Anatomía y fisiología

Presión oncótica: concepto, fisiología, valores normales


¿Qué es la presión oncótica?

La presión oncótica o coloidosmótica es una fuerza ejercida por la albumina y diferentes proteínas en el plasma sanguíneo que contribuye al movimiento de fluidos a nivel de las membranas capilares. Es la principal fuerza que mantiene el fluido dentro de la vasculatura.

Para poder entender lo que es la presión oncótica es pertinente entender primero que el cuerpo esta dividido en varios compartimientos donde se distribuye el agua corporal total: dos tercios de esta se encuentran confinadas dentro de las células. A este compartimiento se le denomina espacio intracelular (EIC).

El tercio restante se distribuye en el espacio extracelular de la siguiente manera: una cuarta parte se encuentra dentro de los vasos sanguíneos (plasma), y los tres cuartos restantes se ubican en un espacio que rodea a todas las células del organismo conocido como espacio intersticial.

Finalmente, cada uno de estos compartimientos se encuentra separado por membranas semipermeables; es decir, membranas que permiten el paso de algunos elementos y restringen el de otros. Como regla general, las membranas semipermeables permiten el paso libre de agua y restringen el paso de proteínas a través de esta.

Este concepto es fundamental para entender y distinguir presión osmótica (agua) de presión oncótica (proteínas). La presión osmótica es la fuerza fisicoquímica que conduce el paso de agua de un compartimiento a otro, basándose en la presencia de elementos que generen atracción química de agua en cada uno de estos compartimientos.

Estos elementos no deben ser capaces de atravesar libremente la membrana, ya que eso limitaría su función de arrastrar agua hacia un lado u otro de forma neta; es aquí cuando la presión oncótica entra en rigor.

Fisiología

La presión oncótica no es más que el gradiente que establecen las proteínas en un determinado compartimiento para arrastrar agua, ya que por su carácter químico estas no pueden atravesar membranas, pero tienen carga polar negativa, por lo que atraen moléculas de agua.

Esta presión juega un papel fundamental en el mantenimiento del equilibrio hídrico (la diferencia neta entre el aporte y la pérdida de agua) de los tejidos corporales.

Gracias a un balance perfecto entre esta presión y la presión hidráulica inherente a los vasos sanguíneos ejercida por el bombeo del corazón (presión hidrostática), puede ocurrir el intercambio de oxígeno, nutrientes y desechos tóxicos a nivel de los diversos tejidos corporales y sus vasos sanguíneos correspondientes, conocidos como capilares.

Un cambio en la presión coloidosmótica suele ser un importante determinante en el desenvolvimiento de un edema sistémico o pulmonar. Al sufrir un déficit de proteína en la sangre, que puede ser causado por diferentes motivos, se dificulta la retención de líquidos en los compartimientos corporales donde se desea mantenerla.

Esto da lugar al paso de agua a un compartimiento donde normalmente no debería estar presente: el espacio intersticial. La presencia de líquido en el espacio intersticial se conoce como edema. Como herramienta clínica, la medición de la presión oncótica representa una contribución para el diagnóstico de enfermedades cuyo síntoma cardinal sea el edema.

El edema no se desarrolla hasta que la presión oncótica del plasma se encuentra  por debajo de 11 mmHg. El flujo de linfa mantiene las proteínas fuera del espacio intersticial, manteniendo al mínimo la presión oncótica en este compartimiento y evitando así el edema.

Valores normales

El valor promedio de la presión oncótica en el plasma de un sujeto en posición de reposo es de 20 mmHg. Sin embargo, los valores en sujetos en movimiento suelen presentar un aumento de 18 % de presión oncótica, un efecto atribuido al descenso en el volumen del plasma (agua) causado por el ejercicio.

En distintos intervalos la presión oncótica suele presentar fluctuaciones de 10 % en el sujeto (incremento y descenso en los valores).

La albúmina proporciona aproximadamente del 60 % al 70 % de la presión oncótica del plasma y las globulinas proporcionan del 30 % al 40 % restante. Se encuentran cuatro moléculas de albúmina por cada molécula de globulina y tiene más carga aniónica.

Varios estudios muestran un descenso gradual de presión oncótica en personas de mayor edad, y también muestran una menor presión oncótica en las mujeres en comparación con los hombres.

Diferencia entre presión oncótica y presión osmótica

La presión osmótica y oncótica comparten relación. La diferencia entre ambas puede entenderse recordando la naturaleza de la ósmosis, que es la base en ambas presiones.

La ósmosis es el movimiento pasivo de agua a partir de un área de alta concentración de la misma, a través de una membrana semipermeable, a un área de baja en la concentración de agua. Este movimiento logra una cantidad igual de agua en cada área.

La presión osmótica es la presión mínima necesaria para detener el flujo interno de solvente a través de una membrana semipermeable. Por otro lado, la presión oncótica es el tipo de presión osmótica en la cual la presión es aplicada por la albúmina y las proteínas en el plasma de un vaso sanguíneo, para llevar el agua al sistema circulatorio.

El método de Pleffers y el método de Berkeley y Hartley son los más famosos para determinar la presión osmótica, aunque ahora en los tiempos modernos se usa un aparato conocido como osmómetro para medir la presión osmótica, mientras que el nivel de la presión oncótica se mide a través del oncómetro.

La presión osmótica es directamente proporcional a la temperatura y la concentración de soluto en la solución, mientras que la presión oncótica es directamente proporcional al número de coloides en una solución.

Presión oncótica y mortalidad

En pacientes en estado crítico se ha encontrado una correlación entre una baja presión oncótica y mortalidad.

Por ejemplo, un estudio con 99 sujetos con deficiencias cardiorrespiratoria mostró que todos los que presentaban una presión oncótica por debajo de 10,5 mmHg perecieron, mientras que en aquellos con una presión mayor a 19 mmHg sobrevivieron.

La medición de la presión oncótica en pacientes en estado crítico suele ser una fuente confiable al predecir la esperanza de vida.