Segunda persona: narración, características, tipos, ejemplos
La narración en segunda persona es aquella en la que se involucra al lector. Él forma parte del relato, y puede llegar a ser el protagonista. Se trata de una variación de la primera persona. En algunos casos el narrador puede dirigirse al lector como una conciencia.
El relato puede ser en singular o plural, usando palabras o frases como “tú”, “a ti”, “nosotros” o “ustedes”. El narrador también suele hablarse a sí mismo y contar situaciones vividas. Además, el relator hace sentir al lector que es él o ella quien vive la historia.
En algunos casos, el narrador puede presentarse como alguien que está contando la historia a los personajes. No obstante, se comunica con ellos como si estuvieran presentes. De esta manera, es capaz de dirigirse al lector directamente, es así como lo adentra a en la narración y lo hace parte de ella.
Índice del artículo
- 1 ¿Cuándo se usa la narración en segunda persona?
- 2 Características de la narración en segunda persona
- 3 Tipos de narración en segunda persona
- 4 Ejemplos de narración en segunda persona
- 5 Referencias
La narración en segunda persona se usa con frecuencia cuando se relata un cuento epistolar. Son obras donde es común el envío y recepción de cartas por parte de sus protagonistas. Por medio de estas lecturas se desarrolla la trama.
Este tipo de narrativa es más difícil encontrarla en las historias de ficción. No obstante, el uso de esta perspectiva en los relatos puede darles un toque interesante, ya que permite al lector sentirse parte del texto. Esto se logra al hacer propias las acciones del protagonista, generando con ello mayor interés en la lectura.
Las autobiografías son las obras en las que comúnmente podemos encontrar la narración en segunda persona. El autor cuenta sus experiencias y emociones cotidianas, que pueden pasarle a cualquiera. A su vez, estas acciones hacen que el lector se identifique con ellas y sienta que se cuenta su propia historia.
Generalmente, la narración en segunda persona es hecha de manera tal que quien la lee la sienta suya. En el relato, el autor se dirige a un “tú” que hace sentir al lector que es él el que está realizando la acción o en torno a quien gira la trama. Podríamos decir que este es el efecto primordial que debe tener este tipo de narración.
Es de suma importancia que se describa un ambiente verdadero. Esto es clave para conseguir que el lector se sienta cómodo, se emocione, se entristezca, y que logre atraparlo en la historia.
Es fundamental que la historia sea descrita en el presente de la segunda persona. Esto es debido a que el lector no posee recuerdos de lo que no ha vivido, sino que se le tienen que presentar las nuevas experiencias que va a vivir.
Necesariamente se deben usar verbos en presente para desarrollar la acción, y esta se experimenta según va leyendo.
Cuando se narra en segunda persona es de suma importancia describir bien todos los hechos para que el lector se coloque en dicha situación. Se debe ubicar claramente a quien lee en lo que está pasando y llevarlo al sentimiento que debe tener en ese momento.
Si se desea generar alegría en el lector, describir con sumo detalle cada situación. De ser posible, se deben describir olores, sabores, texturas, sensaciones y sentimientos. Hay recordar que quien lee es quien está viviendo la experiencia.
En esta variante de narración en segunda persona el narrador es el protagonista de la historia. Él habla de su experiencia en presente. No puede emitir ningún tipo de pensamiento o vivencia de otro personaje.
Existen dos tipos de narradores homodiegéticos que son narrados en segunda persona:
El epistolar
Es cuando se presentan cartas en la narración. Estas son escritas por el lector o él las recibe. Se combina con la primera persona, pues es el protagonista quien escribe las cartas.
Ejemplo
Te escribo para ponerte al tanto de la situación. Sé que estás ocupada, que la familia complica toso, pero no estoy bien. Hace 5 días que no como, y no es por falta de recursos. Mi cuerpo solo soporta el agua… No sé hasta cuándo pueda soportar.
El cómplice
En narrador cómplice cuenta de sí mismo, pero en segunda persona. De esta manera lleva al lector inconscientemente a una complicidad y lo incluye en la acción.
Ejemplo
Durante todo ese tiempo estuve tranquilo. Había solo dos opciones: morir o vivir, las mismas que tienen todos a cada rato. Yo no era alguien diferente. Pero sé que si te pasara a ti, no aguantarías. Tú no eres de esta estirpe, no soportarías ni un trozo de lo que yo he vivido.
Es un narrador en segunda persona que no forma parte de la historia. Es un tipo de “ser” o “dios” que conoce todo lo que sucede. Narra de forma omnisciente, pero en segunda persona.
Hay dos tipos de estas narraciones:
El titiritero
Este narrador se encarga de dar dirección a los protagonistas, tal cual como si manejara un títere. Además, cuenta la historia del lector, quien es protagonista.
Ejemplo
Sabes que ella irá por ti. Por eso te quedas allí sentado, sin culpas, sin temores. Pero ese dolor de barriga te empieza a incomodar, no han de pasar cinco minutos y correrás al baño. Y sí, quizá ella llegue y no te vea, pero es eso o hacerte encima…
El espejo-conciencia
Para este caso, quien cuenta la historia es la conciencia del protagonista, narrada en segunda persona. La trama se desarrolla mediante diálogos reflexivos dirigidos al protagonista, que a su vez es el lector.
Ejemplo
—¿¡Cómo pudo pasar esto!? No puede ser… todo estaba planeado… —se dijo.
—¿Y qué esperabas, Juan? Te lo dije, siempre te lo recordé, pero tú a mí no me paras mucho. Ve a ver si te haces caso de vez en cuando —se escuchó en su mente.
—¡Cállate! ¡No vuelvas a salir de allí, ¿me oíste!… —replicó.
Es la mezcla de los dos tipos anteriores. En ella, el narrador se encuentra involucrado tanto interna como externamente. Se puede actuar directamente e indirectamente, sabiendo siempre en qué situación se encuentra y qué se debe hacer y sentir al respecto.
Ejemplo
Es tu momento, lo sabes. No puedes dejar pasar esta oportunidad. Total, ¿qué es la vida sino un suspiro? Te veo, justo ahora, desde mi balcón. No, no voltees, no te desconcentres. Cuelga el teléfono y cumple tu función. Nos vemos luego.
Sabía que vendrías, que te sentarías en el lugar que ahora ocupas y que tomarías este libro. Así fue escrito desde antes de que siquiera tuvieses conciencia, o tu padre, o tu abuelo… hace cientos, miles de años. Y sí, haz de convertirte en lo que tanto odias, eso a lo que tanto temes, y lo notarás tras cada palabra, al paso de cada hoja. Será inevitable.
Antes de que ustedes llegaran, todo era distinto. El río era bebible, la tierra daba árboles de todos los frutos posibles, el cielo era habitado por pájaros de ensueño. Pero llegaron, con su ego, con su pisada sombría, y cambiaron todo.
Sí, ustedes cambiaron todo. ¿Qué les puedo decir?, son los culpables de cada desgracia actual que les acontece; lo que hoy viven son las simples consecuencias de sus actos.
Sé bien qué haces allí. Escuchaste lo que te dijeron sin cuestionar nada; repetiste todo con los tuyos, sin investigar si era cierto; me tiraste al suelo con tus palabras, pateaste toda mi labor, todo mi esfuerzo, te hiciste juez. Estás allí, ahora, indefenso y débil, a merced de tus propias palabras porque así lo quisiste. Come ahora de cada palabra que lanzaste.
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