Carmen Romano: biografía y aportes como primera dama
Carmen Romano Nölck (1926–2000) fue primera dama de México siendo esposa del presidente José López Portillo, en el período que abarcó desde 1976 a 1982. Destacó por ser una gran gestora cultural que logró importantes avances en cuanto a la creación de instituciones artísticas, así como su difusión por todos los rincones del país.
Sin embargo, en la cultura popular mexicana es conocida por llevar una vida de lujos y requerimientos extravagantes que siempre dieron de qué hablar. Principalmente por su magnitud y alto costo, generando mucha polémica porque eran solicitados durante las giras presidenciales que llevaba a cabo con su marido.

A su vez, fue una mujer muy preocupada por su imagen, utilizando siempre unas vestimentas y maquillajes llamativos que la hacían estar siempre en boca de la opinión pública.
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Biografía
Hija de Alfonso Romano –un empresario de alto rango de la compañía de automóviles Ford- y Margarita Nölck, cantante de ópera oriunda de Caracas, Carmen nació el 10 de febrero de 1926 en Ciudad de México, donde sus padres se habían establecido finalmente luego de haber vivido en Estados Unidos, Guatemala y Alemania.
Su mezcla cultural familiar es muy diversa, ya que Romano es de ascendencia francesa, venezolana, alemana, italiana y española.
A raíz del talento musical heredado de su madre, se formó desde pequeña como concertista, estudios que complementó con clases magistrales de piano que recibió de grandes intérpretes europeos.
Luego de convertirse en músico, viajó a Europa para desarrollarse como concertista, pero enfermó de gravedad y no pudo llevar adelante su prometedora carrera.
De vuelta a México, abandonó su sueño de dedicarse por completo a tocar el piano – aunque lo mantuvo como su principal actividad recreativa que realizó a diario – y encontró una nueva pasión profesional como arquitecta y diseñadora de infraestructura, labor que materializó a tal punto que llegó a construir su propio hogar.
A sus 25 años contrajo matrimonio con José López Portillo, a quien conocía desde temprana edad ya que era su vecino. Ambos se establecieron en Ciudad de México y tuvieron tres hijos: José Ramón, Carmen y Paulina.
El primer cargo político de su esposo fue secretario de Hacienda y Crédito Público, que Carmen acompañó fielmente como voluntaria en programas de desarrollo familiar, trabajo que años más tarde gestaría a nivel oficial desde el despacho presidencial.
Primera dama de México
Como candidato del PRI, López Portillo ganó las elecciones de 1976. Así Carmen Romano se convirtió en la nueva primera dama de México, un cargo que ocuparía durante todo el sexenio presidencial que culminó en el año 1982.
Ya instalados en Los Pinos, la residencia presidencial mexicana, Carmen Romano y López Portillo estaban separados sentimentalmente, pero unidos legalmente en matrimonio. Labor y responsabilidad que decidieron asumir y mantener durante los seis años de duración del mandato, durmiendo en habitaciones diferentes y compartiendo cada uno un ala de la casa con sus familias.
Principales aportes
Desde su despacho, la primera dama estableció y creó importantes instituciones avocadas al desarrollo social en México. En 1977 fundó el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que se basó en impulsar el bienestar del pueblo a través de la medicina preventiva, la nutrición y el progreso especialmente en las áreas más necesitadas de la población.
La asistencia social pública, la difusión y expansión de los programas culturales conformaron el eje de su labor. Gestionó la creación del Fondo Nacional para Actividades Sociales, destinado a financiar y organizar actividades de cultura en toda la región mexicana.
Así mismo, promovió el nacimiento de la orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y la Escuela de Perfeccionamiento, Vida y Movimiento, con el objetivo de formar a futuros músicos del país.
Para honrar a los escritores de habla hispana, empezando por los mexicanos, creó el Premio Internacional Literario Ollin Yoliztli en 1979, que comenzó a popularizarse años después hasta llegar a ser uno de los galardones de literatura más importantes de Latinoamérica.
También estuvo al frente del Comité Técnico del Fideicomiso del Centro de Espectáculos, Convenciones y Exposiciones de Acapulco, siguiendo con su sintonía en obras destinadas a celebrar, fortalecer y fomentar la idiosincrasia musical y artística.
Vida personal
Más allá de sus méritos en la cultura, la música y el desarrollo social, Carmen Romano atrajo siempre la atención de la prensa y la opinión pública por su evidente vida de lujos y excentricidades.
Su fama de derrochadora de dinero le valió una incesante cadena de rumores, chismes y críticas de las que nunca se pudo librar. La reputación se formó principalmente por las historias de sus viajes presidenciales, en los que llevaba siempre su gigantesco piano de cola que hacía instalar en los hoteles donde pasaba la estadía como primera dama.
Uno de los episodios que generó mayor polémica fue cuando presuntamente, en una visita oficial a París, su piano no cabía en la suite y ordenó tumbar la pared del cuarto para agrandarlo y así poder tocar su religioso recital diario, corriendo con todos los gastos del requerimiento.
En cuanto a imagen, muchos la recuerdan como un personaje llamativo por su estilo de vestimenta y un maquillaje sobrecargado en todo momento. Durante sus viajes a Europa, hacia donde iba con bastante frecuencia, acostumbraba a realizar un recorrido por los lugares más emblemáticos en clave de turismo, siendo además una reconocida clienta de las joyerías más exclusivas del continente.
Se le veía muy a menudo en los restaurantes de lujo más caros y prestigiosos, en los que ordenaba cualquier cosa que se le antojara, incluso si no estaba en el menú. En el avión presidencial también viajaba cargada de postres suficientes para abastecer los días que estaría fuera del país, puesto que no los conseguiría en su destino.
Y al irse de compra por las tiendas de Estados Unidos y México, a Romano le cerraban las puertas de los almacenes para que tuviera plena libertad de llevarse todo lo que deseaba sin limitaciones ni gente alrededor.
Pero trascendiendo el semblante de lujos y derroche monetario, su gran talento como pianista y el incesante trabajo por el arte, la cultura y la música resaltando siempre los valores de México, son hechos que acompañarán su memoria por siempre.
Carmen Romano murió el 9 de mayo del 2000 en Ciudad de México, a los 74 años de edad.
Referencias
- Sefchovich, Sara, “La Suerte de la Consorte”, Ciudad de México, D.F., Editorial Océano, 1999.
- Muñoz Altea, Fernando y Magdalena Escobosa Hass de Rangel, “Historia de la Residencia Oficial de Los Pinos”, México, Fondo de Cultura Económica, 1988.
- Carrillo, Mario Alejandro, La primera dama: bajo la sombra del poder. Política y Cultura, 1992.
- Sitio web oficial del Dif, dif.gob.mx
- Peter H. Smith, Mexico since 1946: Dynamics of an Authoritarian Regime, 1990.