Características de los seres vivos
Los seres vivos son todos los organismos formados por una o muchas células que tienen la capacidad de llevar a cabo funciones especiales como respirar, crecer y desarrollarse, reproducirse, alimentarse, interactuar con su ambiente y responder a este.
No siempre es fácil definir a los seres vivos, pues en nuestro planeta hay un gigantesco número de organismos, todos muy diferentes entre sí.
Los seres humanos, los cangrejos, las vacas, las jirafas, las ballenas, los caracoles, los petirrojos, los gusanos, los tiburones, los líquenes, las plantas, los musgos, los hongos, los corales y las bacterias microscópicas, todos son seres vivos.
Todos los seres vivos comparten un conjunto de características fundamentales que nos ayudan a diferenciarlos de aquellas ‘cosas’ que no están vivas, como las rocas del río, el viento o el agua, por ejemplo.
Características de los seres vivos
Irritabilidad
La irritabilidad es la característica de los seres vivos que tiene que ver con su capacidad de interactuar con el entorno que los rodea y de responder a los estímulos que reciben del mismo.
Es una característica muy importante, pues ningún ser vivo vive aislado en el planeta, por lo que está constantemente recibiendo estímulos a los que muchas veces necesita responder.
Por la irritabilidad los seres vivos pueden responder a estímulos como aumentos o disminuciones de la temperatura, a la cantidad de luz, de agua, etc.
Un buen ejemplo de irritabilidad es lo que ocurre cuando hacemos ejercicio en un día muy caluroso, pues nuestro corazón late más rápido para bombear sangre suficiente a nuestros músculos y nuestro cuerpo se refresca a través de la sudoración.
Adaptación
Cuando hablamos de adaptación decimos que es la característica de los seres vivos para sobrellevar algunos aspectos del entorno que los rodea y sobrevivir a los posibles cambios que pudieran encontrar en su ambiente natural.
Puede presentarse como la capacidad de “reajustar” algunas de sus características para sobrevivir y la adaptación puede ser a nivel fisiológico, estructural, bioquímico, de comportamiento o una combinación de todas estas.
Por ejemplo, anfibios como las ranas tienen largas lenguas que les permiten atrapar a los insectos de los que se alimentan.
Se piensa que las rayas del pelaje de las cebras, por otra parte, es una adaptación que les permite ‘escapar’ de la vista de sus depredadores.
Hay otros animales que son capaces de camuflarse con el entorno que los rodea para pasar desapercibidos frente a sus depredadores, como los camaleones.
Reproducción
La reproducción es el proceso por el cual un organismo forma a otro igual o muy similar, siempre de la misma especie. Por este proceso se mantienen y perpetúan las especies en el tiempo y puede ocurrir de dos formas: asexual o sexualmente.
– Reproducción sexual
La reproducción sexual es un proceso complejo que es llevado a cabo en los organismos multicelulares y es exclusivo de los seres formados por células eucariotas.
Usualmente involucra a dos organismos de ‘sexos’ opuestos: uno femenino y otro masculino, los cuales producen un tipo de células especializadas en la reproducción: los óvulos y los espermatozoides, respectivamente.
La reproducción sexual consiste tanto en la producción de estas células como en el proceso por el cual ambas células se encuentran, se fusionan, fusionan sus núcleos y su material genético y producen una célula nueva -el cigoto- con características compartidas de ambos progenitores.
– Reproducción asexual
La reproducción asexual, en sus diferentes presentaciones, es la formación de organismos genéticamente clonales, es decir, a partir de un organismo se forman dos organismos iguales al original.
Es un tipo de reproducción que caracteriza a muchos microbios como las bacterias, las arqueas y los parásitos unicelulares eucariotas, aunque también puede ocurrir en algunos hongos y en parte del ciclo de vida de muchas plantas.
Metabolismo
El metabolismo se define como el conjunto de reacciones químicas que tienen lugar dentro de todas las células. Por medio de estas reacciones los seres vivos pueden aprovechar la energía y los nutrientes derivados de los alimentos para realizar sus actividades, crecer, interactuar con el medio, etc.
Las reacciones metabólicas son fundamentales para que cualquier ser vivo continúe estando vivo, pues de ellas dependen todas sus características.
Estas reacciones se clasifican en dos grupos: las reacciones anabólicas (anabolismo) y las reacciones catabólicas (catabolismo). Veamos de qué se trata cada uno:
– Anabolismo
Por medio de las reacciones anabólicas las células y los organismos multicelulares “fabrican” los materiales que necesitan para crecer y ejercer sus funciones.
Tiene que ver con la unión de moléculas pequeñas para formar entidades más complejas, para lo que se necesita energía.
La síntesis de proteínas y la producción de lípidos, carbohidratos y ácidos nucleicos son buenos ejemplos de procesos anabólicos que tienen lugar en todas las células del planeta Tierra.
Podemos decir, además, que las reacciones anabólicas son las que hacen posible que “produzcamos” algo como, por ejemplo, tejido muscular.
Es por esta razón que el anabolismo se relaciona con los fisicoculturistas, por ejemplo, pues estos adecúan su metabolismo para la producción de grandes músculos.
– Catabolismo
El catabolismo, en cambio, tiene que ver con la producción de la energía que se emplea durante el anabolismo y para llevar a cabo otros procesos celulares.
Podemos decir que es todo lo contrario, es decir: la disgregación de grandes moléculas para obtener moléculas más pequeñas y cierta cantidad de energía que puede ser empleada por las células.
Las reacciones catabólicas celulares son muchísimas, pero podríamos decir que la glucólisis y la oxidación de ácidos grasos son buenos ejemplos de reacciones catabólicas.
Crecimiento
Todos los seres vivos son capaces de crecer. El crecimiento es la capacidad de un organismo de aumentar de tamaño hasta alcanzar un tamaño definido para su especie y esto es posible gracias a que emplea los nutrientes de los que se alimenta para tal fin.
Para los organismos unicelulares, el crecimiento implica un aumento del tamaño celular. Cuando una célula se divide, generalmente se forman dos células hijas un poco más pequeñas, las cuales aumentan de tamaño progresivamente, es decir, crecen.
Para los organismos multicelulares el crecimiento es a la vez un aumento del tamaño de las células y un aumento en el número de ellas, que se organizan para formar estructuras complejas como los órganos y tejidos con diferentes funciones.
Ejemplo
Pensemos en la semilla de una planta: al principio esta consiste en un pequeño embrión formado por unas pocas células, protegido por una estructura especial.
Al germinar, las células del embrión “despiertan” y activan sus procesos internos, al mismo tiempo que comienzan a dividirse y a activar su metabolismo. Las células van formando tejidos y los tejidos van formando los órganos de una plántula muy pequeña, con un tallo y una raíz.
A medida que la plántula va alimentándose gracias a la fotosíntesis y al agua que recoge del suelo, esta crece y se convierte en una planta adulta.
Lo mismo ocurre con los seres humanos: los bebés al nacer son muy pequeños y gracias a los alimentos que les proporcionan las madres, crecen y pueden desarrollarse para, con el paso del tiempo, formar niños, jóvenes, adultos y ancianos.
Homeostasis
Todos los seres vivos se caracterizan por ser capaces de mantener ciertas condiciones internas óptimas para seguir haciendo eso: estando vivos.
Este ‘mantenimiento’ apropiado o balance de las condiciones internas es lo que conocemos como homeóstasis y es un conjunto de procesos fundamentales para la vida.
Los mecanismos de homeostasis, por ejemplo, permiten activar o inhibir rutas metabólicas o anabólicas cuando sea que la célula necesite o no algún tipo de molécula. En otras palabras, la homeostasis es la forma que tienen los seres vivos de controlar o regular el metabolismo.