Ciudadanía democrática: características y ejemplos
La ciudadanía democrática consiste en aquella participación ciudadana, dentro del margen político, a la que tienen derecho todos los individuos que conforman una comunidad o un país con la finalidad de contribuir con el desarrollo del bienestar común.
La ciudadanía y la democracia son dos conceptos que, en la actualidad, conforman el centro del pensamiento político; por esta razón, se encuentran estrechamente vinculados. Teniendo en cuenta el sentido común, se puede establecer que sin la existencia de la democracia tampoco sería posible la existencia de la ciudadanía.
Resulta complejo para los conocedores definir el concepto de ciudadanía, puesto que este se encuentra fundamentado en diferentes hechos históricos que se desarrollaron a lo largo de la existencia de la humanidad. Además, es necesario recordar que dicho concepto puede tener sus variaciones dependiendo de las tradiciones y costumbres políticas de cada país.
Como concepto, la ciudadanía se había mantenido varias décadas en el olvido; sin embargo, a partir de finales del siglo XX comenzó a surgir nuevamente el interés por este elemento.
Esto ocurrió como una respuesta a grandes cambios que se estaban experimentando alrededor del mundo, como por ejemplo la caída del socialismo real, así como también el surgimiento del neoliberalismo como una nueva propuesta de globalización.
De igual forma, la ciudadanía combina elementos universales, como lo son la búsqueda por la identidad colectiva y el acceso a la justicia. Por esto, la ciudadanía democrática busca salvaguardar los derechos tanto individuales como colectivos de una sociedad mediante la inclusión o la participación de los ciudadanos en las diferentes actividades políticas dirigidas por el Estado.
Índice del artículo
Historia de la ciudadanía y la democracia
La ciudadanía
Antes de la ciudadanía, se fomentó en primera instancia el concepto de nacionalidad; esta noción remite instantáneamente al sentido de pertenencia que necesita cada individuo que ha nacido en un lugar determinado.
Esto quiere decir que elementos como la nacionalidad, los valores patrios y el sentido de pertenencia, entre otros, son los que permitieron el desarrollo de la ciudadanía democrática.
El origen de la ciudadanía —como concepto y como hecho histórico— se remonta a la antigua Grecia, específicamente a partir del siglo V a. C., momento en el cual surgió el primer modelo de gobierno democrático.
Esto trajo consigo la invención de la polis, lo que permitió delimitar los territorios en pequeñas comunidades e introdujo la concepción del individuo como ciudadano.
Gracias a esto se empezó a gestar una transformación contundente dentro de las estructuras sociales y económicas de las sociedades antiguas.
Fue entonces cuando los aristócratas perdieron parte de su poder, pues comenzaron a ser desplazados por nuevos ciudadanos que se enriquecieron a partir del trabajo agrícola.
La democracia
En cuanto a la democracia, esta también surge durante el siglo V a. C. La etimología de esta palabra quiere decir “gobierno del pueblo”, lo que indica que se trata de un gobierno que es controlado y dirigido por el pueblo.
En aquel momento, dicho gobierno se establecía mediante el ejercicio del voto; no obstante, solo aquellos que fuesen considerados como ciudadanos podían ejercer ese derecho, lo que implicaba una exclusión de los niños, mujeres y esclavos. Esto fue cambiando con el paso de las décadas.
Características
Responsabilidad ciudadana
Ejercer los derechos de una ciudadanía democrática implica que se debe actuar de manera responsable; por lo tanto, los ciudadanos deben participar en la búsqueda y el entendimiento del interés colectivo.
Además, los ciudadanos demócratas deben velar por el cumplimiento tanto individual como colectivo de algunas metas básicas que contribuyen a conseguir el desarrollo de la sociedad. Por ejemplo, los individuos deben velar por la educación tanto propia como la de sus hijos.
El derecho al voto
Uno de los elementos fundamentales que caracteriza a la ciudadanía democrática es que los ciudadanos demócratas deben ejercer su derecho al voto a partir de la mayoría de edad (que puede variar dependiendo de las leyes de cada país).
También poseen el derecho a participar en los asuntos políticos del Estado y pueden postularse para cargos que son de elección popular.
Instauración de diálogos
Una ciudadanía democrática ideal también se caracteriza por permitir el diálogo, creando un espacio en el que se gesta la tolerancia pero que también permite la realización de un debate plural.
En este caso, el diálogo permite que se lleven a cabo las acciones conjuntas necesarias que contribuyan a las mejoras colectivas. A su vez, los ciudadanos ejemplares deben mostrar respeto por la opinión de los demás. Una ciudadanía democrática ejercida sabiamente refuerza los valores patrios y demuestra la dignidad de cada individuo.
Por último, la ciudadanía democrática en la actualidad plantea que todos los individuos que conforman un país o una región poseen igualdad jurídica, lo que establece que no hay distinción entre raza, género o filiación.
Mediante la democracia, en nuestros días todos los ciudadanos y ciudadanas deben ser iguales ante los ojos de la ley y tienen la facultad de participar sanamente en cualquier actividad o propuesta política perteneciente al Estado. Claro está, las condiciones de esta participación dependerán de las tradiciones de cada país.
Ejemplos
Un ejemplo preciso de la ciudadanía democrática se puede encontrar cuando las jornadas electorales se llevan a cabo de manera limpia y ordenada, permitiendo de este modo que cada ciudadano pueda elegir el candidato de su preferencia, sin temor de expresar sus inclinaciones políticas.
Otro ejemplo de ciudadanía democrática ocurre cuando cualquier ciudadano ejerce su derecho a la libertad de expresión, siempre manteniendo de manera constante los valores de tolerancia y de respeto por la opinión ajena.
En cualquier país, la ciudadanía democrática puede encontrarse en peligro si el Estado instaura la censura frente a aquellos que no están de acuerdo con las inclinaciones políticas del mismo.
Por último, hay ciudadanía democrática en cualquier país o región en donde los intereses de los ciudadanos son protegidos por el Estado y por cualquier institución que se encuentre al mando de este. Si el Estado violenta o irrespeta los derechos del ciudadano, entonces la democracia ha sido violentada de forma indiscutible.
Referencias
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