer estaba con María y nos pasó una cosa tremenda”. Pudiendo decir: un evento, acontecimiento, incidente.
– “Él sabrá, allá Pedro con sus cosas”. Pudiendo decir: asuntos, cuestiones, dramas.
– “Mi hermano trajo cosas para comer”. Pudiendo decir: alimentos, insumos, o describir los alimentos por separado.
– “Fue una cosa como del diablo”. Pudiendo decir: situación, evento, circunstancia.
– “No me cuentes esas cosas, por favor”. Pudiendo decir: eventos, situaciones, acciones.
– “Ella es mi cosita bella”. Pudiendo decir: novia, esposa, mujer.
Estrategias para erradicar el cosismo
Reconocer que hay un problema
Primero se debe tener conciencia de que se posee el problema. Hay que recordar que no solo la palabra “cosa” es usada continuamente, según el dialecto las palabras cambian.
Los más indicados para reconocer el problema son las personas que nos rodean, que están al tanto de las palabras que usualmente repetimos, preferiblemente personas con hábitos lectores o con trabajos ligados al manejo de público, gente que maneje adecuadamente el idioma.
Acudir al nombre de los objetos y sus sinónimos
Habiéndose reconocido el problema, se pasa a observar en que ámbitos se repite más la palabra y respecto a qué objetos, situaciones o personas.
Habiendo identificado el nombre del objeto que es sustituido por “cosa”, además de evitar el uso del vicio lingüístico, se aprenden sinónimos del nombre del objeto en cuestión. Un ejemplo claro sería que a la silla se le puede llamar: butaca, asiento o sillón.
En el caso de ser una persona, debe aprenderse el nombre completo y repetirlo. Si se trata de un evento pasado, se debe recordar todo lo referente a ese suceso, los hechos que permitieron que sucediera y darle el nombre debido. En vez de “cosa”, puede ser circunstancia, evento, hecho.
Al hacer esto se activan o reactivan los sectores de la memoria, y de a poco se retoma la fluidez comunicativa, menguando el uso de los dañinos vicios lingüísticos.
Aprender palabras nuevas diariamente
Aprender palabras nuevas diariamente es un hábito que ayuda a mantener la mente alerta y activa. De preferencia, se recomienda que sea por medio de un diccionario y que se aprenda, a parte del significado, los sinónimos respectivos.
Comúnmente el cosismo ocupa espacios vacíos de la memoria lingüística del hablante. A veces este fenómeno verbal acontece, aparte de por la imitación o la pereza, por mero desconocimiento del objeto que se señala, su conceptualización y usos.
Una palabra nueva al día incrementa de manera significativa los nexos neuronales asociados al acto comunicativo, evita los vacíos lingüísticos e impide que se recurra a estas muletillas.