Biografías de personajes históricos

Atila el huno: biografía, batallas, muerte, personalidad


Atila (c. 395 – 453) fue rey del pueblo nómada conocido como los hunos. Se le apodó “el azote de Dios” por los europeos occidentales debido a su fiereza a la hora de la batalla y su supuesta crueldad contra los cristianos. Los territorios bajo el control de este líder militar abarcaban desde el mar Negro hasta Europa Central, y del Danubio al mar Báltico.

Durante el reinado de Atila su poder creció hasta rivalizar con el de ambas mitades del Imperio romano por separado. En esa época los centros de poder romanos se encontraban en Constantinopla (oriental) y Rávena (occidental).

No se sabe con exactitud cuál es el origen del pueblo de Atila, aunque la teoría más difundida es que provenían de Asia, probablemente de China, y que habían migrado hacia Europa.

Atila gobernó entre el 434 y 453. Al principio su reinado fue conjunto con su hermano y luego tomó el poder en solitario por la muerte de su colega, Bleda.

Realizó varias invasiones a los Balcanes y en una oportunidad asedió la capital del Imperio romano de oriente, desde entonces comenzó a cobrar tributos al emperador radicado en Constantinopla.

En el 451 intentó atacar al Imperio romano de occidente, pero sufrió una derrota en los Campos Cataláunicos. Un año más tarde, llevó sus huestes contras las poblaciones del norte de Italia, aterrorizando a sus habitantes.

Se marchó por la intervención del papa León Magno, quien le prometió tributos de parte del Imperio occidental.

Índice del artículo

Rey bárbaro

Los hunos eran analfabetos, por lo que no tenían ningún tipo de registro histórico, lo que se sabe de ellos es gracias a las cuentas de los occidentales.

Probablemente fue por eso que trascendió como un gobernante malvado, cruel e impío. No obstante, esta caracterización no es compartida por algunos historiadores.

Sin embargo, no debe confundirse el uso romano de “bárbaro”, aplicado a los pueblos no romanos, puesto que Atila fue educado desde muy joven para ejercer como líder de su pueblo y representarlos ante otros gobernantes.

Otras de las fuentes, que lo muestra con una luz mucho más halagadora, es la de las sagas nórdicas, en las cuales le fue dado un alto grado de importancia. En su corte había miembros de diferentes culturas, como germanos, romanos y griegos.

Los hunos

El pueblo huno estuvo asentado al este del Volga desde, aproximadamente, el 370. Se considera que la naturaleza de los hunos era nómada y que eran principalmente guerreros y pastores.

La carne y la leche proveniente de la cría de animales, eran la base de la dieta de ese pueblo, según los estudios históricos y arqueológicos.

En lo militar destacaban por sus arqueros montados y destreza para el lanzamiento de jabalina. En menos de 100 años de asentamiento en el suelo europeo, los hunos lograron alzar un Imperio que infundió temor en ambas mitades del territorio romano de la época.

Orígenes

Las raíces del lenguaje de los hunos no son conocidas, así como el propio origen de su pueblo, que no ha podido ubicarse con certeza dentro de Eurasia.

Algunos aseguran que el origen debe ser turco por la semejanza que presenta con el moderno chuvasio, hablado por los turcos rusos. Otros piensan que la lengua de los hunos puede tener relación con los yeniseicos.

El origen geográfico ha sido debatido durante siglos, pero las principales teorías aseveran que los hunos descendían de mongoles, de turcos asiáticos y de ugrios, es decir, nativos de la zona de Hungría.

Biografía

Primeros años

Atila nació en la ciudad de Panonia, actualmente conocida como Transdanubia en Hungría. La fecha en la que llegó al mundo ha sido debatida: mientras unos plantean al 395, otros afirman que pudo ser en cualquier momento entre el 390 y el 410, también se ha señalado al 406 como posibles años.

Pertenecía a una de las familias nobles de los pueblos hunos: era sobrino de los reyes Ruga y Octar. Su padre, Mundzuck, era un jefe militar de gran importancia y también fue el progenitor de Bleda, quien ascendió al trono junto con Atila en el 434.

Los jóvenes que fueron percibidos por los romanos como unos salvajes, en realidad habían recibido una educación apropiada para su posición como herederos del Imperio huno.

Se les entrenó en actividades militares y de combate como el manejo de espada, el arco y flecha, además de la montura de caballos, puesto que esas eran las principales técnicas empleadas por los guerreros hunos.

Sin embargo, no descuidaron el aspecto diplomático, en el que también recibieron lecciones, tanto Bleda como Atila, durante su juventud. Ambos jóvenes podían hablar con fluidez el latín y el gótico, además de su idioma materno.

Antecedentes

No se sabe si las diarquías eran la costumbre entre los hunos o el ascenso sucesivo de parejas de hermanos gobernantes fue mera casualidad. En el caso del mandato de Ruga y Octar, el último falleció en batalla en el 430.

El territorio que dominaban los hunos creció bajo el gobierno de los tíos de Atila, y llegó hasta los alrededores del Danubio y el Rin. Eso obligó a muchos antiguos pobladores de la zona, como los godos y otras tribus germanas, a huir hacia el Imperio romano en busca de resguardo.

Sin embargo, las rebeliones entre los pueblos germanos desplazados no tardaron en afectar la estabilidad de Roma y Constantinopla. Comenzaron a tomar territorios de las galias al tiempo que los hunos controlaban sus antiguas tierras.

En tiempos de Ruga y Octar, el Imperio huno contaba con una gran diversidad cultural y racial, algunos se asimilaban a las costumbres de sus nuevos gobernantes, mientras que otros decidían conservar sus creencias y códigos propios.

En Roma los servicios de los hunos como mercenarios eran bien cotizados. Luego cayeron en cuenta de que solo habían fortalecido a su enemigo al intentar usarlo y que “se habían convertido en esclavos y amos de los romanos”.

Ascenso

El rey huno Ruga falleció en el 434. Algunas cuentas de la época aseguran que mientras pretendía atacar al Imperio romano del este un rayo impactó su cuerpo, lo que acabó con su vida inmediatamente.

Entonces los hijos de Mundzuck, Atila y Bleda, asumieron las riendas del Imperio huno y siguieron el camino de grandeza trazado por sus antecesores. Se desarrollaba un conflicto con Teodosio II, quien se negaba a retornar a un grupo de hunos que buscaron refugio en sus fronteras.

Conflictos con los bizantinos

La paz entre los hunos y los romanos del este llegó en el 435, cuando ambos bandos decidieron reunirse en Margus, ciudad tras la que se nombró el tratado que aceptaron los dos pueblos.

Después de conseguir el doble de tributos anuales, el regreso de los prófugos, ocho sólidos por soldado romano capturado y el libre comercio de mercaderes hunos con romanos, Atila y Bleda decidieron que era hora de tener paz con sus vecinos.

Ese período de calma fue aprovechado por Teodosio para reforzar sus defensas, especialmente aquellas que se encontraban próximas al Danubio. Así mismo, el bizantino ordenó la creación de la primera muralla marítima de la historia.

Mientras tanto los hunos centraron su atención en el Imperio sasánida, con quienes tuvieron varios choques, pero que finalmente lograron repeler la invasión que Atila y Bleda tenían en mente.

El fin de la paz

La tregua entre hunos y romanos concluyó en el 440, cuando los hombres de Atila y Bleda volvieron a atacar, sobre todo, a los mercaderes que se encontraban asentados en las zonas próximas al norte del Danubio.

La excusa de los hunos era que Teodosio II no había cumplido lo pactado en la paz de Margus, puesto que había detenido los pagos de tributos. Además, alegaron que el obispo de la ciudad de Margus había atacado tumbas reales hunas y las había profanado.

Los romanos tenían entre sus planes entregar al obispo, aparente causante de todo el conflicto, pero mientras conversaban acerca de la conveniencia de ese movimiento fueron traicionados por el mismo obispo quien entregó Margus a los hunos.

El primer ataque de los hombres de Atila fue a las ciudades ilirias, que se encontraban desguarnecidas por los conflictos militares que habían mantenido al Imperio romano de oriente ocupado, como ataques del Imperio sasánida y de los vándalos en África y Cartago.

Eso facilitó el paso de los hunos quienes encontraron un campo abierto en los Balcanes en el 441 y lograron ocupar y azolar diferentes ciudades de la zona como Belgrado y Sirmio.

Tregua

Durante un breve período hubo un cese de hostilidades entre los hunos y los romanos del este, cerca del 442. Esa pausa fue aprovechada por Teodosio II para hacer que sus tropas volvieran al Imperio, así mismo, acuñó una gran cantidad de monedas.

Por los avances que había conseguido, el emperador romano pensó que podría rechaza y hacer frente a la avanzada de Atila y su hermano hacia su capital. Sin embargo, en el 443 los hunos volvieron a atacar y tomaron Ratiava al tiempo que sitiaron a Naissus.

Luego se hicieron con Sérdica, Filípolis y Acadiópolis. Además, montaron un asedio a Constantinopla.

Segundo acuerdo con los romanos

Al ver a su capital rodeada por el enemigo fue que Teodosio II supo que debía pactar, puesto que la derrota parecía inminente para sus hombres y, en consecuencia, para el Imperio romano del este. La paz que solicitó Atila en esa ocasión fue mucho más dura y humillante que las anteriores.

Constantinopla debía pagar 6.000 libras romanas de oro, simplemente por los daños causados a los hunos al romper el pacto anterior. Además, el tributo anual fue aumentado a 2100 libras de oro. Por último el rescate por prisioneros que hubiesen capturado los hunos sería de 12 sólidos por cabeza.

Contentos con el último acuerdo, los hunos volvieron a sus tierras. Poco se sabe de lo que sucedió con el Imperio huno en el tiempo en que mantuvieron la paz con los romanos, ya que los registros históricos que existen fueron hechos por los últimos.

Muerte de Bleda

La noticia que sí trascendió las fronteras hunas, fue la muerte de Bleda cerca del 445. La teoría más difundida es que fue asesinado durante un viaje de cacería por su hermano Atila, quien quería controlar el poder completo del Imperio.

Sin embargo, otra versión afirma que Bleda intentó matar a Atila primero y, gracias a las destrezas y talentos de combate del segundo, este pudo imponerse y acabar antes con la vida de su hermano y atacante, lo que lo llevó a convertirse en el único gobernante de los hunos.

La viuda de Bleda continuó formando parte de la corte de Atila y mantuvo importantes cargos dentro del territorio controlado por su cuñado.

Último ataque a Constantinopla

En el 447 Atila volvió su ejército una vez más contra el Imperio romano del este, puesto que habían dejado de presentar los tributos ante él. Cargó en primer lugar contra Mesia. Ese año se dio una gran batalla en Utus.

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A pesar de que los hunos salieron victoriosos, sus números cayeron gracias al desempeño del líder militar romano Arnegisclus. Atila logró capturar con rapidez Marcianopolis, ciudad que destruyó por completo casi de inmediato.

Constantinopla no se encontraba en buena posición puesto que un terremoto reciente había hecho mella en sus muros, así como la peste lo hizo en su población.

Sin embargo, al saber que la capital del Imperio peligraba, las obras se iniciaron con rapidez y en menos de dos meses se encontraban reparadas las defensas. Eso, más las bajas sufridas en Utus, hicieron que Atila desviara su atención de Constantinopla.

Según las crónicas de la época, Atila tomó el control de más de cien ciudades del Imperio romano del este, en las zonas de Iliria, Tracia, Mesia y Escitia.

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No se conocen con exactitud los términos de la paz que se alcanzó entre Teodosio y Atila; pero sí se sabe que un cinturón de seguridad, del que fueron desalojados todos los pobladores, fue creado en los territorios septentrionales del Imperio romano del este.

Ataques al Imperio occidental

Por mucho tiempo Atila había mantenido relaciones cordiales con la mitad oeste del Imperio romano, especialmente por sus colaboraciones con Aecio, uno de los generales más influyentes de la zona.

En el 450 se planeaba una invasión a las tierras de Tolosa, controladas por los visigodos. En esa campaña participarían hunos y romanos juntos, puesto que Atila y Valentiniano III habían conseguido un acuerdo para el procedimiento.

Sin embargo, tras pensar que había sometido al Imperio romano del este, Atila sintió que podía infundir el mismo temor en la otra mitad de los dominios romanos. Además, apareció una oportunidad para hacer legítimas sus pretensiones.

El malentendido de Honoria

Honoria, la hermana de Valentiniano estaba a punto de ser forzada a un matrimonio que no deseaba con un funcionario romano de alto rango y creyó que Atila podría ayudarla a zafarse de dicho compromiso.

Le envió al rey de los hunos una carta pidiendo su colaboración en el problema y adjuntó su anillo de compromiso. Atila decidió interpretar la situación como una propuesta de matrimonio por parte de la hermana del emperador romano y la aceptó gustosamente.

Entonces, las demandas de Atila estuvieron de acuerdo con el rango que él ostentaba y solicitó como dote a Valentiniano la mitad del Imperio romano occidental para poder llevar a cabo el matrimonio entre él y la hermana del emperador.

Valentiniano envió rápidamente emisarios para aclarar la situación, sus mensajeros intentaron explicar a Atila que en ningún momento se intentó realizar un arreglo con él para procurar su unión con Honoria.

Además, Valentiniano expulsó a su hermana de sus tierras, de modo que quedara claro a Atila que sus demandas no serían cumplidas puesto que no había ningún pacto sobre la mesa. El huno interpretó todo aquello como una ofensa hacia su persona y marchó hacia el oeste con su ejército.

Avanzada de los hunos

Atila marchó con un ejército de 200.000 hombres, aproximadamente, hacia los dominios del Imperio romano de occidente. Su primera conquista fue la zona de la moderna Bélgica, desde donde pretendía seguir avanzando hacia el resto de las Galias.

Las historias acerca de los desmanes de los hunos en el Imperio del este habían trascendido fronteras y las poblaciones huían en masa ante la posible avanzada de los hombres de Atila. A las personas que escapaban de la amenaza no les importó dejar atrás ciudades enteras.

Los siguientes premios de Atila fueron las ciudades de Tréveris y Metz. Entonces llegó el momento en el que el huno probó por primera vez el sabor amargo de la derrota en el 451.

Batalla de los Campos Cataláunicos

El rey Teodorico I y el antiguo amigo de Atila, Flavio Aecio, se unieron para proteger el territorio de los fieros invasores. Las partes se encararon en los Campos Cataláunicos. Romanos y visigodos tomaron suelos altos y obtuvieron la ventaja contra los hunos.

Teodorico falleció en batalla y su gente arreció el combate por el sentimiento que les produjo la pérdida de su líder mientras luchaba junto a ellos codo a codo.

Al anochecer, los hunos regresaron a su campamento, del que no salieron más sino en el momento de su retorno. Los enemigos decidieron no atacarles por lo que sus tesoros provenientes del saqueo quedaron intactos.

Regreso de Atila

Tras la victoria en la batalla de los Campos Cataláunicos, la sombra de la destrucción que Atila dejaba a su paso parecía una cosa del pasado para los romanos. Sin embargo, el huno no había abandonado su ideal, tan solo había vuelto a su hogar para recuperar fuerzas.

En el 452 volvió a atacar a la parte oeste del Imperio romano. Continuó clamando sus pretensiones de desposar a Honoria y en esa oportunidad dirigió sus fuerzas hacia Italia.

El primer lugar al que llegó fue a Aquilea, ciudad que destruyó hasta sus cimientos. Se dice que la arrasó de tal modo en aquel ataque que nadie supo donde se hallaba en pie la ciudad tras el paso de los hunos por ella.

Esas acciones junto a la leyenda que antecedía a Atila hicieron que, de nuevo, las poblaciones emigraran despavoridas buscando un territorio aislado al que los hunos no quisieran atacar en su paso hacia Roma.

Fue por esta época cuando nació Venecia, que se encontraba protegida por estar rodeada de lagos y tener un acceso sumamente difícil.

Se sabe que los hunos hicieron su campamento a las orillas del río Po. Sin embargo, diversas ideas acerca de su estadía en ese lugar han sido expuestas y el hecho aún no ha sido aclarado por los historiadores.

Acuerdo con Roma

Algunos piensan que los hunos decidieron permanecer acampados en el Po y no atacar por razones supersticiosas, ya que se decía que aquel que cargara contra la santa ciudad moría de forma rápida e inevitable.

Otros piensan que la parada de Atila en la zona se debía a la búsqueda de alimento para sus hombres, puesto que Italia había sufrido de una hambruna que dificultaba encontrar recursos suficientes para mantener a un ejército tan grande como el de los hunos.

También se ha dicho que la plaga afectó a los miembros del ejército de los hunos y por eso hubieron de hacer un alto en su campamento mientras se estabilizaban las fuerzas de los guerreros.

Se encargó al papa León Magno a que negociara con Atila. Los términos a los que llegaron no se conocen, pero después de la reunión que sostuvieron los hunos volvieron a sus tierras en Hungría sin dar más problemas al Imperio romano de occidente.

Muerte

Atila falleció en marzo del 453 en el Valle del Tisza. Muchas versiones acerca de su deceso fueron relatadas tanto por sus contemporáneos, como por autores posteriores que analizaron la muerte del rey de los hunos.

Después de contraer matrimonio con una joven llamada Ildico y asistir a un gran banquete de celebración por su boda, Atila murió. Unos afirman que tuvo una hemorragia nasal y se ahogó con su propia sangre.

Otros han planteado que pudo haber muerto a causa de una hemorragia en el esófago por el alto consumo de alcohol en la noche de bodas. También se ha dicho que Atila pudo haber sufrido un envenenamiento etílico por el mismo motivo.

En una versión diferente se narró que Atila fue asesinado por su nueva esposa el día de su matrimonio, entonces se afirmó que todo el complot fue planeado por su acérrimo enemigo, el emperador romano del este.

Sus hombres se sumieron en un profundo luto por la pérdida de uno de los mejores guerreros y reyes con los que el pueblo de los hunos había contado. Cubrieron sus rostros con sangre para, posteriormente, cabalgar en círculos alrededor de la tienda de Atila.

Tumba

La última morada de Atila podría estar en medio del río Tisza. Se habría separado el caudal para enterrarle en medio, luego se cree que se devolvió a su curso natural para cubrir el sitio de descanso del huno.

Así mismo, se cree que el cuerpo de Atila se depositó en tres ataúdes:

Por las riquezas obtenidas en los saqueos, el primero de ellos era de oro y el segundo de plata, mientras que el tercero estaba hecho de hierro como símbolo de sus dotes para la guerra.

En 2014 localizaron una supuesta tumba de Atila en Budapest, pero luego se descubrió que podría ser falsa.

Una narración similar existía pero con Gilgamesh como protagonista. Además, el hecho de que realmente se encontrara la tumba del último bajo el río Eufrates hizo pensar a muchos que Atila pudo tener un lugar de descanso similar en el Tisza.

Ámbito militar

El nombre de Atila pasó a la historia como un referente militar, tanto por sus capacidades de combate propias, como por la aptitud nata para comandar a soldados con diferentes culturas y convertirlos en el ejército más poderoso de su época.

Al igual que el resto de los hunos, era experto en la montura de caballos. La relación de ese pueblo con los equinos era sumamente cercana: se dijo que los niños eran enseñados a cabalgar cuando podían ponerse en pie.

El joven heredero recibió una educación privilegiada por ser parte de la familia real. Entre los aspectos que desarrollaron en Atila, uno de los principales fue su desempeño como guerrero.

Al huno se le considera un ejemplo resaltante del estereotipo conocido como príncipe de la guerra.

Uniforme

Los hunos solían utilizar una especie de armadura de cuero con la que protegían su cuerpo al tiempo que les permitía conservar su movilidad en batalla. La untaban externamente con grasa, de modo que fuese impermeable.

Los cascos estaban hechos de cuero, luego se les colocaba un revestimiento de hierro. Una cota de malla protegía el cuello y la parte superior del cuerpo, esa pieza era muy útil cuando recibían ataques enemigos a distancia.

Sin embargo, los hunos no estaban bien adaptados para recorrer distancias a pie, puesto que usaban botas de cuero suaves, que le daban una gran comodidad a la hora de ir sobre sus caballos.

Combate de los hunos

Según algunas descripciones, como la de Ammianus Marcelinus, los hunos podían pelear en columnas como se acostumbraba regularmente en las batallas de la época. Sin embargo, los hombres de Atila rara vez usaban esta formación.

Lo normal para estos guerreros era luchar sin un orden definido esparciéndose rápidamente por todo el campo y reagrupándose con la misma velocidad.

Además, aprovechaban siempre la ventaja que les brindaba luchar a distancia gracias al arco y la flecha, que podían disparar cómodamente desde el lomo de sus caballos.

De hecho, una de las estrategias preferidas por Atila era esconder a sus hombres hasta que los enemigos estuviesen en el rango de sus arcos.

El hecho de que prefirieran el combate a distancia no significa que no lucharan ferozmente cuando se encontraban cuerpo a cuerpo con el enemigo: los sobrevivientes aseguraban que eran audaces y no parecían temer por sus vidas a la hora de pelear.

Descripción física de Atila

Según Priseo, que le conoció en persona, pues sirvió como emisario de los romanos en la corte de Atila, el rey de los hunos era un hombre pequeño, de pecho ancho, con una cabeza de gran tamaño, ojos pequeños, barba escaza y fina, nariz corta y piel morena.

De acuerdo con dicha descripción parece que Atila poseía un fenotipo común entre los pueblos asiáticos, lo que se corresponde con algunas de las teorías acerca de la procedencia de los hunos.

No existen otras descripciones contemporáneas de Atila. Sin embargo, generalmente, ha sido representado como un hombre con rasgos mixtos entre caucásico y asiático.

Algunos han planteado que este pueblo realizó deformaciones físicas a los infantes vendando sus caras para mantener el uso del casco tradicional del uniforme militar. Esa práctica atrofiaría la nariz de los individuos.

Otra característica que se ha comentado es que, por la costumbre de montar a caballo, las piernas se les habían atrofiado y de allí que fuesen personas de tan baja estatura comparados con los europeos.

Personalidad y carácter

La descripción clásica de Atila el huno que ha pasado hasta la actualidad es la de un ser desalmado, sediento de sangre, malvado, traicionero y que no perseguía ningún propósito más allá de crear caos y destruir todo a su paso.

Sin embargo, ese fue el punto de vista que relataban tanto sus enemigos como los pueblos oprimidos por ellos, que perduró hasta nuestros días. En los cuentos folklóricos de Hungría se muestra a Atila como un rey bueno y al que sus súbitos le debían un alto grado de aprecio.

En algunas cuentas de la época se le muestra también como un hombre generoso con sus aliados y querido en gran medida por su pueblo que, de hecho, sufrió con profundo dolor la pérdida del rey Atila.

El bárbaro civilizado

Normalmente se ha tergiversado el término bárbaro tal cual era empleado por los romanos. Ellos denominaban así a cualquier civilización que no fuese romana, sin importar el grado de cultura o educación de un individuo en particular.

Atila fue bien educado, se cree que hablaba latín, gótico, huno y, probablemente, griego. Además, había sido instruido en artes diplomáticas. Su capital poseía bellas estructuras de madera adornadas con buen gusto y tapizadas por finas alfombras.

No obstante, era un hombre modesto, dejaba los lujos para aquellos de menor rango que él y se contentaba con vestir de forma simple, usaba vasos y platos de madera, mientras que el resto de su corte mostraba sus riquezas por doquier.

Nombre

El tema de las raíces del idioma de los hunos ha sido harto debatido. Así mismo ha sucedido con el origen etimológico de “Atila”, nombre del rey más famoso de este pueblo.

Algunos han planteado que las raíces de “Atila” deben ser góticas y eso haría que su nombre sea un equivalente a “pequeño padre” o “padrecito”. Otros que apoyan los orígenes turcos han dado una amplia gama de posibles raíces entre ellas “gobernante universal” o “caballero”.

También se ha dicho es el mismo Volga el que dio nombre a Atila, puesto que en altáico el nombre del río era “Atil”.

En historias de origen nórdico se le conoció a Atila como “Atli”, mientras que en las leyendas germánicas fue llamado comúnmente “Etzel”.

Sucesión

Sus tres hijos entraron en disputa tras la muerte de Atila en el 453. El primogénito, Elak, fue oficialmente nombrado como rey aunque todos los hermanos pretendían obtener el título para sí mismos.

Aunque lo que decidieron fue dividir el reino en partes iguales, para dividir riquezas y guerreros de forma similar entre Elak, Dengizik y Ernak, cada uno de ellos en silencio ansiaba lograr lo que su padre: ser únicos herederos y gobernantes de los hunos.

Así fue como condujeron al reino de Atila a la ruina y destrucción. La lucha interna entre los herederos le dio a Aldarico la oportunidad de levantarse en armas contra el dominio de los hunos.

Aldarico era un líder de los gépidos que había sido harto leal a Atila en vida, pero en medio del caos que dejó a su paso el rey de los hunos cuando falleció, su antiguo hombre de confianza supo que era el momento de conducir a su propio pueblo hacia la libertad.

La revuelta que le otorgó el control de Panonia a los gépidos hizo mella en la fuerza de los divididos hermanos y sucesores de Atila. Más de 30.000 soldados hunos perecieron en el levantamiento, entre ellos el hermano mayor: Elak.

El fin del Imperio huno

Otras tribus siguieron el ejemplo de los gépidos y rápidamente la llama de la independencia comenzó a arder en los pueblos antaño sometidos por los hunos.

Cerca del 465, Dengizik y Ernak intentaron conseguir un acuerdo comercial con el Imperio romano del este. Sin embargo, sus propuestas fueron rechazadas de inmediato por los bizantinos, que también sabían que su fuerza no era la misma de los tiempos de Atila.

En el 469 Dengizik, el segundo hijo del líder huno, que había asumido el liderazgo del reino tras la muerte de su hermano Elak, murió en Tracia y su cabeza fue llevada para mostrarla en Constantinopla como prenda de la victoria sobre ante los hunos.

Entonces Ernak, el último hijo conocido de Atila, se conformó con Dobruja y las otras pocas tierras que se le concedieron a él y su pueblo. Ese fue el fin del vasto imperio de los hunos

Influencia

Los cambios que creó Atila en vida fueron grandes, logró ampliar sus fronteras hasta el centro de Europa, dominando a su paso a los más diversos pueblos que habitaban originalmente las zonas por las que pasaba, así mismo hacia el este.

Cambió la dinámica política infundiendo gran temor en ambos gobernantes del Imperio romano, quienes tuvieron que pagar tributos al militar huno para poder mantener la paz y el control de sus propias regiones.

Aunque ciudades enteras fueron arrasadas por los hunos, también surgieron nuevos asentamientos, uno de de los cuales se convirtió con los años en una de las ciudades más prósperas del continente europeo: Venecia.

Después de su desaparición física y, en consecuencia, la de su Imperio por el caótico conflicto en el que se sumieron sus tres herederos, continuó generando cambios en las dinámicas políticas de las zonas que estuvieron bajo su influencia.

Imperio romano de occidente

El deceso de Atila marcó el fin del poderío de la mitad oeste del Imperio romano. Valentiniano III decidió dar muerte en el 454, un año después de la muerte del rey de los hunos, a Flavio Aecio quien era uno de los militares más destacados con los que contaba, pero que había sido cercano a Atila.

En el 455 Petronio Máximo junto con otros amigos de Aecio asesinaron a Valentiniano III y se hicieron con el poder del Imperio. Cerca de esa misma fecha, llegó una invasión de vándalos, los cuales se alzaron como una de las nuevas fuerzas militares.

Nuevos bárbaros

Genserico, el líder vándalo saqueó Roma y debilitó aún más al convulso panorama del Imperio occidental. Al haber muerto Valentiniano sin descendencia, se realizó una elección en la que Ávito resultó coronado emperador en el 455.

Sin embargo, el nuevo gobernante de Roma estaba apoyado y, en gran medida, controlado por los visigodos. Esa fue la razón por el que su mandato tan solo duró dos años tras los cuales ascendió al trono Mayoriano.

A partir de entonces los vándalos se convirtieron en uno de los principales enemigos de Roma, que fue perdiendo su fuerza al verse en un espiral de rápidos cambios de gobernante que solo contribuyeron a su destrucción.

Oriente

Los gépidos, que habían sido nobles vasallos de Atila durante su vida, liderados por uno de sus hombres de confianza, Aldarico, consiguieron su independencia, al igual que muchas otras tribus que se aliaron a ellos.

Lograron conseguir tributos de Marciano, el emperador romano de oriente. Eso demuestra el poder que habían alcanzado en un corto tiempo los pueblos antaño sometidos por Atila.

Los gépidos consiguieron controlar la zona de Panonia y luego Sirmium aliados con suevos, sármatas y esciros. Sin embargo, los grandes oponentes que le plantaron cara a la nueva alianza fueron los ostrogodos.

En esa época, los ostrogodos consiguieron hacerse con Sirmium, que era una ciudad que ofrecía una posición privilegiada pues estaba entre Italia y Constantinopla, lo que brindaba un lugar cómodo para realizar maniobras militares en ambos territorios.

Referencias 

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  4. Man, J. (2006). Attila the Hun. London: Bantam Books.
  5. Rice, E. (2010). The life and times of Attila the Hun. Hockessin, Del.: Mitchell Lane.