La Leyenda de los cinco soles de los nahuas
La leyenda de los soles —también conocida como el mito de los cinco soles— es una historia creada por la cultura náhuatl donde se explica el origen de la Tierra y del hombre. Por lo tanto, esta leyenda permite conocer una serie de concepciones e ideas nahuas sobre el nacimiento del Universo y su evolución.
En ese sentido, este mito permite distinguir cómo los nahuas percibieron la vida. De igual manera expone cómo surgió esta cultura. Es una narración que no solo cuestiona el principio del mundo, sino el destino de las personas.
Además, dentro de esta historia aparecen las divinidades adoradas por esta civilización, donde cada una de ellas desarrolla un papel específico. Es importante agregar que se le denomina como pueblos nahuas a aquellos hablantes del náhuatl o de algunas de sus variantes (tlajtol, nauta, maseual, mexcatl…).
Desde un punto de vista etnohistórico, se designa así a los grupos de esta lengua que participaron en diversas etapas de la evolución mesoamericana. Los nahuas desarrollaron elementos culturales propios. Especialmente, se destacaron en la edificación de infraestructuras que tiempo más tarde constituirían la región del altiplano central.
De esta forma, a juicio de varios investigadores y con apoyo en diversas inferencias, se considera que al menos una porción importante de los pobladores de Teotihuacán eran personas que hablaban nahual.
Los nahuas creían que existían 5 grandes eras, que estaban representadas por la creación de un sol. En cada uno de estos periodos habitaron humanos en la tierra hasta que un cataclismo de proporciones apocalípticas los destruyó.
Índice del artículo
- 1 El pensamiento náhuatl
- 2 Los Cinco Soles: cinco períodos
- 3 Quetzalcóatl y la creación de la nueva humanidad
- 4 La historia del cosmos vista por los nahuas
- 5 Referencias
El pensamiento náhuatl
Al estudiar el pensamiento náhuatl acerca del origen y el destino del mundo (ideas cosmológicas), los investigadores afirman que la primera formulación de estas ideas se llevó a cabo a base de metáforas y con los ropajes del mito, al igual que las de los pueblos cultos como los griegos.
Entre los nahuas, el concepto de verdad está íntimamente ligado con el sentido de pertenencia. Por ello, algunos investigadores afirman que la fragilidad del mundo material llevó a los hombres mesoamericanos a darle a su búsqueda una orientación metafísica en el plano del topan, que quiere decir lo que está por encima de nosotros.
La Piedra del Calendario de los aztecas
Existen varias versiones del mito de la creación, pero la historia magistral se presenta en la sección central de La piedra del Calendario Azteca, donde los nahuas relacionaron los conceptos de tiempo y espacio con una iconografía simétrica y compleja.
El simbolismo que se puede percibir en ese calendario pertenece al relato más coherente de las cinco creaciones, denominado Los cinco soles. De esta forma, los diversos soles corresponden a los períodos de vida de la humanidad.
Los Cinco Soles: cinco períodos
El inicio
El mito se inicia con el concepto de la nada, luego se indica la existencia de un dios eterno llamado Ometecuhtli, el cual sería un único principio o una sola realidad. Su naturaleza dual estaba constituida por un núcleo generativo y el sostén universal de la vida.
Las fuentes citadas le dan a Ometecuhtli el nombre de señor y señora de la dualidad: Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl. Es un ente sin género. Debido a ello, es conocido como una deidad ambivalente y dinámica. Dicha dualidad le permitió a Ometecuhtli generar cuatro hijos:
– Tezcatlipoca rojo.
– Tezcatlipoca negro.
– Tezcatlipoca blanco o Quetzalcoaltl, conocido como la serpiente emplumada.
– Tezcatlipoca azul o Huitzilopochtli.
Estos hijos del supremo principio dual conforman los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. De esa manera se concede a Ometecuhtli la cualidad de crear diferentes fuerzas que combaten entre sí con el objetivo de causar la evolución del cosmos durante las edades cósmicas, las cuales anteceden el advenimiento del quinto sol.
La historia del Universo
Los hijos de Ometecuhtli ponen en marcha la historia del universo. Tezcatlipoca rojo es el oriente, mientras que Tezcatlipoca negro es el norte y está vinculado con la noche; Quetzalcóatl o Tezcatlipoca blanco es el oeste, la región de la fecundidad y la vida; por último, Tezcatlipoca azul es el sur, el estado que se halla a la izquierda del sol.
La interacción entre los dioses es violenta. Su lucha es la historia del Universo, la alternancia de sus triunfos y creaciones. Gracias a ellos, el espacio y el tiempo entraron al mundo como factores dinámicos que se entrelazaban y repudiaban para regir el acontecer cósmico.
Según las descripciones, estos cuatro dioses crean el fuego, el sol, la región de los muertos, el lugar de las aguas y las cosechas, el cielo, la tierra y los días.
Así, los cuatro hermanos decidieron crear una obra que los venerase y dignificase como dioses. De ese modo surgió la primera pareja: hombre (Huehuecoyotl) y mujer (Macehualtin). Aparte, les ordenaron tener hijos que les rindieran honores como divinidades.
El primer sol
Con la creación del hombre la obra estaba completa, pero había tinieblas en el Tlatipac. En esa región nunca era de día puesto que no había luz solar.
Por eso Tezcatlipoca negro se transformó en sol. A partir de ese día, la época fue llamada Ocelotonatiuh. Fue el comienzo de la era inicial –del nuevo mundo– donde se crearon seres gigantes que vivían en la tierra y comían bellotas.
Durante ese primer período reinó el equilibrio de fuerzas entre los dioses. Sin embargo, las deidades estaban empeñadas en superar a sus pares. Como consecuencia, intentaron identificarse con el Sol para dominar el destino del mundo y de las personas.
De esta forma se desarrolló el conflicto entre las fuerzas y los elementos de la naturaleza. Esas luchas fueron las que ocasionaron las distintas edades del mundo, presididas por cada uno de los soles. Los nahuas concibieron la disputa cósmica como una confrontación entre el bien y el mal.
Durante ese período se enfrentaron Quetzalcóatl y Tezcatlipoca negro. Los individuos primitivos que habitaron en esa era fueron devorados por jaguares. Dicha etapa fue denominada Jaguar, haciendo referencia a la devastación y el fin.
El segundo sol
El segundo sol fue establecido por Quetzalcóatl y se llamó sol de viento. Representaba al aire divino y creador que en repetidas ocasiones había dado el aliento de vida al hombre. Permitió que las cosechas se dieran en abundancia y los seres que vivieron durante este período fueron felices.
No obstante, en la eterna lucha entre los dioses, Tezcatlipoca el jaguar subió a los cielos y derribó a Quetzalcóatl —su hermano— de un zarpazo. En su caída, Quetzalcoatl provocó un gigantesco vendaval que destruyó todo. Muchos no sobrevivieron y otros, caminando encorvados para aferrarse a lo que tenían, se convirtieron en monos y se refugiaron en un bosque.
El tercer Sol
La tercera era fue llamada sol de fuego y fue creada por Tezcatlipoca. Durante ese momento, los hombres se dedicaron a los placeres malsanos. Decepcionado por tanta injusticia, Quetzalcoatl ordenó a Xiuhtecuhtli (dios del fuego) que eliminara a la humanidad.
Así fue como comenzó a llover fuego del cielo y los hombres atemorizados les rogaron a las divinidades que los convirtieran en pájaros para huir; pero solo sobrevivió una pareja que se refugió en una cueva.
El cuarto sol
En la cuarta era, llamada sol de agua, un diluvio ocasionado por Tezcatlipoca inundó la faz de la tierra transformando a los mortales en peces. Llovió tanto, que al final los cielos perdieron el equilibrio y se derrumbaron sobre el Tlaltipac.
Los dioses decidieron reparar su error, pues estaban avergonzados por haber transformado a la humanidad. Por ello, los cuatro hermanos crearon a estos individuos: Atemoc, Itzacoatl, Itzmaliza y Tenoch.
Estos hombres emergieron de los cuatro puntos cardinales y al instante se fueron convirtiendo en árboles. Juntos, los dioses y árboles, levantaron los cielos y colocaron las estrellas. Al final, cada árbol se transformó en un ave. De esa manera emanó una nueva realidad, aunque no había personas sobre la tierra.
Quetzalcóatl y la creación de la nueva humanidad
Antes de crear al quinto sol, Quetzalcóatl viajó al Mictlan —o región de los muertos— para obtener los antiguos huesos humanos con el propósito de diseñar a otros seres. Ahí consiguió que una hormiga le develara el lugar secreto donde se encontraba el maíz. Vale recalcar que Quetzalcóatl se destacó entre las demás deidades por ser el benefactor de la humanidad.
Después de obtener los restos humanos, la hormiga le obsequió a Quetzalcóatl el maíz. El objetivo era que cultivara la semilla para que fuera el alimento de las personas en la quinta edad. Quetzalcóatl simbolizaba entre los nahuas el ansia de explicación metafísica, la sabiduría y la búsqueda del más allá.
El quinto Sol
La creación de la quinta era aconteció en Teotihuacan, donde el dios Nanahuatzin se arrojó a la hoguera y se convirtió en luz; pero este sol no se movía. Para darle fuerza, los otros dioses se sacrificaron y ofrecieron su sangre. Así fue como sopló el viento, el astro se movió y siguió su camino.
Por ello, se puede afirmar que el quinto sol surgió de la unión de los 4 elementos a través del movimiento. Es una alegoría del poder. Los dioses o fuerzas cósmicas vuelven a alcanzar cierta armonía. Nanahuatzin representa la raíz oculta del misticismo azteca, ya que debido al sacrificio existe el sol y la vida. Mediante la muerte es como la existencia se conserva.
La historia del cosmos vista por los nahuas
Para los nahuas, el cosmos emanó gracias a los 4 soles. Esas estrellas representan la vitalidad, puesto que le proporcionan al hombre agua, viento y fuego. De acuerdo a su cosmovisión, Quetzalcóatl es quien comunica a las personas con el astro rey.
La historia del universo inicia en los cuatro rumbos del mundo. Esta leyenda explica que los elementos opuestos no pueden estar separados porque juntos equilibran el mundo.
Referencias
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